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UN HOMBRE MECANICO: UN MODELO
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A pesar de que hoy en día
los medios de comunicación masiva explotan sobre todo dos
de las fuerzas sensoriales del cerebro, la vista y el oído,
fue Aristóteles quien exploró por primera vez la
importancia de nuestros cinco sentidos básicos: vista,
oído, gusto, tacto y olfato. Sus definiciones terminaron
siendo dogmas teologales que restringieron de modo severo la imagen
de sí mismo del hombre durante casi 2.000 años.
Durante la Edad Media se integró el concepto de los cinco
sentidos dentro de la filosofía escolástica, más
tarde aparecería en un ritual religioso como el de la extremaunción,
ceremonia llevada a cabo por un sacerdote cuando una persona está
a punto de morir y en la que se bendicen los cinco sentidos. Las
diversas escuelas mecanicistas de psicología del siglo
XX limitaron todavía más la imagen de sí
mismo del hombre al insistir en que los cinco sentidos se estudiaran
por partes. Por ejemplo, muchos cursos universitarios de psicología
consideran separadamente a la vista del gusto, del oído,
etcétera. Con frecuencia los estudiosos asiáticos
consideran gratuita esta tentativa simplista del estudio del cuerpo
humano; dichos eruditos se han desenvuelto en una tradición
intelectual que ve al hombre como a un ensamblaje de fuerzas sensoriales
integradas de manera natural. La noción integrativa humana
es de suma importancia para las tradiciones del pensamiento budista,
taoísta, confucionista e hinduista. Hace poco tiempo que
Occidente obtiene una penetración integradora no aristotélica
de cómo empezaron a desarrollarse los conocimientos humanos,
el mundo y el hombre mismo como un aspecto de la filosofía
existencial, de la semántica general y del budismo zen.
En términos prácticos
sencillos se puede demostrar la idea mediante la cual se sirve
la comida en las tradiciones asiáticas, y cómo se
opone a la occidental. En Oriente se considera que todos los sentidos
están relacionados con la alimentación. La apariencia,
o la consistencia o el olor influye en el sabor de la comida.
Por supuesto, el ambiente total de la alimentación también
influye en el sabor, emociones, color, temperatura, sonido, etcétera.
Es probable que gracia a Aristóteles y a las instituciones
que utilizan sus estudios como instrumento de poder, sea con frecuencia
muy difícil para los occidentales apreciar todo lo que
está involucrado sensualmente aun en una experiencia tan
simple y rutinaria como el comer.
En la última
mitad del siglo XX y principios del XXI, el concepto de los cinco sentidos es sin remedio
anacrónico. Por lo general se reconoce que existen por
lo menos treinta y siete fuerzas sensoriales en el cerebro humano.
Conforme pase el tiempo se irán descubriendo y añadiendo
a la lista más sentidos. De los treinta y siete sentidos,
más de dos docenas están relacionados con el tacto.
Si se pudiera decir que los seres
humanos poseen una fuerza sensorial que abastece al cerebro con
información, podría tratarse del tacto, la sensación
o experimentación táctil. El ser humano simplemente
no puede adaptarse y sobrevivir sin tacto. Esto incluye el contacto
real de tocar, y tocar por sinestesia, debido a que el tacto puede
ser experimentado por la vista o por alguna otra fuerza sensorial;
este fenómeno es estudiado con frecuencia en las escuelas
de arte. Ejemplo de sinestesia podría ser una pintura de
un material de textura especial que simulara el cerebro en la
sensación de tocar o palpar. Bryan Key habla también
en su libro sobre ejemplos de sinestesia en el arte relacionados
con la página central de la revista Playboy.
Ahora, teniendo en cuenta que hay
treinta y siete fuerzas sensoriales, observamos que todos estos
sentidos están aportando datos simultánea y constantemente
al cerebro. Podría haber una preferencia, la que favorecería
por un tiempo a la vista, el oído o cualquier otro, mientras
una persona cambia su concentración, digamos, de un periódico
a una transmisión de radio, pero ninguno de los sentidos
deja de funcionar nunca. Los aromas que emanan de la cocina se
convierten en una parte no advertida o subliminal de un anuncio
transmitido en un programa que se está viendo en la televisión,
en la sala, mientras que en la cocina se está preparando
la cena.
Este complejo de por lo menos treinta
y siete fuerzas sensoriales separadas existentes en el cerebro
es muy complicado, ya que dichas fuerzas operan continua y sincrónicamente
en una serie de preferencias que cambian de modo constante y en
las cuales, por un tiempo, un sentido o varios se vuelven determinantes.
Pero la máquina sensorial humana es mucho más complicada
de lo que esto hace suponer.
La Percepción consciente-inconsciente
Los datos procedentes de estudios
sobre neurología y psicología apoyaron con firmeza
la conclusión de que los sentidos (incluyendo los que aún
no han sido descubiertos) operan en por lo menos dos niveles de
la percepción. La información se reúne en
lo que podría ser llamado nivel congnoscitivo o consciente,
en el cual cada ser humano se da cuenta conscientemente de lo
que pasa. También se reúne información simultánea
y continua a un nivel subliminal, nivel en el que en apariencia
no nos damos cuenta de manera consciente de los datos que llegan
al cerebro. Podría haber otros muchos niveles entre la
percepción consciente e inconsciente, pero con el propósito
de ejemplificar, la presentación o teoría será
restringida a sólo estos dos.
Estos dos grandes subsistemas de
la percepción, en la práctica, son capaces de operar
independiente uno de otro, y con frecuencia en oposición
directa. Por ejemplo, un hombre joven podría desear conscientemente
una experiencia sexual con tanta vehemencia que no podría
pensar en nada más.
Sin embargo, a nivel inconsciente
podría estar aterrado ante la perspectiva de cualquier
contacto sexual. Estos dos procesos del pensamiento operando al
mismo tiempo dentro de nuestro joven podrían traer como
consecuencia una infelicidad sustancial y hasta una posible impotencia.
El sistema que procesa los estímulos
subliminales parece interesarse sobre todo por un contenido de
información emocional muy elemental y que se piensa es
la parte más antigua del cerebro humano que se desarrolló
durante la evolución. Estas sencillas manifestaciones subliminales
de la actividad cerebral continúan aun cuando la persona
está inconsciente, cuando duerme o se encuentra en estado
de coma. Más aun, muchos teóricos sostienen que
el pensamiento consciente simplemente se adapta a un programa
básico establecido en el inconsciente; ninguna creencia
o actitud significativa llevada a cabo por cualquier individuo
es hecha aparentemente en la base de los datos percibidos de modo
consciente. Las consideraciones conscientes, los raciocinios y
la importancia que les da un individuo parecen ser simples adaptaciones
del inconsciente.
El marco de referencia básico
de la actitud o la percepción, a través del que
se evalúan los datos, parece operar a través del
llamado inconsciente. Pero, y esto es muy importante, toda percepción
humana, ya sea consciente o inconsciente, es una lucha para lograr
significado e importancia. De hecho, el nombre del juego de la
percepción es significado; una larga medida de lo que nuestra
cultura exige nosotros lo reprimimos o lo evitamos conscientemente
de algún modo.
Así que por el momento consideremos
que cada cerebro humano estuviera alimentado de información
sincrónica y contínua de por lo menos treinta y
siete sentidos operando en por lo menos dos niveles de percepción.
Por más sorprendente, complicado y quizás aterrador
que parezca, al parecer esto ha venido ocurriendo en nuestro cuerpo
durante mucho tiempo. También recordemos que rápidamente
opera esta máquina humana. Los impulsos viajan a través
de las neuronas en el cuerpo a una velocidad aproximada de sesenta
metros por segundo. En el intrincado complejo de las estructuras
neurológicas dentro del cuerpo, una cantidad asombrosa
de sucesos pueden ocurrir durante, digamos, el tiempo que tarda
un lápiz en alcanzar el suelo después de haber sido
arrojado con la mano.
Otra analogía, basada en el
trabajo de George Miller y otros que estudian los fenómenos
del lenguaje y del comportamiento, sugiere que en el proceso de
hablar, el cerebro acumula más o menos un par de palabras
para colocarlas delante o detrás de las previamente reunidas
y estimadas en siete vocablos. En otras palabras, conforme estas
palabras individuales son escritas, el cerebro del autor está
en realidad de cinco a nueve palabras por delante de la máquina
de escribir.
Como dijo Marshall McLuhan, la percepción
es completa. Todo pasa y se percibe en su totalidad. El proceso
de redacción, la pequeña parte que se hace consciente,
es realizada de algún modo dentro del cerebro, el cual
retiene la mayor parte de lo que se percibe en total en una especie
de almacén, durante periodos variables, por completo desconocidos
conscientemente para el individuo. La complejidad y velocidad
increíbles de todos los fenómenos del lenguaje y
del comportamiento, y la incapacidad de un individuo de visualizar
esta velocidad y complejidad, hacen que toda la materia de la
percepción subliminal sea difícil de aceptar. Esto
es cierto de manera especial en las culturas occidentales, las
cuales han reforzado con firmeza el autoengaño individual
de que podemos saber conscientemente todo lo que pasa a nuestro
alrededor, y todavía más.
Los procesos descritos con anterioridad
son desconocidos por lo que hoy en día llamamos "ciencia",
sobre todo en términos de las interrelaciones complejas
involucradas. Sólo existen teorías disponibles,
las cuales intentan explicar todo esto; algunas veces estas teorías
son útiles, pero siguen siendo únicamente teorías.
El hombre moderno sigue estando un tanto inseguro de cómo
funcionan en realidad los mecanismos del lenguaje y el comportamiento
que existen en el organismo.

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