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II. MENTALIDAD DE MARKETING
II.1. EL CONCEPTO DE MARKETING
"El marketing no puede ser
considerado como una funci�n o
departamento de la empresa... Es la
empresa en su conjunto observada desde el
punto de vista de sus resultados finales,
es decir, desde el punto de vista del
consumidor."
Peter Drucker
La idea de que la empresa es una entidad
que produce una serie de bienes y servicios
que luego vende en el mercado est�
enraizada en la mente de directivos de
empresa, trabajadores y consumidores y
determina la forma en que se conciben la
gesti�n empresarial y las relaciones econ�micas.
Lo que actualmente llamamos
"productos" ha recibido distintas
denominaciones a lo largo de la historia; se
llamaron "mercader�as" cuando
preocupaba sobre todo el aspecto comercial
de intercambio; el t�rmino m�s com�nmente
empleado en la ciencia econ�mica era el de
"bienes", puesto que su enfoque
era el de creaci�n y acumulaci�n de
riqueza, de la cual se supon�a derivaba el
bienestar. La terminolog�a que empleamos
habitualmente refleja nuestras
preocupaciones y nuestra forma de
enfrentarnos con la realidad, de ah� que en
una �poca dominada por la tecnolog�a y el
esfuerzo productivo sea frecuente que la
empresa hable de "sus fabricados"
o de sus "productos" porque la
orientaci�n fundamental de la gesti�n se
centra en la producci�n.
Lo que ha venido a llamarse "mentalidad
de producci�n" en la gesti�n
empresarial no es sino un enfoque de gesti�n
en el cual lo fundamental es lo que ocurre
dentro de la empresa. A partir de la
Revoluci�n industrial el esfuerzo
empresarial ha estado dirigido
principalmente a incrementar el volumen de
producci�n, a uniformar la calidad y a
disminuir los costes. La estandarizaci�n de
los componentes, la producci�n en masa, las
l�neas de montaje y la reducci�n de los
precios unitarios han sido logros
importantes de esta mentalidad. EL orgullo
profesional de muchos empresarios estaba
directamente vinculado con la calidad de sus
fabricados y el �xito de la empresa parec�a
ser una consecuencia directa de la relaci�n
calidad-precio. La teor�a econ�mica ense�aba
que los compradores quer�an buenos
productos al precio m�s bajo posible, que
conoc�an los precios de las diferentes
ofertas existentes y que el factor decisivo
en la decisi�n de compra era el precio. En
consecuencia, la gesti�n de la empresa
orientada hacia la producci�n se ha
preocupado fundamentalmente de fabricar
mejor y m�s barato, aspectos de los que
derivaba su fuerza competitiva.
En una �poca en la que la oferta era
inferior a la demanda y en la cual se
plantea como objetivo primordial la obtenci�n
de la m�xima rentabilidad a corto plazo
resulta obvio que las cuestiones estrat�gicas
claves para una empresa con mentalidad de
producci�n se refieren a la organizaci�n y
distribuci�n de sus recursos: �Qu� es f�cil
y rentable fabricar dada nuestra estructura
productiva?". "Con la experiencia
y conocimientos de nuestro personal y
nuestro nivel tecnol�gico, �Qu� es lo que
somos capaces de hacer mejor?". El
afianzamiento de los recursos y capacidades
de la empresa es un factor importante en
cualquier planificaci�n estrat�gica, pero
cuando �ste es el �nico aspecto a
considerar, el �xito de la empresa no est�
asegurado. El supuesto de que "un
producto bueno se vende solo" no es
necesariamente cierto.
Aquello que una empresa es capaz de
fabricar bien no siempre es lo que los
compradores desean adquirir, por lo que la
eficacia interna de la empresa no es
suficiente para confiar en su mantenimiento
en el mercado ni en su rentabilidad, si bien
es cierto que en ocasiones lo que una
empresa hace bien concuerda con lo que el
mercado demanda, como consecuencia, la
empresa gestionada con mentalidad de
producci�n tiene �xito y evoluciona
satisfactoriamente durante a�os. Con todo,
a medida que la competencia se intensifica y
los deseos de los consumidores cambian,
estas empresas suelen ver reducidos dr�sticamente
sus participantes en el mercado, sus cifras
de ventas y su rentabilidad.
La "mentalidad de ventas",
aparecida en los a�os veinte y generalizada
a lo largo de la primera mitad de este
siglo, fue la consecuencia inevitable del
incremento de la oferta producido por la
evoluci�n de las empresas con mentalidad de
producci�n. El enfoque de gesti�n en esta
etapa es b�sicamente id�ntico al de la
etapa anterior salvo por el hecho de que las
empresas, al encontrarse con que su producci�n
masiva no ten�a salida f�cil e inmediata
en el mercado, recurren a la estimulaci�n
de la demanda para mantener su nivel de
actividad.
Las empresas gestionadas con mentalidad
de ventas parten de la aceptaci�n de que la
demanda por s� misma es insuficiente pero
los consumidores pueden ser estimulados a
comprar mediante la utilizaci�n de t�cnicas
agresivas de ventas y que este esfuerzo
comercial es rentable. Las promociones de
ventas, dirigidas tanto a los compradores
finales como a los intermediarios, las
grandes campa�as publicitarias, las luchas
de precios entre competidores, el �nfasis
en la formaci�n de vendedores agresivos,
etc. son actividades t�picas de esta etapa.
Actualmente en el mundo industrializado,
no es habitual encontrar empresas
gestionadas con mentalidad de producci�n:
el incremento de la competencia y la crisis
econ�mica han hecho desaparecer a la mayor�a
de las empresas que todav�a en los a�os
setenta segu�an manteniendo ese enfoque.
La mentalidad de ventas, en cambio, est�
generalizada hasta el punto de que el
concepto de empresa y su organizaci�n
interna responden fielmente a los principios
b�sicos de esta mentalidad. De una forma
autom�tica definimos a cualquier empresa
por los productos que fabrica y mantenemos
separados los departamentos de producci�n y
comercial, asignando al primero el objetivo
de fabricar bien y a bajo coste, y al
segundo el de deshacerse en el mercado de
las cantidades producidas.
Estas empresas, que llaman marketing a la
estimulaci�n de la demanda, siguen sin
comprender las razones del comportamiento de
los consumidores a pesar de su importantes
inversiones comerciales, y sus
planificaciones, en los casos en que
existen, se basan m�s en sus necesidades
internas que en las del mercado al que se
dirijan. El esfuerzo inmediato y continuo
para mantener o incrementar el volumen de
ventas no deja tiempo para la planificaci�n
estrat�gica, la falta de coordinaci�n e
incluso el enfrentamiento entre los
departamentos de la empresa (producci�n,
comercial y finanzas, especialmente) o
actividades (ventas nacionales y exportaci�n,
por ejemplo) se hacen cr�nicos, poniendo
trabas a la eficacia del conjunto a partir
del convencimiento personal de cada
responsable de que hace bien "lo
suyo".
Por otra parte, la visi�n a corto plazo
unida a la confianza en la eficacia de las t�cnicas
agresivas de venta han estimulado la
picaresca empresarial: enga�os
publicitarios, vicios ocultos en los
productos, entrega de productos de calidad
inferior a los ofrecidos, intrusismo,
promesas por parte de los vendedores que las
empresas o los productos no pueden cumplir,
competencial desleal, etc. que han ido
minando la confianza de los compradores, lo
cual dificulta la eficacia de la actividad
empresarial y acelera la obsolencia de la
mentalidad de ventas.
A partir de los a�os cincuenta algunas
empresas comenzaron a modificar su enfoque
de gesti�n de una manera dr�stica.
En lugar de partir de la empresa sus
productos, su estructura, etc.) para tomar
decisiones empezaron a considerar que el
punto de arranque era el mercado y que la
funci�n de la empresa consist�a en: 1�
detectar la existencia de un segmento
apropiado y 2� adaptarse a �l para
satisfacer sus requerimientos. Este enfoque,
que sintetiza lo que se llama "mentalidad
de marketing" (tambi�n,
"nuevo concepto de marketing" y
"orientaci�n al consumidor") fue
adoptado inicialmente por algunas
importantes empresas americanas fabricantes
de productos de consumo, pero su
espectacular �xito indujo a otras empresas
a modificar su enfoque de gesti�n de tal
forma que actualmente se habla y se practica
no s�lo el "marketing de consumo"
sino tambi�n el "marketing
industrial", el "marketing pol�tico",
"el marketing de causas sociales",
etc.. Desgraciadamente, tras la palabra
marketing se encuentra con excesiva
frecuencia la mentalidad de ventas vestida
con un nombre moderno; pero en definitiva,
sea cual sea el apellido que le pongamos,
hablar hoy de marketing significa en primer
lugar la aceptaci�n de que el origen de la
actividad empresarial est� en el mercado,
es decir, fuera de la empresa, y, en segundo
lugar, actuar en consecuencia.
Es importante darse cuenta de que, antes
de la aplicaci�n de t�cnicas espec�ficas,
marketing significa una forma de orientar la
actividad empresarial (llamada a veces
"filosof�a empresarial") seg�n
la cual el consumidor o cliente potencial es
la fuente de informaci�n b�sica para
planificar y controlar todas las operaciones
de la empresa. No se trata, pues, de un
problema del departamento comercial, aunque
al estar �ste en continua relaci�n con el
mercado juega un papel importante en la
ejecuci�n de las tareas de marketing,
particularmente en la distribuci�n; pero la
b�squeda y an�lisis de la informaci�n, la
determinaci�n de los objetivos concretos a
lograr en cada segmento de mercado, la
elecci�n de la estrategia adecuada para
alcanzarlos, etc. involucran inevitablemente
al resto de los departamentos funcionales de
la empresa.
En el cuadro 1 se esquematizan los
aspectos esenciales que diferencian el
enfoque de gesti�n que hemos denominado
mentalidad de producci�n (y en consecuencia
tambi�n mentalidad de ventas) y este nuevo
enfoque de mentalidad de marketing.
En el primer caso, el punto de partida lo
forman las caracter�sticas internas de la
empresa y m�s concretamente los productos
que fabrica. La decisi�n referente a que
productos debe fabricar la empresa se toma b�sicamente
en base a la experiencia, el nivel tecnol�gico
disponible y la intuici�n de que el
producto se vender�. En muchas ocasiones,
sobre todo cuando se trata de empresas
medianas o peque�as, se copian los
productos que, al menos aparentemente, est�n
teniendo exito en el mercado. Una vez
fabricado el producto la responsabilidad
para al departamento comercial, el cual debe
situarlo en el mercado, es decir, conseguir
pedidos suficientes para deshacerse de toda
la producci�n. Las caracter�sticas y la
gama de productos viene decidida por el
departamento de producci�n, el precio lo
suele fijar el departamento de finanzas que
es quien posee los datos contables
correspondientes a los costes, la distribuci�n
y la venta corresponden al departamento
comercial y, finalmente, la comunicaci�n al
mercado, la publicidad, suele involucrar
simult�neamente al responsable comercial y
al gerente, quien, por supuesto, est� al
tanto y participa del resto de decisiones,
sobre todo de las relacionadas con los
problemas financieros.Puesto que cada
departamento tiene responsabilidades y
objetivos diferentes, los cuatro elementos
fundamentales que componen la oferta:
producto, precio, distribuci�n y publicidad
suelen adolecer de falta de coordinaci�n y,
lo que es m�s grave, con frecuencia no
responden a las peculiaridades de ning�n
grupo concreto de consumidores. Aunque no
suele explicitarse, se supone que la empresa
se dirige a todos los compradores
potenciales de ese tipo de producto y
considera como competidores directos a todos
los dem�s fabricantes de productos
similares. Cuanto mayor y m�s fuerte sea la
competencia, tanto m�s agresiva resulta la
acci�n comercial ya tanto m�s se recurre a
las t�cnicas de estimulaci�n de la demanda
con el fin de alcanzar los objetivos de
venta; ese esfuerzo comercial (mentalidad de
ventas) se plantea generalmente a corto
plazo y sin tener en cuenta las
implicaciones favorables o desfavorables que
pueda tener para el conjunto de la empresa a
largo plazo.
En segundo caso, la actividad empresarial
se inicia con el esfuerzo por conocer las
caracter�sticas de mercado (diferentes
tipos de clientes potenciales, sus h�bitos
de comportamiento, los problemas e
insatisfacciones que pretenden resolver los
diferentes tipos de ofertas que se les
presentan, etc.) ; a partir de ese
conocimiento de mercado, y dadas las
posibilidades de la empresa, se selecciona
el segmento m�s adecuado y se organiza el
conjunto empresarial de forma tal que la
oferta en todos sus aspectos se adapte de la
mejor manera posible a las caracter�sticas
del segmento elegido. Aunque la competencia,
en sentido amplio, abarca a muchas otras
empresas fabricantes de una extensa variedad
de productos, s�lo son competidores
directos de cada empresa aquellos otros
fabricantes que han elegido el mismo
segmento del mercado para dedicar a �l sus
esfuerzos. La acci�n comercial en lugar de
dispersarse para abarcar a todos los
clientes potenciales de un determinado tipo
de producto, se concentra para adaptarse a
las circunstancias concretas de un grupo
espec�fico, por lo que aumenta su eficacia
y, sobre todo, se apoya en la coordinaci�n
de todos los elementos que componen la
oferta.
Los objetivos finales de la empresa no
tienen por qu� ser diferentes. B�sicamente,
la empresa pretende permanecer en el mercado
con una posici�n segura, obtener una
rentabilidad econ�mica suficiente y
evolucionar al menos al mismo ritmo que lo
haga el propio mercado en el que est�
inserta. Posiblemente, la �nica diferencia
relevante consista en que lo m�s frecuente
en las empresas gestionadas con mentalidad
de producci�n (o de ventas) es plantearse
los objetivos a corto plazo, mientras que
una de las notas definitorias de las
empresas que act�an con mentalidad de
marketing es su planificaci�n con un
horizonte a largo plazo. Conviene a�adir
que, aunque al usar el t�rmino
"empresa" estamos suponiendo autom�ticamente
que nos referimos a una organizaci�n
privada que act�a en el seno de una econom�a
de mercado, los diferentes enfoques de gesti�n
mencionados son b�sicamente id�nticos en
su aplicaci�n a todo tipo de organizaciones
e instituciones, tanto p�blicas como
privadas y tengan fines lucrativos o no. As�,
un museo, un ayuntamiento, un grupo
deportivo o una asociaci�n de caridad
pueden ser gestionados con mentalidad de
producci�n o con mentalidad de marketing.
RESUMEN DE LAS TRES
MENTALIDADES O ENFOQUES DE GESTION
(Cuadro 1)
Mentalidad de producci�n
Supone que los consumidores desean buenos
productos a precios razonables y que no es
preciso un esfuerzo comercial para lograr
ventas y beneficios.
Seg�n este enfoque:
- La empresa debe concentrar su esfuerzo
en fabricar bien al m�s bajo coste
posible.
- Los consumidores desean comprar
productos, no resolver problemas, es
decir, los productos concretos son
necesarios.
- Los consumidores conocen las diversas
ofertas existentes.
- Los consumidores eligen entre las
ofertas existentes en funci�n de su
calidad y su precio.
Mentalidad de ventas
Parte del reconocimiento de que los
consumidores normalmente no comprar�n los
productos de la empresa en cantidad
suficiente a menos que se dirija hacia ellos
un esfuerzo especial de promoci�n y venta.
Seg�n este enfoque:
- La tarea principal de la empresa
consiste en conseguir una cifra de
ventas suficiente.
- La demanda por s� misma es
normalmente insuficiente.
- Los consumidores pueden ser inducidos
a comprar mediante diversos sistemas de
estimulaci�n de ventas.
- Quien compra una vez, lo har� de
nuevo; y aunque no lo hiciera, siempre
existen nuevos clientes potenciales.
Mentalidad de marketing
Implica que la tarea fundamental de la
empresa consiste en determinar las caracter�sticas
de un segmento de mercado y adaptar la
actividad de la empresa en orden a proveerle
de medios para que obtenga las
satisfacciones deseadas m�s eficaz y
eficientemente que los competidores.
Seg�n este enfoque:
- La raz�n de ser de la empresa se
define en t�rminos de las
satisfacciones concretas que va a
facilitar a un grupo concreto de
consumidores.
- Es preciso investigar el mercado para
conocer las caracter�sticas de los
consumidores y elegir el segmento
adecuado.
- Todas las actividades de la empresa
cuyo resultado pueda afectar a los
consumidores deben estar coordinadas.
- La empresa est� convencida de que si
logra satisfacer a los consumidores
ganar� su lealtad, tendr� buena imagen
que se transmitir� a nuevos clientes
potenciales, gracias a lo cual conseguir�
alcanzar sus objetivos.

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