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La Venta y la Cobranza; dos Hermanas Siamesas
Por Pere J. Brachfield*

 
     
 

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Haga click aquí para comprar o saber más de: "Jaque a los Impagados", el libro más reciente de Pere J. BrachfieldCuando una empresa no consigue cobrar puntualmente sus facturas no podr� atender sus propias obligaciones de pago y su tesorer�a entrar� en crisis. Adem�s, los impagados obligan a las empresas a buscar financiaci�n a corto de terceros, y esto supone un coste financiero elevado. Este libro, adem�s de explicar los m�todos m�s eficaces para realizar las acciones de cobro y controlar la morosidad, ofrece una metodolog�a para la recuperaci�n de los impagados.

En la obra se describen t�cnicas de recobro de deudas mediante la correspondencia, por medio de la comunicaci�n telef�nica y a trav�s de visitas personales al deudor. As� pues esta obra explica c�mo usar eficazmente estas herramientas para cobrar el dinero que nos deben. Gracias a este libro, se podr�n desarrollar las habilidades necesarias para solicitar el pago de una forma m�s directa y natural, evitando situaciones conflictivas pero obligando al deudor a cumplir con sus obligaciones.

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�El arte del buen comerciante est� m�s en lograr que le paguen
que en vender�
-Refr�n espa�ol

�Una operaci�n comercial no se puede considerar realizada
completamente hasta que no se ha cobrado �ntegramente�
-M�xima en la gesti�n de ventas y cobros

�Por qu� la venta y la cobranza son hermanas siamesas?

Recordemos lo que son unos hermanos siameses:

Siameses son gemelos que nacen y viven con sus cuerpos unidos y que no podr�an vivir el uno sin el otro, y su destino es colaborar estrechamente durante toda su existencia para poder sobrevivir.

Con bastante frecuencia ocurre que empresas que han alcanzado un notable �xito en el �rea de comercial y han conseguido un buen nivel de ventas, se declaran en suspensi�n de pagos por falta de liquidez, o peor a�n, han de cesar sus actividades empresariales por bancarrota. La explicaci�n a este inesperado fracaso empresarial est� en que dichas empresas han concentrado sus esfuerzos en vender,  pero han descuidado  el cobro de sus ventas.

Estas empresas no han sabido (o todav�a peor no han querido) cobrar correctamente a sus clientes, y esta circunstancia les ha provocado serios problemas de liquidez,  as� como les ha ocasionado dificultades para financiar su realizable, y por �ltimo les ha sumido en una situaci�n de insolvencia.

La idea central es que la morosidad de los clientes, puede llevar a la quiebra a empresas que han triunfado en el �mbito comercial. Un estudio de la CE revel� que una de cada cuatro empresas de la UE cae en bancarrota por culpa de la morosidad (con frecuencia deliberada) de sus clientes.

Por lo cual el objetivo de toda empresa es acelerar al m�ximo la entrada de los cobros y para ello debe adoptar los procedimientos que optimicen los flujos de cobro y a su vez aumentar la liquidez y mejorar su tesorer�a; una buena gesti�n de cobros tambi�n contribuye a reducir las necesidades de financiaci�n de los recursos invertidos en clientes y por ende los gastos financieros.

Por consiguiente la rapidez con que se realizan los cobros de las facturas es esencial para la competitividad de las empresas. Cualquier retraso a la hora de cobrar alarga el desfase temporal entre los flujos de salidas de caja y las entradas, lo que ocasiona un notable deterioro de la situaci�n de tesorer�a de las empresas y hace aumentar sus gastos en concepto de intereses y por lo tanto de sus costes financieros.

Las empresas deber�an preocuparse por cobrar puntualmente todas las ventas realizadas, ya que cada d�a de retraso en el pago de una factura vencida supone a la empresa acreedora un coste financiero; y por consiguiente la misi�n del equipo de cobros es muy importante para la cuenta de resultados de la empresa.

Y no hay que olvidar que uno de los factores clave para la buena marcha de las empresas es la capacidad que tienen en generar tesorer�a, y esta capacidad es directamente proporcional a la eficacia de las compa��as en la gesti�n del realizable.

Hay que tener en cuenta que uno de los principios m�s universales de la buena gesti�n financiera est� basado en el axioma de que la medici�n del valor de una empresa se efect�a mejor evaluando los flujos de tesorer�a que calculando los beneficios contables. Por consiguiente a la hora de medir la riqueza de una empresa, la mejor magnitud que se puede emplear es el flujo de caja y no el beneficio contable.

La empresa recibe los flujos de tesorer�a y puede reinvertirlos en el negocio, sin embargo los beneficios contables se contabilizan cuando se perciben, en vez de hacerlo cuando el dinero est� realmente disponible para la empresa.

Consecuentemente es m�s v�lido realizar la valoraci�n de una empresa utilizando las entradas de tesorer�a (concepto din�mico) que el beneficio (concepto est�tico) que proporciona el negocio. Adem�s el beneficio generado es una magnitud mucho m�s manipulable que los flujos de caja.

Otro de los axiomas m�s importantes en finanzas es el principio del valor temporal del dinero. Este axioma afirma que el valor del dinero mengua con el paso del tiempo, y que por consiguiente un euro recibido hoy, tiene m�s valor que un euro percibido en un momento futuro. Por un lado este principio est� sustentado por la rentabilidad que se puede obtener del dinero recibido hoy, �por ejemplo en forma de intereses si se invierte adecuadamente el capital� por lo tanto si no se recibe el dinero se sacrifica el potencial de beneficio de un euro obtenido hoy. Por otro lado est� el fen�meno de la inflaci�n, que hace perder valor a las unidades monetarias, por lo que la unidad monetaria percibida en el futuro, tendr� menos valor que esta misma unidad monetaria recibida hoy. Por consecuencia este concepto del valor temporal del dinero es fundamental en la buena gesti�n financiera, y debe estimular a las empresas a recibir el dinero lo antes posible.

Todas las empresas necesitan liquidez, como un autom�vil necesita el combustible para mantener el motor en funcionamiento y poder circular. No obstante los impagados son como p�rdidas del carburante que perjudican la velocidad de circulaci�n y siguiendo el s�mil, los incobrables son fugas de gasolina tan importantes que deben ser cortadas enseguida para evitar que el motor se quede sin combustible y se llegue a parar.

Por estos motivos es necesario que los flujos de cobro funcionen bien y que vayan inyectando constantemente y en abundancia dinero en  la tesorer�a, de modo que si las empresas obtienen liquidez constante, marchar�n bien. Por el contrario cuando una empresa no consigue cobrar puntualmente sus facturas (por culpa de la morosidad de sus clientes) no podr� atender sus propias obligaciones de pago y su tesorer�a entrar� en crisis.

Adem�s, cuando se producen incrementos de las necesidades de tesorer�a provocados por unos plazos de pago prolongados, las empresas deben buscar recurrir a terceros para obtener los medios financieros necesarios. Pero el descuento de efectos y los servicios financieros de factoring, aunque ofrecen ventajas a las empresas para la gesti�n financiera y la obtenci�n de liquidez, tambi�n suponen un coste financiero elevado y adem�s no se pueden utilizar en todos los negocios.

Otro punto es que en muchas ocasiones, los cr�ditos incobrables provocan a la empresa afectada unos quebrantos econ�micos tan importantes, que su solvencia a corto plazo se ve afectada. Y en el peor de los casos los fallidos pueden obligar a la compa��a a cesar definitivamente sus actividades empresariales.

De modo que la gesti�n activa de los cobros permite que las empresas  reciban un constante y abundante flujo de tesorer�a; dinero que pueden reinvertir en la empresa y por consiguiente no tienen que recurrir a la financiaci�n externa. Por lo cual un flujo de tesorer�a cuantioso asegura una buena salud financiera a las empresas. Y adem�s evita que �stas tengan que recurrir a fuentes de financiaci�n temporal, con lo que se consigue un ahorro considerable de intereses financieros.

Ahora bien, aquellos tiempos en los que la palabra era suficiente para garantizar el buen fin de las operaciones comerciales y en los que los malos pagadores eran se�alados con el dedo y marginados de la actividad mercantil ya han pasado a la historia. La moralidad en el mundo de los negocios no sanciona las malas pr�cticas de pago, y hoy en d�a el retrasar intencionalmente los pagos a los proveedores se considera muchas veces como equivalente a una buena gesti�n empresarial. En la actualidad se han extendido universalmente unos nefastos h�bitos de pago que suponen un riesgo importante para las empresas proveedoras de bienes y servicios.

Hay que hacer notar que el deterioro de las pr�cticas de pago no s�lo se debe a factores coyunturales, sino que tambi�n refleja una evoluci�n estructural de las relaciones entre empresas. Por lo tanto el fen�meno de la morosidad no se debe imputar �nicamente a la evoluci�n de los ciclos econ�micos, sino que tambi�n existen causas estructurales.

Indudablemente la morosidad pueda aumentar debido a causas coyunturales, como puede ser la desaceleraci�n de la actividad econ�mica o el enfriamiento de la econom�a, puesto que en per�odos dif�ciles, en los que se produce un encarecimiento del coste del dinero,  las empresas utilizan la prolongaci�n de los plazos de pago como un sustitutivo de los cr�ditos bancarios. Tambi�n es cierto que en �pocas de crisis los �ndices de morosidad se suelen disparar y  se producen fen�menos de siniestralidad en cadena, puesto que los problemas en el pago se contagian entre las empresas.

Pero adem�s hay que tener en cuenta otras causas estructurales como pueden ser la actitud de algunos actores econ�micos ((como es el caso de  las grandes corporaciones empresariales, las enormes empresas industriales, la gran distribuci�n comercial, el sector sanitario y las administraciones p�blicas) de prolongar deliberadamente los plazos de pago �o sea fuerzan al proveedor a conceder aplazamientos m�s largos� aprovechando su posici�n dominante en perjuicio de las empresas m�s peque�as.

Y otra causa estructural es la cultura de la morosidad que se ha desarrollado en los �ltimos tiempos en muchos sectores, hasta el punto que pagar tarde se ha convertido en un comportamiento econ�mico generalizado. Muchas empresas, que en sentido estricto no pueden ser calificadas como morosas, demoran intencionalmente los pagos a proveedores para obtener beneficios at�picos gracias al float comercial obtenido con los flujos de efectivo retenidos. Estas empresas se dedican a jugar con el dinero de muchos de sus suministradores �sobre todo se ceban en las empresas m�s peque�as� de modo que consiguen hacer dinero a costa de los proveedores.

Por consiguiente las pr�cticas de dilatar los pagos son b�sicamente fruto de una cultura empresarial que se ha desarrollado no s�lo debido a factores econ�micos, sino adem�s a las malas pr�cticas de pago imperantes en las relaciones mercantiles.

Para combatir la morosidad empresarial, la idea central es disponer de un buen departamento de cobros que se encargue de controlar las cuentas por cobrar y de acelerar el proceso de entrada de efectivo en la tesorer�a.

Pero hay que tener en cuenta que la gesti�n de cobros no es una funci�n que se puede realizar por si sola, sino que es una actividad que necesita tiempo y recursos.

Haciendo un s�mil podemos decir que la gesti�n de cobros es como orde�ar a las vacas. Las cuentas de clientes son como las ubres de la vaca, si el granjero se limita a poner un cubo debajo de las mamas del animal y esperar a que la leche caiga por si sola, con toda seguridad no va a obtener nada de l�quido. Pero si orde�a a diario a las vacas, podr� obtener el l�quido que es la esencia del negocio. Por supuesto para ello deber� dedicar diariamente el tiempo y el esfuerzo suficientes para el orde�o. La gesti�n de cobros se basa en el mismo principio: no esperar pasivamente a que el cliente efect�e los pagos, sino orde�ar activamente las cuentas a cobrar para sacarles jugo.

Igualmente hay que tener en cuenta que los saldos de clientes no son como los buenos vinos de crianza, en el sentido de que dej�ndolos reposar durante cierto tiempo en barricas, se consigue que aumente la calidad de los caldos, obtener excelentes vinos de reserva y hacer que suba su valor en el mercado; por el contrario las facturas vencidas son como los yogures cl�sicos (no pasteurizados); tienen un ciclo de vida muy corto y si no se cobran enseguida se echan a perder para siempre.

En cuanto al recobro de impagados, hay que tener en cuenta que por lo general, la reclamaci�n de pagos a los deudores, es considerada como una de las tareas m�s duras que se pueden hacer en la empresa. Para mucha gente ir a cobrar una deuda suele provocar una sensaci�n de embarazo (generalmente resulta m�s embarazoso para el sujeto  que quiere cobrar que para el deudor).

En los pa�ses Iberoamericanos, por motivos culturales, persiste todav�a una cierta verg�enza a la hora de reclamar el pago de una factura, puesto que no parece educado o elegante hablar de cuestiones de dinero y menos exigir el pago de una deuda.

Al rev�s de lo que sucede por ejemplo en los pa�ses anglosajones, en los que se ha desarrollado una fuerte cultura del cobro, y donde reclamar una deuda se considera algo tan natural como ofrecer un nuevo producto a los clientes, en los pa�ses Iberoamericanos no existe a�n una verdadera cultura empresarial de cobros.

La ausencia de una cultura de cobros es sin duda un hecho diferencial existente en las naciones Iberoamericanas respecto al resto del mundo; los empresarios no tienen ninguna prisa en cumplir con sus obligaciones de pago ya que por un lado no existe una presi�n social (ni tampoco legal) que les fuerce a ser puntuales en la liquidaci�n de sus deudas mercantiles (o sea no est� mal visto por la sociedad retrasar los pagos).

Y por el otro lado, los proveedores en los pa�ses Iberoamericanos son demasiado tolerantes con los deudores; en efecto a la gente de las empresas les gusta m�s dedicarse a vender y a hacer relaciones p�blicas con los clientes que a hablar de las condiciones de pago y a reclamar el pago puntual de las facturas.

Adem�s en los pa�ses Iberoamericanos hay una conciencia colectiva de resignaci�n a cobrar tarde, de modo que el sentimiento imperante en las empresas espa�olas es que cobrar tarde o cobrar mal, es algo habitual  y  no se puede hacer nada para evitarlo.

Por consecuencia los directivos iberoamericanos por una cuesti�n cultural, son reticentes a la hora de reclamar el pago de las facturas pendientes. Este pudor forma parte de la cultura hispana en la que la tradici�n considera de mal gusto tratar abiertamente las cuestiones pecuniarias, por lo que al personal  de las empresas proveedoras les da apuro recordar a los clientes que han de efectuar el pago de las deudas vencidas.

Igualmente el temor a experimentar el rechazo del cliente, frena las iniciativas de reclamaci�n de los acreedores.

Los ejecutivos hispanos son excelentes vendedores de sus productos,  tanto en el mercado nacional como en el internacional, pero en cambio son mediocres cobradores de sus cr�ditos comerciales, puesto que les gusta vender y hacer negocios, pero les disgusta hablar de dinero y solicitar el pago de las operaciones. Por consiguiente en los pa�ses iberoamericanos todav�a da corte pedir a los deudores que paguen, debido a un sentimiento de verg�enza mezclado al de culpabilidad.

Estos condicionantes tan propicios para los morosos, incluso llevan a situaciones perversamente absurdas, en las que el deudor se hace el ofendido cuando el leg�timo acreedor le solicita el pago de la factura vencida hace muchos d�as, y el representante del acreedor acaba pidiendo disculpas al moroso por las molestias ocasionadas y por haber dudado de su honorabilidad  (por supuesto sin haber conseguido cobrar un c�ntimo del d�bito) lo que no deja de ser una circunstancia exquisitamente surrealista e inconcebible en otras latitudes.

Esta falta de cultura empresarial para reclamar los cobros no existe en la Europa no ib�rica, en los USA, o en Canad�, puesto que en estos pa�ses cuando se hacen negocios lo primero que se hace es dejar bien claras las condiciones de pago y los hombres de negocios europeos y estadounidenses son muy rigurosos con el cumplimiento de los plazos de pago. Las empresas en el norte de Europa y las de los USA, practican la tolerancia cero con los deudores y al d�a siguiente del vencimiento ya est�n reclamando  el pago de las facturas pendientes (a las que han sumado sus correspondientes intereses de demora).

Adem�s mucha gente piensa err�neamente que reclamar deudas es sin�nimo de confrontaci�n. Es decir la imagen de un enfrentamiento con el deudor acude instant�neamente a la mente del empleado inexperto, al que se le encomienda el cobro de una factura impagada.

El miedo al rechazo y a una posible confrontaci�n, hacen que el acreedor demore innecesariamente la acci�n de cobros. Por este motivo muchas empresas esperan d�as e incluso semanas para poder cobrar por miedo a un enfrentamiento con el deudor. Consecuentemente la gente evita reclamar impagados porque quiere ahorrarse una situaci�n desagradable. Esto hace que los cobros sean la funci�n menos popular en la empresa, ya que  para muchos cobrar significa tener que enfrentarse, discutir, gritar, amenazar e insultarse con los deudores.

Pero los profesionales del cobro de impagados saben que la mayor�a de la gente acaba pagando si se les pide adecuadamente que cumplan con sus obligaciones. Por consiguiente solicitar el pago de una deuda no tiene porque ser un acto de confrontaci�n, sino una pr�ctica normal en los negocios.

Por lo tanto podemos afirmar que con m�todos de cobro normales y un comportamiento natural se puede cobrar el 95% de las deudas.

La recuperaci�n de impagados tampoco requiere estrategias complicadas o complejos planes de acci�n para hacer pagar a los deudores. En lugar de emprender actuaciones intrincadas, el mejor camino para recobrar un impagado es dirigirse directamente al deudor y pedirle que pague. La mayor�a de las veces se consigue el cobro tras una negociaci�n con el moroso y haber llegado a un compromiso de pago.  

 


Pere J. Brachfield

*Pere J. Brachfield es Consultor de empresas y
Profesor de la Escuela de Administraci�n de
Empresas de Barcelona, Espa�a. Especialista en
Credit Management (gesti�n del cr�dito y cobro), es Director de formaci�n de la Asociaci�n Profesional de Gerentes de Cr�dito, y Presidente de FECMA, Federaci�n Europea de Credit Managers, instituci�n europea que agrupa a m�s de 15.000 profesionales de 14 pa�ses. Es autor de los libros:
Recobrar Impagados y Negociar con Morosos
C�mo Vender a Cr�dito y Cobrar sin Contratiempos , y Jaque a los Impagados.

Si desea comunicarse con el autor puede enviarle un e-mail a: [email protected]

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