|
Plantearse, para empezar, la ret�rica en su
conjunto, tiene el efecto inmediato de hacernos
plantear, a su vez en su conjunto, todo el trabajo
de preparaci�n de una acci�n publicitaria.
R�pidamente, se clarifican zonas oscuras y caen
prejuicios con los que vivimos cada d�a.
El primero: la tan tra�da pol�mica acerca de la
importancia y del peso que deben tener en una campa�a
la creatividad y la investigaci�n estrat�gica. Pol�mica
que suele resolverse, a la hora de explicarse ante
el anunciante, con la famosa palabra
"equilibrio".
Equilibrio, como respuesta prudente y deseable y
como empate razonable, entre las dos tendencias
abusivas; la agencia de publicidad excesivamente
dominada por el �mpetu intuitivo de los creativos,
por un lado, y la agencia de publicidad en la que se
carga todo el peso del trabajo en la elaboraci�n de
los elementos que constituyen el briefing
pretendiendo que el resultado publicable, el anuncio
final, debe ser fundamentalmente una mera
transcripci�n de los conceptos que constituyen la
estrategia, considerando a la creatividad casi como
un proceso de realizaci�n material de la pieza
publicitaria, digna y sutilmente adornada.
Quintiliano, en su Instituci�n Oratoria, dice
que "hay que aprobar a los que (...) piensan
que la ret�rica consiste en pensar y hablar
bien". Esta frase nos da la verdadera dimensi�n
que nos ofrece la ret�rica como metodolog�a de
trabajo aplicable (adaptable) a la publicidad. La
ret�rica no contempla solamente el hablar bien, que
es lo que desde una perspectiva alejada de su
estudio pudiera aparecer, sino que se ocupa tambi�n
del pensar bien. O sea, pensar de una manera
organizada y eficaz en lo que hay que decir.
Para dejar claro el campo que abarca esa
disciplina, el propio Quintiliano prosigue: "O
bien, para resumirlo en una definici�n, decimos que
la ret�rica es la ciencia del bien decir, o bien,
distinguiendo sus partes, que la ret�rica es la
ciencia de la invenci�n, de la disposici�n y de la
elocuci�n correctas". Lo cual, traducido a
nuestro trabajo cotidiano, equivale a recopilar
primero, los datos interesantes para hacer una acci�n
publicitaria persuasiva; a la selecci�n, despu�s,
de los argumentos m�s convenientes para nuestra
estrat�gica y, finalmente, a la creaci�n de la
campa�a. La ret�rica consta de dos operaciones: la
cuarta llamada activo y la quinta llamada memoria,
que se refieren, o se referir�an en nuestro caso, a
la realizaci�n final de los anuncios.
�Qu� ocurre con las dos primeras partes de la
ret�rica? Pues que diariamente se trabaja de
acuerdo con ellas en todas las oficinas de marketing
de los anunciantes y en todas las agencias de
publicidad del mundo. El m�todo es el mismo:
investigaci�n y confecci�n del briefing. El uso de
unas pautas sistematizadas para esas dos
operaciones. La preparaci�n del discurso. El an�lisis
de qu� es lo que puede inclinar la libre voluntad
del anunciante.
La tercera parte se suele cumplir de una manera
menos sistem�tica y te�rica, pero cuando, a pesar
de ello, se cumple, el anuncio tiene la capacidad,
en alto grado, de conducir el �xito de la campa�a
y programar la memoria. En todo buen anuncio, su an�lisis
nos muestra que se acomoda a una o varias figuras
ret�ricas establecidas para la elocutio. Lo sepa o
no el autor. Y saberlo, naturalmente, es una garant�a
de seguridad. Es una herramienta de la que
trataremos m�s adelante.
|