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El liderazgo d� resultados
Daniel Goleman
Art�culo publicado en Harvard Business Review

 

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Recientes investigaciones sugieren que los mejores directivos utilizan una gama 
de estilos de direcci�n distintos - cada uno en su justa medida en el momento m�s oportuno. Tal flexibilidad a la hora de actuar es dif�cil de practicar, sin embargo 
merece la pena. Y lo que es mejor, se puede aprender a hacerlo.

Si se pregunta a cualquier grupo de profesionales "�Qu� hacen los mejores l�deres?", las respuestas suelen ser de la m�s variada �ndole. Los buenos l�deres fijan la estrategia; motivan al equipo; desarrollan una misi�n; crean una cultura corporativa. Sin embargo cuando se pregunta "�Qu� deben hacer los mejores lideres?", si el grupo est� compuesto por profesionales experimentados, es probable que la respuesta sea un�nime: la principal misi�n del l�der es conseguir resultados.

Si el "qu�", est� claro, el "c�mo" no lo es tanto. La b�squeda de una receta m�gica que explica lo que los l�deres pueden y deben hacer para impulsar a su gente a dar lo mejor de s� misma es eterna. En los �ltimos tiempos, este misterio ha alimentado a un nuevo nicho de mercado: literalmente miles de "expertos en liderazgo" han desarrollado sus carreras examinando y capacitando a directivos, todo encaminado a crear profesionales capaces de alcanzar objetivos retadores - sean estrat�gicos, financieros, organizativos o una combinaci�n de los tres.

Aun as�, muchas personas y organizaciones no acaban de encontrar el liderazgo que necesitan. Una raz�n es que hasta muy recientemente, no exist�an investigaciones v�lidas que demuestren con exactitud los comportamientos de liderazgo que est�n ligados a resultados positivos. Los expertos en liderazgo ofrecen sus consejos bas�ndose en sus experiencias, conclusiones e instintos. A veces la clave est� en estos consejos; a veces no.

A pesar de todo ello, una nueva investigaci�n hecha por la consultora Hay/ McBer, bas�ndose en una muestra aleatoria de 3.871 directivos seleccionados de una base de datos compuesta por m�s de 20.000 directivos a nivel mundial, ayuda mucho a desvelar el misterio del liderazgo eficaz. Esta investigaci�n identific� seis estilos de liderazgo distintos, cada uno teniendo su ra�z en un componente distinto de la inteligencia emocional. Estos estilos, analizados de forma individual, parecen tener un impacto directo y real sobre el ambiente de trabajo de la compa��a, divisi�n o equipo y a su vez sobre sus resultados financieros. Y quiz�s el descubrimiento m�s importante: la investigaci�n indica que los l�deres que obtienen los mejores resultados no dependen �nicamente de un estilo de liderazgo en particular, sino que tienden a utilizar la mayor�a de estos estilos a lo largo de un periodo determinado - de forma armoniosa y graduado - en funci�n de la situaci�n del negocio. Se puede entonces plantear el parecido entre los estilos y los palos de golf que un profesional lleva al campo. A lo largo del partido, el jugador elige los palos en funci�n de las particularidades del hoyo. A veces su decisi�n es m�s dif�cil, pero en la mayor�a de los casos es autom�tico. El jugador intuye el reto por venir, r�pidamente saca la herramienta adecuada la emplea con elegancia. Del mismo modo trabajan los l�deres de alto impacto.

�Cu�les son los seis estilos de liderazgo? Ninguno representa una sorpresa para personas acostumbradas al d�a a d�a del lugar de trabajo. De hecho, cada estilo, por su nombre y una breve definici�n, sonar� a cualquiera que lidera, es liderado, o, como en la mayor�a de nuestros casos, hace las dos cosas. Los L�deres Coercitivos demandan conformidad inmediata. Los L�deres Orientativos movilizan a su gente hacia su visi�n. Los L�deres Afiliativos fomentan lazos afectivos y relaciones arm�nicas con su gente. Los L�deres Participativos crean consenso a trav�s de la participaci�n. Los L�deres Imitativos esperan excelencia y autonom�a de su equipo. Y los L�deres Capacitadores desarrollan a su gente para el futuro.

Pensando un momento, seguramente se le ocurre un colega que utiliza y simboliza alguno de estos estilos. Seguramente Ud. utiliza por lo menos uno tambi�n. Lo que esta nueva investigaci�n aporta es, entonces, implicaciones para la acci�n. Primero, ofrece una explicaci�n pormenorizada de la forma en que los distintos estilos de liderazgo afectan el desempe�o y los resultados. Segundo, ofrece claras indicaciones para identificar cu�ndo y c�mo un directivo debe cambiar de estilo. Tambi�n destaca la importancia de flexibilidad a la hora de utilizar distintos estilos. Otra novedad del estudio es la relaci�n de cada estilo con un componente distinto de la inteligencia emocional.

La Medici�n del Impacto de los Estilos
Han pasado m�s de diez a�os desde que la investigaci�n lig� aspectos de inteligencia emocional con los resultados de negocio. El ya desaparecido David McClelland, un conocido psic�logo de Harvard University, descubri� que los l�deres cuyos puntos fuertes de centraban en una base de seis o m�s competencias de inteligencia emocional eran m�s efectivos en su trabajo que sus compa�eros que no las mostraron. Por ejemplo, cuando analiz� el desempe�o de directores de divisi�n en una compa��a internacional de alimentaci�n y bebidas, descubri� que entre los l�deres que demostraron esta base de competencias, un 87% formaron parte del tercio que m�s aumento hab�a percibido en sus bonos anuales, basados en los resultados de negocio obtenidos. Y lo que es m�s, sus divisiones consiguieron, como medio, unos resultados del 15% a 20% por encima de lo presupuestado. Raramente los directivos que carec�an de alg�n componente de inteligencia emocional lograron puntuaciones excelentes en las evaluaciones anuales de desempe�o, y sus divisiones no alcanzaron los resultados esperados, qued�ndose una media del 20% por debajo del presupuesto.

Nuestra investigaci�n ten�a como objetivo ampliar nuestra visi�n en cuanto a la relaci�n entre los conceptos de liderazgo e inteligencia emocional, clima y desempe�o. Un equipo de compa�eros de McClelland liderado por Mary Fontaine y Ruth Jacobs de Hay/ McBer estudiaron datos sobre miles de directivos, prestando especial inter�s a comportamientos espec�ficos y sus efectos sobre el clima. �C�mo motiv� cada persona a sus colaboradores directos? �Gestion� iniciativas de cambio/ situaciones de crisis? Fue en una fase posterior de nuestro an�lisis cuando pudimos identificar las distintas capacidades de inteligencia emocional que influyen en cada uno de los seis estilos de liderazgo. �Qu� nivel de auto control y habilidades sociales demuestra? �El l�der demuestra un alto o bajo nivel de empat�a?

El equipo evalu� el c�rculo de influencia directa de cada directivo para identificar su clima. "Clima" no es una terminolog�a amorfa. Originalmente definido por los psic�logos George Litwin y Richard Stringer y posteriormente redefinido por McCelland y sus colegas, se refiere a seis factores clave que influyen en el ambiente de trabajo de una organizaci�n: flexibilidad - el grado de libertad que los colaboradores sienten que se les otorga para innovar sin burocracia; su sentido de responsabilidad hacia la organizaci�n; el nivel de est�ndares que se les fijan; la sensaci�n de que el feedback y la evaluaci�n que reciben sobre su desempe�o es adecuado y se les recompensa de forma justa; la claridad que las personas de la organizaci�n tienen a- cerca de su misi�n y valores; y finalmente, el nivel de compromiso con un prop�sito com�n.

Descubrimos que los seis estilos de liderazgo tienen un efecto medible sobre cada variable del clima. (Para m�s informaci�n, ver anexo "Vamos al Grano: El impacto de los Estilo de Liderazgo sobre los Variables de Clima"). M�s adelante, cuando analizamos el impacto de clima sobre los resultados financieros - ventas, incremento de los ingresos, eficiencia y rentabilidad - encontramos una correlaci�n directa entre los dos. Aquellos l�deres que utilizaron estilos que afectaron al clima positivamente obtuvieron mejores resultados financieros que otros. Por ello no pretendemos decir que el clima organizativo es el �nico factor que influye en el desempe�o. Las condiciones econ�micas y el mercado son enormemente importantes. Aun as� nuestro an�lisis indica que el clima puede explicar la tercera parte de los resultados obtenidos y un factor de tal impacto es simplemente demasiado poderoso como para ignorarlo.

Los Estilos en Detalle
Los directivos utilizan seis estilos de liderazgo, sin embargo solo cuatro de ellos tienen, consistentemente, un efecto positivo sobre el clima y los resultados. Vamos a ver cada estilo de liderazgo en detalle (Para resumen ver el cuadro "Los Seis Estilos de Liderazgo")

El Estilo Coercitivo. La empresa inform�tica estaba en crisis - sus ventas e ingresos estaban cayendo, sus acciones estaban perdiendo valor vertiginosamente y los accionistas estaban furiosos. El comit� de direcci�n contrat� a un nuevo presidente cuya reputaci�n le avalaba como un mago de la recuperaci�n empresarial. Empez� acotando puestos, vendiendo divisiones y tomando las decisiones duras que deb�an haberse tomado hac�a a�os. La compa��a estaba a salvo, por lo menos a corto plazo.

Desde su primer d�a, el presidente cre� un reino del terror, atemorizando y despreciando a sus directivos, bramando cada vez que alguno se equivocaba en lo m�s m�nimo. Los primeros niveles de la empresa se hab�an reducido al m�nimo, no solo por sus despidos err�ticos sino tambi�n por las fugas. Los colaboradores directos del presidente, asustados por su tendencia de "matar al mensajero" no solo dejaron de transmitirle las noticias negativas sino tambi�n todas las novedades de la empresa. La moral nunca hab�a sido m�s baja - un hecho que qued� reflejado en una ca�da en el negocio poco despu�s de la recuperaci�n. Finalmente el comit� de direcci�n despidi� al presidente.

Es f�cil comprender porqu� de todos los estilos de liderazgo, el coercitivo es el menos efectivo en la mayor�a de las situaciones. Consideremos c�mo el estilo afecta al clima de la organizaci�n. La flexibilidad es lo primero en sufrir. La toma de decisi�n desde arriba hace que las nuevas ideas nunca salgan a la luz. Las personas sienten que no se las respeta; plantean: "para qu� voy a hacer sugerencias si a final van a pasar de mis ideas". A la vez, el sentido de responsabilidad desaparece: las personas siendo incapaces de actuar por su propia iniciativa, no se sienten "due�os" de su trabajo y no perciben que su desempe�o depende de ellos mismo. Las personas pueden llegar a resentir este hecho tanto que adoptan la actitud "no voy a ayudar a este cabr�n".

El liderazgo coercitivo tambi�n tiene efectos negativos sobre el sistema de recompensa. La mayor�a de los trabajadores con un buen desempe�o son motivados por algo m�s a parte del dinero - buscan la satisfacci�n del trabajo bien hecho. El estilo coercitivo corroe tal orgullo. Finalmente el estilo, deshace una de las herramientas b�sicas del l�der: motivar a las personas demostr�ndoles como su trabajo encaja en la gran misi�n que todos en la organizaci�n comparten. La falta de una visi�n supone la p�rdida de claridad y compromiso y deja a las personas ajenas a su propio trabajo, pregunt�ndose "�Qu� importa todo esto?"

Dado el impacto del estilo coercitivo, uno puede suponer que nunca debe ser utilizado. Nuestra investigaci�n, sin embargo, descubri� algunas situaciones en las que el coercitivo funcion� estupendamente. Consideremos el caso de un presidente de divisi�n que se contrat� para cambiar la orientaci�n de una compa��a de alimentaci�n que estaba perdiendo dinero. Su primera acci�n fue derribar el sal�n de actos del comit� ejecutivo. Para este hombre, el sal�n - con su gran mesa de m�rmol se parec�a al centro de comando de una nave espacial - era un s�mbolo de la tradici�n de formalidad que estaba paralizando la compa��a. La destrucci�n del sal�n, y el traslado subsecuente a un lugar m�s peque�o e informal, transmiti� un claro mensaje, y la cultura de la divisi�n cambi� r�pidamente en consecuencia.

Habiendo dicho todo ello, el estilo coercitivo se debe utilizar con extrema cautela y en las pocas situaciones en que es absolutamente necesario, como durante una recuperaci�n o cuando una compra hostil est� en el horizonte. Es estos casos, el estilo coercitivo puede ayudar a romper costumbres perjudiciales para el negocio y producir un shock que obliga a las personas trabajar de otra forma. Es siempre apropiado durante aut�nticas urgencias, tal y como despu�s de un terremoto o un incendio. Y puede valer en el caso de empleados problem�ticos, con quienes todo lo dem�s ya haya fracasado. Sin embargo, si un l�der depende �nicamente de este estilo o contin�a utiliz�ndolo una vez que la urgencia haya pasado, a largo plazo el impacto de su falta de sensibilidad en la moral y los sentimientos de su equipo ser� desastroso.

El Estilo Orientativo. Tom era vice presidente de marketing de una cadena nacional de restaurantes especializada en pizzas que no acaba de despegar. Sin duda, la pobre actuaci�n de la compa��a era una gran preocupaci�n para los gerentes m�s experimentados, sin embargo no sab�an por donde empezar. Cada lunes se reun�an para repasar las ventas, luchando para idear nuevas soluciones a sus problemas. Para Tom, el planteamiento no ten�a sentido. "Siempre estamos intentando averiguar por qu� las ventas fueron bajas la semana pasada. Ten�amos toda la empresa mirando hacia atr�s en vez de estar pensando en lo que deb�amos hacer ma�ana."

Tom vio la oportunidad de cambiar la forma de pensar de la gente en una reuni�n estrat�gica fuera de la oficina. All�, la conversaci�n empez� con generalidades trilladas: la compa��a ten�a que incrementar el valor para el accionista y aumentar el retorno sobre activos. Tom crey� que estas ideas no ten�an el poder de impacto necesario para inspirar a un gerente de restaurante a ser innovador o a hacer su trabajo de forma excelente.

As� que Tom tom� una decisi�n dr�stica. A mitad de la reuni�n suplic� apasionadamente a sus colegas que pensaran por un momento desde el punto de vista de sus clientes. "Los clientes quieren facilidades"- dijo. La compa��a no estaba en el negocio de restauraci�n sino era una empresa de distribuci�n de un producto de alta calidad y f�cil acceso, la pizza. Esta idea - y nada m�s - deb�a impulsar todo que la empresa hac�a.

Con su gran entusiasmo y su visi�n clara - los pilares del estilo orientativo - Tom llen� el vac�o de liderazgo que exist�a en la empresa. De hecho, su concepto se convirti� en la base de la nueva misi�n. Sin embargo esta rompedora visi�n era simplemente el principio. Tom se asegur� de que la misi�n fuera incorporada en el proceso de planificaci�n estrat�gica de la compa��a para fijarla como la base de crecimiento de la compa��a. Tambi�n se asegur� de que se explicara la visi�n de tal forma que los gerentes de los restaurantes locales comprendieran que ellos eran la pieza clave en el �xito de la empresa y ten�an en sus manos la libertad de descubrir nuevas formas de distribuir pizza.

Los cambios ocurrieron con rapidez. En pocas semanas, muchos gerentes locales empezaron a garantizar nuevas y m�s r�pidas formas de entregar. Y lo que es incluso mejor, empezaron a comportarse como empresarios, encontrando interesantes locales para abrir nuevas tiendas: kioscos en las esquinas de calles c�ntricas y en las estaciones de autob�s y tren, incluso desde carritos en aeropuertos y los vest�bulos de hoteles.

El �xito de Tom no fue un accidente. Nuestra investigaci�n indica que de los seis estilos de liderazgo, el orientativo es el m�s efectivo, mejorando todas las variables de clima. Por ejemplo claridad. El l�der orientativo es un visionario; motiva a las personas aclar�ndoles c�mo su trabajo encaja en la foto completa que contempla la organizaci�n. Las personas que trabajan para l�deres con este estilo entienden que su trabajo importa y saben por qu�. El liderazgo orientativo tambi�n maximiza el compromiso hacia los objetivos y la estrategia de la organizaci�n. Al enmarcar las tareas individuales dentro de una gran visi�n, el l�der orientativo define los est�ndares que hacen funcionar en la realidad su visi�n. Cuando da feedback sobre el desempe�o - tanto positivo como negativo - est� determinado si el desempe�o de la persona est� ayudando a conseguir la visi�n. Los est�ndares de �xito son claros para todos, as� como las recompensas. Finalmente, hay que considerar el impacto de este estilo sobre la flexibilidad. Un l�der orientativo describe su punto final, pero generalmente deja a las personas mucho margen para averiguar su propio camino. Los l�deres orientativos otorgan a su gente la libertad para innovar, experimentar y tomar riesgos calculados.

Dado su impacto positivo, el estilo orientativo funciona bien en casi cualquier situaci�n. Es particularmente efectivo cuando el negocio se mueve sin rumbo. Una figura orientativa mira hacia un nuevo horizonte y vende a su equipo una refrescante visi�n a largo plazo.

El estilo orientativo, potente como lo es, no funciona en todas las situaciones. El planteamiento fracasa, por ejemplo, cuando el l�der trabaja con un equipo de expertos o colaterales con m�s experiencia que �l mismo; pueden percibir al l�der como engre�do o fuera de onda. Otra limitaci�n: si un gestor que intenta ser orientativo se excede y act�a con demasiado protagonismo, puede destruir el esp�ritu igualitario necesario en un equipo efectivo. Aun con estos peligros, los l�deres ser�an inteligentes si se lanzaran a probar el estilo orientativo m�s a menudo. No necesariamente asegura un eagle, pero sin duda ayuda para un drive largo.

El Estilo Afiliativo. Si el l�der coercitivo obliga a "haz lo que digo", y el orientativo pide "ven conmigo", el l�der afiliativo dice "las personas son lo primero". Este estilo de liderazgo gira en torno a las personas - quienes lo emplean, valoran a los individuos y sus emociones por encima de las tareas y los objetivos. El l�der afiliativo se esfuerza para que sus empleados est�n felices y la relaci�n entre ellos sea arm�nica. Gestiona a trav�s del desarrollo de lazos afectivos para luego recoger los resultados de este planteamiento, principalmente una fuerte lealtad. El estilo tambi�n tiene un efecto muy positivo sobre la comunicaci�n. Las personas que se encuentran c�modas entre s� hablan mucho. Comparten ideas e inspiraci�n. El estilo aumenta la flexibilidad; los amigos se f�an unos de otros, permitiendo que los h�bitos de innovaci�n y toma de riesgos se desarrollen. La flexibilidad tambi�n aumenta porque el l�der afiliativo, como un padre que ajusta las normas de la casa para un ni�o que se hace adolescente, no impone restricciones no necesarias sobre c�mo el empleado ha de hacer su trabajo. El l�der da a las personas la libertad de hacer su trabajo de la forma que a cada uno le parece m�s efectiva.

En cuanto al reconocimiento y recompensa para el trabajo bien hecho, el l�der afiliativo ofrece generosamente el feedback positivo. Este tipo de feedback tiene una fuerza especial en el trabajo porque es poco usual: aparte de la revisi�n anual, la mayor�a de las personas no suele recibir feedback sobre sus esfuerzos del d�a a d�a, o en todo caso, reciben s�lo feedback negativo. Todo ello hace que las palabras positivas del l�der afiliativo sean muy motivadoras. Finalmente, los l�deres afiliativos son maestros del arte de cultivar el sentido de pertenencia. Tienden, por ejemplo, a invitar a alguien de su equipo a una comida o copa - uno a uno -, para ver que tal les va, o traen una tarta para celebrar el �xito del grupo. Son desarrolladores de relaciones natos.

Joe Torre, el alma del New York Yankees es un cl�sico ejemplo de l�der afiliativo. Durante la final del World Series del 1999, Torre cuid� con mimo las mentes de sus jugadores mientras aguantaban la presi�n de los �ltimos partidos. A lo largo de la temporada, tom� un especial inter�s en elogiar a Scott Brosius, cuyo padre hab�a fallecido poco antes, para mantenerle motivado incluso en ese mal momento. En la fiesta despu�s del �ltimo partido, Torre busc� especialmente a Paul O'Neill. Aunque O'Neill hab�a recibido la noticia de la muerte de su padre la misma ma�ana, O'Neill decidi� jugar en este partido clave - y al finalizar rompi� a llorar. Torre tom� un momento para reconocer el esfuerzo personal que hab�a realizado O'Neill, llam�ndole un "guerrero". Torre tambi�n se aprovech� del momento de la celebraci�n de la victoria para reconocer espec�ficamente a dos jugadores cuyo regreso al equipo al a�o siguiente estaba amenazado por problemas con sus contratos. Al hacer eso, mand� un mensaje claro al equipo y al due�o del club significando lo mucho que �l valoraba a estos jugadores - demasiado como para perderlos.

A parte de cuidar las emociones de su gente, un l�der afiliativo puede tambi�n atender a sus propias necesidades emotivas abiertamente. El a�o que el hermano de Torre estaba a punto de morir esperando un transplante de coraz�n, �l comparti� sus preocupaciones con sus jugadores. Tambi�n habl� sencillamente con el equipo a cerca del tratamiento de su c�ncer de pr�stata.

El impacto generalmente positivo que el estilo afiliativo tiene lo hace un buen planteamiento todo terreno, sin embargo los l�deres deben emplearlo en particular cuando intentan fomentar la armon�a del equipo, subir la moral, mejorar la comunicaci�n o crear m�s confianza. Por ejemplo, un directivo en nuestro estudio fue contratado para remplazar a otro l�der del equipo que se hab�a mostrado poco escrupuloso. El l�der anterior se hab�a apropiado del �xito del trabajo de los miembros de su equipo y hab�a intentado crear conflicto entre ellos. Sus esfuerzos acabaron fracasando, pero dejaron el equipo receloso y cansado. La nueva directora logr� remediar la situaci�n dejando ver sus emociones, creando una imagen honesta ante su equipo y restableciendo los lazos entre sus miembros. Algunos meses despu�s, su liderazgo hab�a creado una nueva sensaci�n de compromiso y energ�a.

A pesar de sus beneficios, el estilo afiliativo no debe ser utilizado de forma �nica. Su enfoque basado en el elogio puede permitir que un desempe�o pobre no se corrija; los empleados pueden percibir que la mediocridad se tolera. Dado que los l�deres afiliativos raramente ofrecen consejos constructivos para mejorar, los empleados han de averiguar c�mo hacerlo por s� solos. Cuando las personas necesitan claras directrices para afrontar nuevos retos, el estilo afiliativo les deja sin tim�n. Claramente, depender demasiado de este estilo puede llevar a un grupo al fracaso. Quiz�s es por eso que muchos l�deres afiliativos, como Torre, utilizan este estilo unido al estilo orientativo. Los l�deres orientativos definen una visi�n, fijan est�ndares y hacen que las personas sepan c�mo su trabajo est� contribuyendo a los objetivos del grupo. Si se alterna con un planteamiento de cuidar y nutrir como el l�der afiliativo, es una combinaci�n potente.

El Estilo Participativo. La Hermana Mary dirige una red de colegios cat�licos en una gran cuidad. Uno de los colegios - el �nico colegio privado de un barrio pobre - hab�a estado perdiendo dinero durante a�os y el arzobispado ya no pod�a soportar el gasto de mantenerla abierta. Cuando la Hermana Mary finalmente recibi� la orden de cerrarlo, hizo algo m�s que simplemente cerrar las puertas. Convoc� una reuni�n de todos los maestros y personal del colegio y les explic� los detalles de la crisis financiera - era la primera vez que las personas del colegio fueron incluidas en la parte m�s "empresarial" de la instituci�n. Les pidi� sugerencias sobre formas de mantener el colegio abierto y para gestionar su cierre, si fuera necesario. La Hermana Mary pas� mucho de su tiempo simplemente escuchando.

Hizo lo mismo en reuniones posteriores para los padres y para la comunidad y durante una serie de reuniones para los maestros y personal del colegio. Despu�s de dos meses de reuniones, el consenso estaba claro: el colegio tendr�a que cerrar. Se hizo un plan para llevar los estudiantes a otros colegios del sistema.

El resultado final no fue diferente que si la Hermana Mary hubiera cerrado el colegio el mismo d�a que recibi� la noticia. Pero al permitir que las personas que compon�an el colegio llegasen a la decisi�n de forma colectiva, la Hermana Mary evit� enfrentarse a los reproches que hubieran acompa�ado tal comunicaci�n. Las personas lamentaron la p�rdida del colegio, pero a la vez entendieron sus causas. Casi nadie ten�a objeciones.

Comparemos esto con las experiencias de un cura en nuestra investigaci�n que dirigi� otro colegio cat�lico. �l tambi�n recibi� �rdenes de cerrarlo. Y as� lo hizo - por decreto. El resultado fue un desastre: los padres presentaron demandas judiciales, los maestros y padres hicieron una huelga y los peri�dicos locales sacaron editoriales atacando su decisi�n. Tard� un a�o en resolver las disputas antes de que finalmente pudiera cerrar el colegio.

La Hermana Mary es un ejemplo del estilo participativo en acci�n - y de sus beneficios. Al invertir tiempo obteniendo las ideas y el apoyo de las personas, un l�der fomenta la confianza, el respecto y el compromiso. Al dejar que los empleados tengan una voz en las decisiones que afectan a sus objetivos y a la forma en que hacen su trabajo, el l�der participativo incrementa la flexibilidad y la responsabilidad. Al escuchar las preocupaciones de los empleados, el l�der participativo aprende lo que hay que hacer para mantener la moral alta. Finalmente, dado que tienen un voto en la fijaci�n de sus objetivos y los par�metros para medir su �xito, las personas que trabajan en un entorno participativo tienden a ser m�s realistas acerca de qu� pueden y que no.

A pesar de ello, el estilo participativo tiene sus inconvenientes, y por ello no tiene un impacto sobre el clima tan alto como los otros estilos. Una de las consecuencias m�s negativas pueden ser las reuniones interminables donde se dejan reposar ideas, el consenso se resiste y el �nico resultado visible es la fijaci�n de fechas de m�s reuniones. Algunos l�deres participativos utilizan este estilo para evitar la toma de decisiones cruciales, con la esperanza de que con d�ndole suficientes vueltas al tema, acabar� por aclararse. En realidad, su gente acaba sinti�ndose confusa y echando en falta un l�der. Tal planteamiento puede incluso acabar empeorando los conflictos.

�Cu�ndo funciona este estilo mejor? Este planteamiento es el mejor cuando el l�der tampoco sabe cu�l es la mejor forma de proceder y necesita las ideas y orientaci�n de empleados capaces. E incluso si el l�der tiene una visi�n clara, el estilo participativo es efectivo para generar nuevas ideas que ayuden a materializar la visi�n.

El estilo participativo, como era de esperar, tiene mucho menos sentido cuando los empleados no est�n formados o no tienen la informaci�n suficiente para aportar opiniones v�lidas. No hace falta destacar que en momentos de crisis no son los adecuados para crear consenso. Vemos por ejemplo el caso de un Presidente cuya compa��a inform�tica estaba siendo amenazada por serios cambios en el mercado. Siempre busc� el consenso para definir los pr�ximos pasos. A medida que los competidores le robaban sus clientes y las necesidades de los clientes iban cambiando, �l segu�a organizando comit�s para analizar la situaci�n. Cuando el mercado dio un giro brusco debido a una nueva tecnolog�a, �l se qued� paralizado. El Comit� de Direcci�n le remplaz� antes de que pudiera montar otro "task force" para considerar la situaci�n. El nuevo presidente hizo gala del estilo orientativo durante los primeros meses, ocasionalmente utilizando los estilos participativo y afiliativo.

El Estilo Imitativo. Como el estilo coercitivo, el estilo imitativo forma parte del repertorio de l�der, aunque se debe moderar su uso. No esper�bamos llegar a esta conclusi�n cuando empezamos nuestra investigaci�n. En el fondo, las bases del estilo imitativo parecen admirables. El l�der fija est�ndares de desempe�o extremadamente altos y los ejemplifica. Su obsesi�n es hacer todo mejor y m�s r�pido, y exige que todas las personas de su alrededor cumplan estos criterios. R�pidamente identifica a las personas con bajos niveles de desempe�o y les exige m�s. Si no cumplen sus expectativas, los reemplaza con personas m�s capaces. A primera vista, parece que tal planteamiento mejorar�a los resultados, pero no es as�.

De hecho, el estilo imitativo, destruye el clima de un equipo. Muchos empleados se sienten abrumados por las exigencias de excelencia del l�der, y su moral cae. Las normas de trabajo deben estar claras para el l�der, pero no las explica con claridad, sino que espera que las personas sepan lo que deben hacer e incluso piensa "si te lo tengo que decir, no eres la persona adecuada para este trabajo". El trabajo no es una cuesti�n de esforzarse al m�ximo para conseguir unos objetivos, sino que se convierte en un ejercicio de adivinaci�n de qu� quiere el l�der. Al mismo tiempo, las personas sienten que el l�der no conf�a en ellas para hacer su trabajo libremente o para tomar iniciativas propias. La flexibilidad y la responsabilidad desaparecen, y el trabajo se convierte en una serie de tareas altamente focalizadas y rutinarias que aburren a los empleados.

En cuanto a las recompensas, el l�der imitativo no da feedback sobre el trabajo sino que se lanza a tomar las riendas cuando le parece que algo est� fallando. Y si el l�der se ausenta, las personas sienten que "han perdido el rumbo" dado que est�n acostumbrados a trabajar junto a un experto que fija las normas. Finalmente, el compromiso se evapora bajo el r�gimen de un l�der imitativo porque las personas no tienen la sensaci�n de estar trabajando para conseguir un objetivo com�n.

Como ejemplo del estilo imitativo, tenemos el caso de Sam, un bioqu�mico en el �rea de I+D de una gran empresa farmac�utica. Su alto nivel t�cnico hizo de Sam una estrella muy pronto: todos acud�an a �l para buscar ayuda. R�pidamente fue promocionado a jefe de equipo para el desarrollo de un nuevo producto. Los otros cient�ficos que completaban el equipo eran tan competentes y motivados como Sam. Su enfoque como l�der del equipo consist�a en ofrecerse a s� mismo como ejemplo de c�mo hacer el trabajo de su campo con un alto nivel de exigencia bajo una fuerte presi�n de tiempo, dando su apoyo especial cuando era necesario. Su equipo termin� su encargo en un tiempo r�cord.

Pero entonces a Sam se le dio una nueva responsabilidad: se le promocion� a director de I+D para toda su divisi�n. A medida que sus tareas se multiplicaban ten�a que crear una visi�n, coordinar diferentes proyectos, delegar m�s responsabilidades y ayudar al desarrollo de otros, y Sam empez� a fallar. No confiaba en las capacidades de sus subordinados, y empez� a practicar la "microgesti�n": los detalles del trabajo se convirtieron en su obsesi�n y se encarg� personalmente del trabajo de las personas cuyo rendimiento no cubr�a sus expectativas. En vez de confiar en que mejorar�n con su orientaci�n y un proceso de desarrollo, Sam se vi� trabajando las noches y fines de semana despu�s de asumir el control de un proyecto de investigaci�n que iba mal. Finalmente, ante la sugerencia de su propio jefe, y para su tranquilidad, volvi� a su anterior puesto como jefe de equipo de desarrollo.

Aunque Sam fall�, el estilo imitativo no siempre acaba en desastre. El planteamiento funciona bien cuando todos los empleados est�n motivados, son muy competentes y/o necesitan poca direcci�n y coordinaci�n. Por ejemplo, puede funcionar para l�deres de equipos compuestos por profesionales altamente formados y motivados, como grupos de I+D o abogados. Y cuando se trata de liderar un equipo con talento, el estilo imitativo hace precisamente esto: consigue que se haga el trabajo dentro o antes que la fecha l�mite. A pesar de ello, como todos los estilos de liderazgo, el estilo imitativo nunca debe ser utilizado en exclusividad.

El Estilo Capacitador. Una unidad de producto en una empresa global del sector tecnol�gico hab�a comprobado como sus ventas ca�an de un precio que doblaba el de la competencia a un precio de la mitad. As� que Lawrence, el director de la divisi�n de producci�n, decidi� cerrar la unidad y reasignar sus personas y productos. Cuando James, el gerente de la unidad afectada lo supo, decidi� puentear a su jefe y hablar con el presidente.

�Qu� hizo Lawrence? En vez de echar una bronca a James, le sent� y le habl� no solo de su decisi�n de cerrar la divisi�n sino tambi�n del futuro de James. Le explic� c�mo cambiarse a otra divisi�n le ayudar�a a desarrollar nuevas habilidades, le convertir�a en un mejor l�der y le ense�ar�a m�s sobre el negocio de la Compa��a.

Al final Lawrence se port� m�s como un consejero que como un jefe tradicional. Escuch� a James acerca de sus preocupaciones y Lawrence le hizo saber las suyas. Explic� que para �l, James se hab�a estancado en su puesto actual, era al fin y al cabo toda la experiencia que ten�a en la empresa. Lawrence expres� su seguridad de que James se desarrollar�a en su nuevo rol.

Luego, la conversaci�n dio un giro hacia temas m�s pr�cticos. James aun no se hab�a reunido con el presidente, la reuni�n que hab�a exigido unilateralmente a conocer el plan de cerrar su divisi�n. Con esto en mente, y tambi�n con la conciencia de que el presidente le hab�a dado su apoyo incondicional al cierre de la unidad, Lawrence aprovech� para darle a James algunas claves para su presentaci�n "no tienes una reuni�n con el presidente muy a menudo, " dijo, " vamos a asegurarnos que le impresionas". Le aconsej� a James que no hablara de su caso particular sino del de la unidad de negocio. "Si le parece que buscas laureles, te echar� m�s r�pido de lo que pudieras haber salido a pie" y le anim� a escribir sus ideas, cosa que siempre agradecer�a el presidente.

�Por qu� Lawrence decidi� hacer "coaching con James en vez de reprocharle su conducta"? "James es una buena persona, con mucho talento y con un futuro prometedor", nos explic� "y no quiero que esto haga da�o a su carrera. Quiero que se quede en la compa��a, quiero que funcione, quiero que aprenda, quiero que se beneficie de esta experiencia y crezca. Cometer un error una vez no significa que �l sea terrible".

Las acciones de Lawrence representan un ejemplo claro de estilo capacitador. Los l�deres capacitadores ayudan a los empleados a identificar sus puntos fuertes y d�biles y los ligan a sus expectativas personales y de carrera. Animan a sus empleados establecer objetivos a desarrollar a largo plazo y les ayudan a crear un plan para lograrlos. Para llevar a cabo estos planes, establecen acuerdos con sus empleados con respecto a su rol y responsabilidades, y dan mucha orientaci�n y feedback. Los l�deres capacitadores son los mejores delegando, dan a sus empleados tareas retadoras, incluso sabiendo que las tareas no se har�n con rapidez. Es decir, los l�deres capacitadores est�n dispuestos a tolerar mayores problemas a corto plazo cuando significa una experiencia de aprendizaje duradero.

De los seis estilos, nuestra investigaci�n demostr� que se utiliza el estilo capacitador con menos frecuencia que todos los dem�s. Muchos l�deres nos contaron que no ten�an tiempo en un mercado altamente exigente para realizar una tarea tan lenta y tediosa como ense�ar a otros y ayudarles a crecer. Sin embargo, a partir de la primera sesi�n, requiere nada o muy poco tiempo extra. Los l�deres que ignoran este estilo est�n perdiendo la oportunidad de utilizar una herramienta muy potente: su impacto sobre el clima y el desempe�o es totalmente positivo.

Hay que reconocer que existe una paradoja entre el efecto positivo que causa la capacitaci�n o "coaching" en los resultados de negocio, dado que la capacitaci�n se centra principalmente en el desarrollo personal, no en tareas directamente ligadas al trabajo. Aun as�, el coaching mejora los resultados. Su raz�n: requiere llevar a cabo un dialogo constante, y el dialogo de este tipo afecta todas las variables de clima positivamente. Por ejemplo, la flexibilidad. Cuando un empleado es consciente de que su jefe le est� observando y que le importa lo que hace, se siente libre para experimentar. En fin, sabe que va a recibir feedback inmediato y constructivo. De la misma manera, el dialogo continuo del "coaching" asegura que las personas saben qu� se espera de ellos y c�mo su trabajo contribuye a la visi�n o estrategia de la compa��a. Por ello, afecta a la responsabilidad y la claridad. En cuanto al compromiso, la capacitaci�n tambi�n ayuda a fomentarlo, porque su mensaje impl�cito es "creo en ti, estoy apostando por ti, y espero lo mejor de ti". No es casual que los empleados entregan a los nuevos retos en cuerpo y alma.

El estilo capacitador funciona en muchas situaciones de negocio, pero puede que sea m�s efectivo cuando las personas del equipo est�n "listas". Por ejemplo, el estilo capacitador funciona especialmente bien cuando los empleados son ya conscientes de sus puntos d�biles y tienen ganas de mejorar su desempe�o. Tambi�n, el estilo va bien cuando los empleados se dan cuenta de la relaci�n entre el aprendizaje y su propio progreso. En fin, funciona mejor con empleados que quieren ser ayudados a desarrollarse.

En contraste, el estilo capacitador no tiene mucho sentido cuando los empleados, por la raz�n que sea, se resisten aprender o a cambiar su forma de actuar. Y es un desastre si al l�der le falta la experiencia y los conocimientos para ayudar a los empleados. Es un hecho real que muchos gestores no se sienten c�modos con el "coaching" o simplemente no son capaces de una relaci�n de este tipo, sobre todo cuando se trata de dar un feedback continuo sobre el desempe�o para motivar, en vez de aterrorizar o crear apat�a. Algunas compa��as se han dado cuenta del impacto positivo que tiene este estilo y est�n intentando hacer de ello una competencia corporativa. En otras empresas, una parte importante del bono anual de los directivos est� ligado al desarrollo que consiguen de sus colaboradores. Sin embargo son pocas las organizaciones que aprovechan este estilo de liderazgo completamente. Aunque la capacitaci�n no "piensa en resultados", los consigue.

Los L�deres Necesitan Muchos Estilos
Muchos estudios, incluyendo el nuestro, han demostrado que cuantos m�s estilos practica el l�der, mejor. Los l�deres que han dominado cuatro o m�s estilos - sobre todo los estilos orientativo, participativo, afiliativo y capacitador - tienen el mejor clima y el mejor desempe�o medido por los resultados de negocio. Sobre todo, los l�deres m�s efectivos son capaces de cambiar estilos con flexibilidad y cuando haga falta. Aunque puede parecer imposible, lo vimos con m�s frecuencia de la que esper�bamos; tanto en corporaciones grandes como en empresas peque�as reci�n creadas, y tanto en l�deres experimentados, capaces de explicarnos exactamente c�mo y por qu� utilizan distintos estilos, como en emprendedores que dec�an liderar por instinto.

Estos l�deres no adaptan de forma autom�tica sus estilos de direcci�n a la situaci�n utilizando un "checklist"; trabajan de una forma mucho m�s fluida. Tienen una sensibilidad especial para la forma en que sus acciones influyen en otras personas y ajustan sutilmente su estilo para lograr los mejores resultados. Es un l�der que, por ejemplo, puede captar, nada m�s iniciar una conversaci�n, que una persona con talento que sin embargo no logra los niveles de desempe�o fijados, est� desmoralizada por su relaci�n con un jefe autoritario y estricto. Entiende r�pidamente que esta persona simplemente necesita saber c�mo su trabajo cuenta y por ello le motiva pregunt�ndole cu�les son sus expectativas y buscando formas para hacer su trabajo m�s retador. Pero tambi�n sabe identificar cuando hay que darle a esta persona un ultim�tum: o mejoras o te vas.

A modo de ejemplo del liderazgo fluido en acci�n, consideremos a Joan, la directora general de una divisi�n importante en una empresa de alimentaci�n y bebidas. A Joan se le sugiri� a su posici�n en un momento de crisis para la divisi�n. No hab�a obtenido sus objetivos de beneficios durante los �ltimos seis a�os; el �ltimo a�o de hecho, qued� por bajo por 50 millones de dollares. Los altos directivos estaban totalmente desmotivados; el ambiente era de desconfianza y resentimiento. El objetivo que Joan se puso era claro: dar la vuelta a la situaci�n de la divisi�n.

Joan lo hizo demostrando una capacidad asombrosa de cambiar de un estilo a otro. Desde el principio, se dio perfecta cuenta de que ten�a muy poco tiempo para demostrar que era capaz de liderar con �xito y crear un ambiente de confianza y cooperaci�n. Tambi�n era consciente de que necesitaba, y de forma urgente, informaci�n exacta acerca de lo que no estaba funcionando, as� que marc� como primera tarea escuchar a personas clave en la divisi�n.

Durante su primera semana en el puesto mantuvo comidas y cenas con cada miembro del equipo directivo. Lo que Joan buscaba era el punto de vista de cada uno sobre la situaci�n actual. Sin embargo no ten�a inter�s en el diagn�stico que cada uno le hizo, sino buscaba conocer cada directivo a un nivel m�s personal. Para ello Joan emple� el estilo afiliativo: les pregunt� sobre sus vidas, deseos y aspiraciones.

Tambi�n asumi� el rol de "coach", intentando identificar la forma en que ella pod�a ayudar a los miembros de su equipo conseguir lo que quer�an en sus carreras. Por ejemplo, un directivo a quien todos tachaban de individualista y de no ser "jugador de equipo", le confes� sus preocupaciones. �l se ve�a como un buen miembro del equipo, pero estaba constantemente plagado de quejas. Joan percib�a que ten�a talento y era una persona que aportaba mucho valor a la compa��a, as� que lleg� a un acuerdo con �l para decirle (en privado) cuando sus acciones estaban impidiendo que los dem�s le vieran como un jugador m�s del equipo.

Despu�s de estas conversaciones individuales, convoc� una reuni�n de tres d�as fuera del entorno de la oficina. Su objetivo era fomentar el trabajo en equipo, de manera que todos se sintieran responsables de todos los problemas que pudieran surgir en el negocio. Su planteamiento inicial para la reuni�n era democr�tico. Anim� a todos a expresar sus frustraciones y quejas abiertamente.

Al d�a siguiente, Joan pidi� al grupo que se tratasen unos problemas espec�ficos: cada persona hizo tres propuestas concretas de acciones para mejorar la situaci�n. A medida que Joan agrupaba las sugerencias, un consenso surgi� sobre las prioridades del negocio, reducci�n de costes. Dado que fue el grupo quien ide� los planes de acci�n espec�ficos, Joan consigui� el compromiso de sus miembros.

Con esta visi�n firmemente definida, Joan asumi� el estilo orientativo, y asign� �reas de seguimiento a cada uno de los directivos y les hizo responsables de su cumplimiento. Por ejemplo, hab�a estado bajando los precios sin conseguir incrementar su volumen. Una soluci�n obvia era de incrementar los precios, pero el anterior director de ventas no hab�a actuado y el problema hab�a ido a peor. Ahora, el nuevo responsable de ventas ten�a la responsabilidad de ajustar los precios de modo que el problema se resolviera.

A lo largo de los siguientes meses, Joan utiliz� principalmente el estilo orientativo. Sigui� reforzando la nueva visi�n del grupo, de forma que recordaba a cada miembro del equipo como su rol era imprescindible para conseguir los objetivos. Y, sobre todo durante las primeras semanas de la implantaci�n del plan, Joan vio que la urgencia real la crisis que la divisi�n estaba viviendo justific� la asunci�n del estilo coercitivo cuando alguno del equipo incumpli� sus responsabilidades. Dijo, "Tuve que ponerme dura en cuanto al seguimiento y asegurarme que lo que hab�amos decidido realmente se llevaba a cabo. Requiri� disciplina y concentraci�n."

�Y los resultados? Todas las variables de clima mejoraron. Las personas empezaron a innovar. Ten�an la costumbre de comentar la visi�n de la divisi�n y su compromiso a los nuevos y claros objetivos. La prueba final de la fluidez de Joan en su uso de los estilos de liderazgo qued� patente en el balance: despu�s de solo seis meses, su divisi�n super� en 5 millones su objetivos de beneficio para el a�o.

Como Ampliar tu Gama de Estilos
Pocos l�deres, como es natural, cuentan con los seis estilos en su repertorio, y menos a�n saben cu�ndo y c�mo han de utilizarlos. De hecho, a medida que hemos presentando nuestra investigaci�n en distintas organizaciones, la respuesta m�s com�n ha sido. "Pero, solo tengo dos de los seis!" y, "No puedo utilizar todos estos estilos. No ser�a humano".

Esta sensaci�n es comprensible y, en algunos casos, el ant�doto es sencillo. El l�der puede crear equipos cuyos miembros demuestran los estilos que a �l le faltan. Vemos por ejemplo un Director de Producci�n. Tuvo �xito gestionando una red de f�bricas ubicadas en todo el mundo utilizando principalmente el estilo afiliativo. Estaba constantemente viajando, reuni�ndose con los directores de f�bricas, ayud�ndoles con sus problemas y transmitiendo su confianza en ellos como personas. En cuanto a la concreci�n de la estrategia de la divisi�n - extremadamente eficaz, se la encarg� a un colaborador cercano experto en tecnolog�as. Por otra parte deleg� en otra colega, cuyo fuerte era el estilo orientativo, para la transmisi�n de los est�ndares de desempe�o. Tambi�n ten�a en su equipo una persona imitativa que siempre le acompa�aba a sus visitas a las fabricas.

Otro planteamiento, y el que yo recomiendo, es que los l�deres ampl�en la gama de estilos que utilizan. Por ello, los l�deres han de entender primero las competencias de inteligencia emocional que forman la base de los estilos de liderazgo que les faltan. Pueden, entonces, hacer esfuerzos reales para incrementar el grado en que los utilizan.

Por ejemplo, un l�der afiliativo puede identificar sus puntos fuertes en tres competencias de inteligencia emocional: empat�a, desarrollo de relaciones y comunicaci�n. La empat�a - intuir como se sienten las personas en un momento dado - permite al l�der afiliativo responder a sus empleados de una forma que encaja con las emociones de la persona y por ello fomenta una relaci�n m�s rica. El l�der afiliativo tambi�n demuestra un don natural para el desarrollo de nuevas relaciones, conociendo a otras personas y cultivando una amistad. Finalmente, un excelente l�der afiliativo domina el arte de la comunicaci�n interpersonal, en particular la capacidad de decir o hacer lo adecuado en el momento adecuado.

As� que, si eres un l�der imitativo y te gustar�a saber utilizar el estilo afiliativo m�s a menudo, tendr�as que mejorar tu grado de empat�a y, quiz�s, tu capacidad de desarrollar relaciones o comunicar efectivamente. Otro ejemplo, un l�der orientativo que quiere desarrollar el estilo participativo puede tener que trabajar sus capacidades de colaboraci�n y comunicaci�n. Estos consejos para a�adir capacidades parece simplista - "Adelante, c�mbiate" - sin embargo el desarrollo de la inteligencia emocional es m�s que posible con la pr�ctica. (Para m�s indicaciones sobre como mejorar la inteligencia emocional, ver "Hacer Crecer Tu Inteligencia Emocional".)

M�s Ciencia, Menos Arte
Como el ser padre, el liderazgo nunca va a ser una ciencia exacta. Sin embargo nunca debe verse como un misterio para las personas que lo ejercen. En los �ltimos a�os, la investigaci�n ha servido a los padres para entender mejor los componentes gen�ticos, sociol�gicos y comportamentales que afectan a su "desempe�o en el puesto". Nuestra nueva investigaci�n nueva tambi�n puede aportar a los l�deres una "foto" m�s clara sobre las caracter�sticas necesarias para liderar de forma efectiva. Y lo que puede ser m�s importante aun, puede indicarles c�mo adquirirlas.

El entorno de los negocios es altamente cambiante, y un l�der tiene que responder adecuadamente. Hora a hora, d�a a d�a, semana a semana, los directivos han de ajustar sus estilos de liderazgo como un autentico profesional - utilizando el estilo justo en el momento justo y en su justa medida. Su recompensa ser�n los resultados.

El autor: Daniel Goleman es el autor de Inteligencia Emocional (Bantam, 1995) y La Practica de la Inteligencia Emocional (Bantam, 1998). Es co- presidente del Consortium for Research on Emotional Intelligence in Organizations, que est� basado el Graduate School of Applied Pschology de Rutgers University en Piscataway, New Jersey.

 

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