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Las elecciones son m�s
productivas que las decisiones

PRINCIPIOS DE LA PRODUCTIVIDAD DE DAVID ALLEN



"Decidir" se deriva de la misma ra�z Latina que "homicidio", "suicidio" y "genocidio"
(N.del T.: La palabra "decide" en ingl�s comparte el mismo  sufijo que "homicide",
"suicide" y "genocide"), y de una forma sutil,  posee el mismo atributo determinista
y pesado. Existe la sensaci�n de que cuando se decide se alcanza un punto de no
retorno: no hay vuelta,  sin remedio, sin libertad.

"Elegir", por el contrario, nos deja espacio para respirar, posibilita una apertura a
vivir y aprender, a corregir el rumbo, a cambiar de opini�n. Mientras que decidir tiende
a enmarcar nuestro pensamiento en  criterios de correcto e incorrecto, elegir nos
permite expresar una preferencia. Toda elecci�n es una decisi�n, y toda decisi�n
es una  elecci�n, por supuesto. Pero uno de los obst�culos m�s grandes a la efectividad
 y al �xito es el miedo a equivocarse cuando se toma una  decisi�n. 

Usemos entonces todos nuestros recursos y abr�monos a cometer errores. Las
palabras tienen un poder enorme, y por lo mismo es conveniente que  usemos las
que nos sirvan m�s.


CITAS

"De los errores, es m�s probable que surja la verdad que la confusi�n." 
~ Francis Bacon

"Qu� bueno que la vida no sea tan seria como le parece a un camarero."
~ Don Herold 



PARA PENSARLO

EL PODEROSO SIGNIFICADO DE "PODR�A SER IMPORTANTE"

El exceso de e-mails que circulan ha estado en los titulares �ltimamente: la cantidad
de los mismos, la distracci�n que generan y nuestra propia inutilidad de hacer algo al
respecto. Incluso hubo un debate en  un peri�dico de circulaci�n internacional, en el
cual los lectores votaban entre la necesidad de reducir los e-mails a cero o usar la
bandeja de entrada digital como una gigantesca biblioteca, manteniendo informaci�n
�til a mano, sin preocuparse por el volumen de la misma. Este asunto est� estrechamente
ligado con la preocupaci�n popular sobre la cultura de estar "siempre encendidos", en
la que parece que nunca nos desconectamos de las demandas de contacto incesantes
que nos imponen  clientes, jefes y nosotros mismos.

�Cu�l es el problema? Existe un problema, pero no el que se ha popularizado. En
general, lo que se ha juzgado como culpable es el  "exceso de informaci�n" aparejado
con un acceso indiscriminado. La imagen es que estamos enterrados bajo una pila de
asuntos que se amontonan en forma constante y creciente. Entonces, si con lo que
estamos tratando de lidiar es un bombardeo constante de informaci�n, lo que hacemos
para apoyarnos es intentar filtrarlo, clasificarlo y  organizarlo cada vez m�s r�pido,
para sentir que tenemos todo bajo control.

Pero el exceso de informaci�n no es el problema. Si lo fuera, morir�amos al entrar en
una biblioteca, explotar�amos la primera vez que nos conectamos a la web, y el solo
hecho de hojear un peri�dico nos producir�a una crisis nerviosa. Pero la verdad es que
el exceso de informaci�n resulta relajante. La cantidad y variedad de est�mulos visuales
y auditivos en los paseos por el bosque es una de las razones del efecto tan tranquilizador
que estos producen. Por el contrario, podemos sentirnos realmente inc�modos en
ambientes minimalistas, ya que la privaci�n sensorial produce desconcierto.

Y hablando del estar "siempre encendidos", �cu�l es la novedad o el problema que hay
con eso? Seg�n los c�lculos de un especialista, unos cincuenta mil pensamientos cruzan
al d�a por nuestra mente. �Qu� importancia podr�an tener entonces trescientos mensajes
comparados con la invasi�n que nos genera nuestra propia mente de ametralladora?.

Por qu�, entonces, �la experiencia de un mont�n de e-mails no puede percibirse como
algo relajante, comparable a una caminata por el bosque? �Por qu� no ha sido aceptada
como parte de nuestra realidad cotidiana, como hacemos con el hecho de estar pensando
todo el tiempo, qu� es lo que realmente sucede? Por una raz�n muy simple: cada uno de
esos e-mails podr�a ser importante. La palabra decisiva en este problema es "podr�a".

Aunque quedar�a mucho por hacer todav�a, todo ser�a mucho m�s f�cil si el contenido de
un e-mail estuviera claro desde un comienzo. Los e-mails no portan una simple noticia:
esa noticia puede ser potencialmente importante; los e-mails no representan tan solo
comunicaci�n: puede que yo necesite o est� esperando esa comunicaci�n, y tal vez
necesite o quiera hacer algo al respecto. La informaci�n puede ser potencialmente
importante, potencialmente trascendental. La sensaci�n abrumadora se genera entonces
en la urgencia por determinar la importancia que la  informaci�n tiene.

Cuando caminamos por el bosque somos bombardeados por informaciones, pero muy
poca tiene importancia impl�cita. La que notamos tiende a ser no esencial o tranquilizadora,
o muy distante, y con ella nos sentimos claramente en armon�a. Muy pocas personas
evitar�an ir al bosque por sentir que la informaci�n all� es excesiva. Por cierto, las sorpresas
nunca faltan. Sin embargo, cuando viv�amos en los bosques se nos hac�a mucho m�s f�cil
procesar nuestros problemas. La informaci�n importante, en un d�a normal de trabajo, la
constitu�a el cascabel de una serpiente, las bayas para la comida, las huellas de animales,
los truenos y las  ortigas venenosas. Y cuando sal�amos del bosque todo se pod�a solucionar
con un esfuerzo adicional m�nimo. Seguramente el RAM ps�quico permanec�a intacto.
Pod�amos darnos el lujo de mantener la comunicaci�n con nosotros mismos y con los
signos y se�ales sutiles de nuestro universo,  desde un espacio de mayor claridad. 

En la actualidad estamos sobrecargados, pero no de informaci�n, sino de significado
que hay que sopesar. La soluci�n, por tanto, no es que haya que rebanar, picar y
reorganizar la informaci�n, sino cu�n r�pido y discretamente podemos determinar el
significado espec�fico que �sta tiene para nosotros. �Podemos hacer algo al respecto?
Y si no podemos,  �es basura? �hay que guardarlo y actuar en el futuro? �cu�l es el la
pr�xima acci�n?, y con qu� resultado, si es que lo hay, debiera comprometerme? Y
�c�mo se relaciona esto con el inventario en general de todas las cosas que he
acumulado hasta la fecha, y cu�les de ellas a�n son potencialmente importantes?.

El problema con los e-mails no es si debo mantenerlos en mi bandeja de entrada o
archivarlos, ya que eso equivaldr�a a reacomodar pilas incompletas de asuntos indefinidos.
Lo que cada uno de ellos significa para m� es el problema. �Es necesario leerlo y
responderlo? Y m�s espec�ficamente, al compararlo con el resto, �hay algo que a�n
necesite hacer al respecto? �O simplemente tengo que archivarlo como referencia?
�O debo borrarlo? Impl�citamente todas esas distinciones, por muy razonables que
parezcan, exigen que sepamos lo que estamos haciendo y  hacia donde vamos.
Y �vaya! eso es tan f�cil como saber quienes somos y  el prop�sito que tenemos en
el universo (o alguna versi�n de esas preguntas imperecederas). Muchos de los
e-mails en nuestra bandeja de entrada significan muchas cosas, que a su vez tienen
un significado cuya importancia nos toca decidir.

La bestia de los e-mails ha escapado del establo y va a ser pr�cticamente imposible
volverla a encerrar. La selecci�n natural de informaci�n que nuestra mente sol�a hacer
en el pasado en el bosque, manten�a lo importante a un nivel que se pod�a manejar,
sin embargo los e-mails accionan en un lugar mucho m�s �ntimo de nuestro psiquismo,
ya  que cada uno de ellos podr�a contener una cascabel, una baya, las pisadas de un
venado o truenos.

Lo positivo del fen�meno e-mails, aparte de la maravilla que aportan en cuanto a
comunicaci�n y conectividad virtual con la comunidad a nivel global, es que obliga
al profesional promedio a enfrentarse con un desaf�o ineludible de conocer su propio
trabajo: de definir lo que su trabajo es. La respuesta a eso es evasiva, y cambia con
frecuencia.  Adem�s, a la gran mayor�a de nosotros no nos ense�aron a incrementar
nuestra velocidad y a sentirnos c�modos determinando el significado y la prioridad
de los asuntos. Esto, como descubrimos cuando sintetizamos las pr�cticas m�s
efectivas para hacer fluir el trabajo, puede ser aprendido y practicado. Tambi�n
demanda tiempo y energ�a, que la mayor�a de la gente no est� dispuesta a reconocer
y a aceptar como parte de la log�stica de su estilo de vida. Pero el debate sobre los
e-mails debe madurar, y pasar de un enfoque referido principalmente al volumen de
asuntos para pensar, que considera el problema cuantificable, a otro m�s sofisticado,
y que tiene que ver con aprender a tomar decisiones r�pidas iniciales, de NO dejarse
encantar por parafernalia brillante, aunque la tengamos frente a nuestros ojos. 

Una m�xima antigua: Si no sabes hacia d�nde vas, te sirve cualquier camino. Y lo que
debieran haber agregado es: "y todo lo que se te aparezca en el camino te parecer�
poco claro, abrumador y fastidioso". 


"No siempre la parte m�s dif�cil de un trabajo y de lograr el �xito es el trabajo en s�, sino
las decisiones, los compromisos y las elecciones que deben hacerse." �
~ Barbara Abrams Mintzer


SUGERENCIAS

- Si limpias una de "esas gavetas" peri�dicamente, y encuentras una o m�s de esas
"llaves misteriosas" (ya sabes: de esas que podr�an abrir algo importante, pero que no
sabemos qu�), crea un archivo en el sistema  de referencia general y tit�lalo: "Llaves
Varias"; agr�gales la fecha. Y  si un buen d�a descubres que te falta la llave de una
cerradura que pr�cticamente no usas nunca, podr�s ir a buscarla en �un solo sitio!
(Gracias, Dan)

- Una gran idea es guardar toda la informaci�n importante que tengamos en la billetera
en un lugar seguro: n�meros de tarjetas, de p�lizas, etc. agregando los n�meros
telef�nicos de cada uno de ellas por si se presenta alg�n problema. De esta manera
tendremos la informaci�n a mano para resolver ese proyecto sorpresivo que acaba
de caer en nuestras manos, si alguna vez se nos pierde la billetera o nos la roban.
(Gracias, Nathan)


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