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V.4. TIPOS DE CANALES
Al analizar los eslabones por los
que ha de moverse el producto del
fabricante al consumidor, se
presentan, en s�ntesis, las
siguientes alternativas:
Fabricante-Distribuidor-Broker-Almacenista-Detallista-Consumidor
Fabricante-Broker-Almacenista-Detallista-Consumidor
Fabricante-Almacenista-Detallista-Consumidor
Fabricante-Detallista-Consumidor
Fabricante-Consumidor |
Cada una de estas alternativas,
constituye un canal de distribuci�n.
Por supuesto que existen en realidad
canales distintos o variaciones de
los indicados; as� en el primer
canal el distribuidor puede servir
directamente a los detallistas. o en
el tercer canal, el almacenista
suministrar a detallistas y a
grandes consumidores simult�neamente,
etc.
Las combinaciones en la pr�ctica
son innumerables. Para no caer sin
embargo en una ca�stica desprovista
de toda base sistem�tica y cient�fica,
el an�lisis se centrar� en los
canales de distribuci�n
fundamentales, permitiendo al lector
aplicar anal�gicamente los
resultados al esquema concreto que
en su caso considere de mayor
eficacia.
De entrada hay que decir que no
es necesariamente excluyente el uso
de un canal respecto a los
restantes. Tiene sus problemas, pero
tambi�n sus indudables ventajas,
efectuar simult�neamente la
distribuci�n a trav�s de m�s de
un canal. Dos casos t�picos y muy
comunes pueden exponerse al
respecto. EL uso del canal
fabricante-almacenista-detallista-consumidor
en zonas de baja densidad de poblaci�n
o para servir a clientes de
reducidas dimensiones, al propio
tiempo que se vende por los canales
m�s directos
fabricante-detallista-consumidor e
incluso fabricante-consumidor en �reas
muy pobladas o a clientes
importantes. Recordemos, en el l�mite,
la existencia de una conocida marca
de pastas para sopa que utiliza
todos los canales, ya que
comercializa directamente su
producto a grandes consumidores,
comunidades y fabricantes de sopas
preparadas, a trav�s de detallistas
en las grandes ciudades, por medio
de mayoristas en �reas rurales en
un radio de acci�n de 300 kil�metros
alrededor de su industria, a trav�s
de brokers en zonas m�s alejadas,
Canarias por ejemplo, y tiene un
distribuidor para una segunda marca.
4.1. CANALES LARGOS Y CORTOS
Es cl�sica la distinci�n entre
canal largo y canal corto, aunque
los l�mites entre uno y otro no est�n
claramente definidos; se dice de un
canal que es "largo",
cuando el producto atraviesa varios
escalones hasta llegar al consumidor
y "corto" en caso
contrario, uno o dos como m�ximo.
No existe ninguna norma fija,
absolutamente v�lida, que indique
al fabricante cu�l es el canal que
debe utilizar. Es perfectamente
posible la coexistencia de dos
productos competidores entre s� y
distribuidos ambos con �xito, a
trav�s de canales completamente
diferentes. Los cosm�ticos Av�n
los vende el fabricante directamente
al consumidor sirvi�ndolos en el
propio domicilio de la compradora;
otras marcas, con una participaci�n
tambi�n importante en el mercado,
se distribuyen a trav�s de canales
largos, y puede observarse la
situaci�n intermedia de quienes
dedican sus esfuerzos al detallista.
La producci�n editorial nos muestra
otro ejemplo t�pico, desde la venta
domiciliaria hasta la colocaci�n de
los libros a trav�s de un
distribuidor.
4.2. FACTORES EN LA SELECCION
DE CANALES
La selecci�n de los canales
adecuados es una decisi�n de
marketing important�sima, que, como
todas las restantes, debe realizarse
en estrecha conexi�n con la
estrategia general de marketing,
teniendo en cuenta adem�s la
incidencia concreta de los
determinantes de la empresa.
De los muchos factores que
influyen en la decisi�n,
destacaremos los m�s importantes de
car�cter general:
- Naturaleza del producto
- Competencia
- Mercado
- Situaci�n administrativa
y financiera
- Prestigio de la empresa |
La naturaleza del producto.
Los art�culos a granel o sin marca,
como el az�car o los clavos, y
aquellos en que la compra del
detallista y a�n m�s la del
consumidor se realiza en cantidades
reducidas, como las especias o los
alfileres, exigen el uso de canales
largos para hacer rentable su
distribuci�n.
Por el contrario, los productos
de marca, f�cilmente estropeables,
como la leche o la boller�a y
aquellos en que la compra de un
detallista tiene importancia
significativa, como el mobiliario,
tiende a ser distribuidos a trav�s
de canales cortos.
La competencia. Las
consecuencias de la influencia de
este factor, como de todos los
restantes, son verdades relativas,
es decir, que admiten prueba de lo
contrario. No debe extra�arnos, sin
embargo esta situaci�n, como propia
que es de la generalidad de la
disciplina de marketing. Hecha esta
salvedad puede afirmarse que cuanto
m�s aguda sea la competencia en un
sector, mayor tendencia existe al
uso de canales cortos. Es un axioma,
que vendiendo directamente al
detallista se ejerce sobre el mismo
una presi�n m�s acusada que
dejando esta labor en manos ajenas.
Como esta pol�tica, sin embargo, es
contradictoria en muchos casos con
la reducci�n de costos que una
situaci�n altamente competitiva
exige, cabe la posibilidad de
provocar la demanda del consumidor o
del detallista por medio de t�cnicas
de marketing distintas a las de
venta personal y confiar en tal caso
la distribuci�n a distribuidores.
Si se acierta en la diana de
provocar intensamente el deseo del
consumidor hacia una marca, el
producto circula con fluidez, por
largo que sea el canal. Los chicles
constituyen un buen ejemplo de lo
dicho. Sin embargo existe siempre
latente el peligro de que en el �ltimo
escal�n se extorsiones o desv�e la
demanda. �Cu�ntos consumidores han
tomado una bebida similar de otra
marca al pedir "Cacaolat"
y cu�ntos fabricantes han visto
aumentar sus ventas de chorizo
gracias a la publicidad de
"Revilla".
El mercado. La atomizaci�n
de los posibles compradores favorece
la distribuci�n a trav�s de
brokers y almacenistas, mientras que
la concentraci�n tiene el efecto
contrario. Cuando el mercado es
difuso para un determinado producto,
lejano y poco conocido, es
arriesgada la distribuci�n directa.
Por no tenerlo en cuenta, muchos
fabricantes han visto incrementadas
sus cuentas de morosos e
incobrables, siendo �ste el
principal motivo de algunas
bancarrotas, como las de "Pato
Rojo" o "Conservas
Gempel", marcas que se lanzaron
a ojos cerrados a una distribuci�n
masiva, probablemente sin la debida
cautela. Por el contrario, cuando el
n�mero de posibles compradores es
reducido, como sucede con la mayor�a
de los productos industriales, la
venta directa puede ser la
alternativa m�s eficaz.
Un elemento separador de una
bater�a que se suministre a los
fabricantes de acumuladores, puede
venderse a un n�mero de clientes
inferior a diez en Espa�a. Menos de
cinco son las compa��as capaces de
adquirir aeroplanos de grandes
dimensiones para transporte de
pasajeros y carga. Ser�a
inconcebible que los fabricantes de
bater�as o las l�neas a�reas no
comprar�n tales productos
directamente al productor.
La situaci�n
administrativo-financiera y el
prestigio de la empresa. Cuanto
m�s s�lida es la situaci�n de una
empresa en su aspecto financiero, y
m�s alto su prestigio, mayor es el
n�mero de clientes que puede
abarcar, lo que significa que est�
en condiciones de utilizar canales
cortos.
Por definici�n y por
experiencia, puede asegurarse que
existe una perfecta relaci�n
inversa entre el n�mero de clientes
potenciales y la longitud del canal.
M�s claramente, hay much�simos m�s
consumidores que detallistas y mayor
n�mero de �stos que de
almacenistas. Si nuestro objetivo,
por tanto, es el de evitar
complicaciones administrativas,
tener poco personal y un reducido n�mero
de cuentas f�cilmente vigilables,
se impone el canal largo o sea la
venta a trav�s de almacenistas o
distribuidores.
De ah� que la tendencia sea cada
vez m�s en favor de la utilizaci�n
del canal largo, dejando en manos de
un reducido n�mero de
distribuidores y almacenistas la
tarea de llevar el producto a los
puntos de venta y concentr�ndose el
fabricante en su labor intraspasable
de elaborar un buen producto y
provocar la demanda del consumidor.
Para finalizar este apartado,
diremos que la distribuci�n puede
ser:
- general
- selectiva
- exclusiva
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Por distribuci�n general se
entiende la dirigida a todo tipo de
sectores y a la generalidad de los
clientes dentro del canal escogido.
Selectiva es la que discrimina por
diversos motivos y exclusiva la que
dispone de un solo intermediario en
una zona determinada.
Es tambi�n una decisi�n de
marketing el sistema de distribuci�n
a escoger, con ventajas e
inconvenientes en cada caso, que
deben sopesarse para adoptar una pol�tica
acertada.
En el campo de alimentos
preparados para consumo infantil,
una distribuci�n general ser� la
que intenta comercializar el
producto simult�neamente a trav�s
de farmacias y establecimientos de
alimentaci�n y procura que el art�culo
est� situado en el mayor n�mero
posible de puntos de venta.
Selectiva es la pol�tica que
sigue al respecto
"Beach-Nut", dirigida a un
determinado sector, el farmac�utico,
o en otro tipo de productos, la de
"Philips" que suministra
solamente a determinados clientes
que re�nen ciertas condiciones, los
llamados impropiamente
distribuidores.
Desde el punto de vista del
cliente intermediario la distribuci�n
selectiva y, en el l�mite, la
exclusiva, le ofrece ventajas
indudables. Bajo el prisma del
fabricante, la determinaci�n no es
tan clara.
La principal ventaja es el est�mulo
que la selectividad provoca en el
intermediario, de quien se puede
esperar, en contrapartida, una
intensa dedicaci�n y mayores vol�menes
de compra.
El inconveniente de mayor
envergadura es la reacci�n
contraria de los clientes
potenciales marginados y la
imposibilidad de que ning�n
intermediario abarque la totalidad
del mercado; no todos los
detallistas de un sector compran a
un almacenista, ni todos los
consumidores acuden a un
establecimiento determinado.
Quiz� un uso adecuado de la pol�tica
de marcas, sea la soluci�n que
maximice ventajas y minimice
inconvenientes: unas marcas para
distribuci�n selectiva e incluso
exclusiva y otras comercializadas
bajo el sistema general. Muchos m�s
productos de los que creemos salen
de la misma f�brica, aunque se
comporten de una forma competitiva.
Es una sabia regla de marketing ser
el competidor de uno mismo.
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