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IV.8. CONDICIONES PARA ESTABLECER
LAS POLITICAS DE PRECIOS
Las estrategias de fijaci�n de
precios pueden desarrollarse con �xito
y eficacia si cumplen las
condiciones siguientes:
-
Tenemos en marcha un sistema
de informaci�n y control que
genera, con rapidez, "n�meros"
a nivel de costes variables y
fijos para las distintas l�neas
de productos.
-
Las decisiones de fijaci�n
de precios las basamos en
informaci�n amplia y veraz
sobre la situaci�n de mercado.
-
Cuando se producen
variaciones de precios, seguimos
y registramos cuidadosamente los
cambios de comportamiento, tanto
de la competencia como de los
clientes.
-
Las decisiones sobre precios
las tomamos a nivel central, y
no las delegamos a las
sucursales extendidas por todo
el pa�s. (El control
centralizado de los precios es
un elemento crucial para poder
formular y poner en pr�ctica
estrategias de precios).
- Los cambios de precios los
hacemos como respuesta, prevista
y planificada, a las condiciones
del mercado y al comportamiento
de los competidores.
8.1 Publicaci�n de los cambios de
precios
La manera de poner en pr�ctica
las decisiones sobre precios
constituye una parte esencial del
proceso. No basta con decidir cu�l
debe ser el precio; tambi�n es
importante preparar a los clientes y
a los competidores para que lo
acepten. Los consumidores y los
jefes de compras de productos
industriales deben comprender por s�
mismos, y a menudo deben poder
explicar en sus organizaciones (la
unidad familiar o la empresa, seg�n
el caso), los motivos por los cuales
aceptan aumentos de precios
importantes.
Es evidente que la gran mayor�a
de aumentos de precios se justifica
como reajustes o adaptaciones ante
los aumentos de costes. Algunos
aumentos se explican en funci�n de
mejoras en el producto. A ser
posible, el consumidor, para aceptar
un aumento de precios, debe ser
convencido de que dicho aumento es
equitativo y de que se justifica por
los aumentos de costes o por el
incremento en el valor del producto.
En consecuencia, la manera como el
vendedor anuncia un aumento de
precios es parte cr�tica del
proceso de fijaci�n de precios.
IV.9. LA HUIDA DE LA
COMPETENCIA EN PRECIOS
9.1 Los mercados correctos
Las empresas que operan en
ciertos mercados aparecen m�s
rentables que aquellas que lo hacen
en otros. Durante alg�n tiempo, los
investigadores creyeron que las
diferencias depend�an m�s del tipo
de mercado que de las actividades de
las empresas en particular.
Por ejemplo, un criterio
importante era la naturaleza
diferenciada o no diferenciada del
producto y, por extensi�n, del
mercado. Los directivos que vend�an
mercanc�as como la sal com�n o el
�cido sulf�rico se lamentaban de
que "�ste es un mercado de
precios; los clientes compran
nuestros productos en base al
precio".
Realmente, como ya los directivos
de marketing comprenden cada vez
mejor, es posible la diferenciaci�n
incluso en las mercanc�as no
diferenciadas. Me refiero a lo que
ha sido bautizado con el nombre de
producto aumentado. Este concepto se
refiere al conjunto total de
ventajas que el cliente obtiene del
producto y que se derivan de sus
caracter�sticas f�sicas y de
servicio. El producto en s� (por
ejemplo, el �cido sulf�rico) puede
no diferir del de la competencia,
pero podr�an ser muy diferentes el
servicio t�cnico, la seguridad de
los suministros y plazos de entrega,
etc., de tal manera que todo este
conjunto ya representa una
diferenciaci�n entre un
suministrador y otro. Los servicios
de una empresa constituyen, por
tanto, una diferenciaci�n, aun
cuando el producto en s� no la
tenga.
9.2 Dimensiones de la
diferenciabilidad
Deber�amos enfocar nuestro
estudio sobre las posibilidades de
diferenciaci�n, que en adelante
llamar� diferenciabilidad, m�s que
sobre la diferenciaci�n efectiva.
Porque nos interesa m�s la
naturaleza del mercado que la manera
en que las empresas operan en �l.
Evidentemente, las dos
dimensiones son en realidad caminos
cont�nuos. Pero resulta m�s f�cil
comprender la idea general si
situamos artificialmente s�lo los
extremos superiores e inferiores.
Refiri�ndonos en primer lugar a
las caracter�sticas f�sicas,
consideramos dos ejemplos. Algunos
productos dan muy pocas
oportunidades para establecer, por
medio de sus caracter�sticas f�sicas,
diferenciadas entre marcas. As�, un
producto simple como la sal podr�a
definirse �nicamente por dos
atributos f�sicos: su pureza y el
tama�o de los granos. Vemos que el
campo de variaci�n de estos
atributos, as� como el impacto pr�ctico
de las variaciones, parecen ser muy
peque�os. De aqu� la dificultad
para diferenciar el producto, al
menos en cuanto a sus propiedades f�sicas.
Por el contrario, los grandes
ordenadores ofrecen una gran
cantidad de diferenciaci�n f�sica.
El n�mero de atributos f�sicos, su
importante campo de variaci�n, as�
como el impacto pr�ctico de las
variaciones, son muy considerables.
Podemos aplicar el mismo tipo de
an�lisis al estudio de la dimensi�n
de servicio. La diferenciaci�n,
adem�s, puede ser f�sica o, como
en el caso de algunos bienes de
consumo, resultado de la promoci�n
de ventas. En general, cuanto
menores sean las oportunidades de
diferenciar un producto a trav�s de
sus propiedades f�sicas, tanto m�s
importante ser� diferenciarlo por
medio del valor de sus servicios.
Las empresas que venden productos
de dif�cil diferenciaci�n resaltan
los atributos de servicio del
producto, tales como la calidad del
personal de ventas, la seguridad del
suministro o las ventajas
personales. As�, los anuncios de
licores y tabaco enfocan su
publicidad, con frecuencia, m�s
sobre los beneficios sociales y
psicol�gicos del producto (por
ejemplo, disfrute de su compa��a,
prestigio social) que sobre aspectos
f�sicos, como el grado de alcohol,
el filtro o el tipo de tabaco.
�Por qu� es importante la
diferenciabilidad en la estrategia
de ventas? La diferenciabilidad
elevada da oportunidades de
conseguir altos beneficios. Da
margen a las empresas para ajustar
los atributos f�sicos y los de
servicio, de modo que el resultado
se acerque al m�ximo a las
necesidades del cliente y sea
distinto de las ofertas de la
competencia. Al mismo tiempo la
diferenciabilidad representa un
riesgo: obliga al director de
marketing a hab�rselas con un
producto cada vez m�s complejo y,
adem�s, permite a la competencia
una mayor flexibilidad en su propio
marketing. En pocas palabras, las
empresas situadas en el v�rtice
superior derecho de la matriz se
enfrentan al mismo tiempo con una
mayor recompensa y un mayor riesgo
que las empresas del cuadrante
inferior izquierdo.
Por tanto, resumiendo, nuestros
objetivos tienen que ir enfocados a
salirnos de la tradicional lucha de
precios por elevaci�n, pensando m�s
en el producto y sus posibilidades
de diferenciaci�n -aument�ndolo,
visti�ndolo- que en el precio en s�.
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