RECOMENDADO POR PATRICIO PEKER: Audio Conferencia y Libro Digital "El" Secreto De Negocios Que Puede Hacerle Rico. Una simple fórmula para venderle cualquier cosa a cualquier persona en cualquier momento, en cualquier país, ya sea on-line o personalmente, ¡inclusive si usted ODIA vender!. Descubra las verdaderas razones por las cuales la gente compra un producto o servicio. Una vez lo haya comprendido, cambiará para siempre su modo de hacer negocios.

       
 

LAS 17 REGLAS DEL �XITO
de "Una mejor manera de vivir"
de Og Mandino

 

�Quiere ser el primero en enterarse?
 Reg�strese gratis para recibir por e-mail las novedades de
nuestro sitio,  junto a informaci�n actualizada sobre cursos
y otras actividades en las que gozar� de beneficios exclusivos.

REGISTRARSE ES GRATIS ES INSTANT�NEO ES SENCILLO  
ESTOS SON LOS �NICOS DATOS NECESARIOS PARA REGISTRARSE
NOMBRE: E-MAIL:

GARANT�A DE PRIVACIDAD: SUS DATOS Y DIRECCI�N DE E-MAIL JAM�S SALDR�N
 DE NUESTRA ORGANIZACI�N, Y PUEDE BORRARSE CUANDO LO DESEE

REGLA NUMERO UNO

Hay que considerar lo bueno que uno tiene. Una vez que uno se da cuenta
de lo valioso que es y de cuantas cosas positivas tiene a su favor, las sonrisas
volver�n saldr� el sol, sonar� la m�sica y uno podr� finalmente avanzar
hacia la vida que Dios le se�al�... con gracia, fuerza, valor y confianza.
Uno de los secretos de la vida m�s importantes y siempre nuevo que tuve que aprender, con
dolor y l�grimas, es que uno no puede comenzar a dar un cambio total en una existencia
desesperadamente lastimada y derrotada ni dar un salto para salirse de la triste rutina que su
empleo y su carrera significan, ni dejar atr�s ese callej�n sin salida de lo econ�mico que
parece haberlo condenado al fracaso y a una baja autoestima, a menos que uno aprecie las
cosas buenas que ya posee.
�Cosas buenas? �Se r�e usted? �Vaya sonrisa triste! �Est� tratando de decirme algo? �Dice
usted que tiene un caj�n lleno de cuentas? �Que tal vez su hija mayor se est� preparando
para ingresar en la universidad y que usted no tiene �nimo par decirle que no puede ir? �Que
se ha atrasado dos meses en el pago de las mensualidades de su autom�vil y que su empleo
no parece muy seguro que digamos? �Cu�les cosas buenas, piensa usted? Lo invito a
permanecer conmigo ahora, mientras le ayudo a considerar algunas de sus cosas positivas en
este preciso momento en que usted sigue sentado all� sintiendo l�stima por usted mismo.
Hagamos una nueva lista e intentemos asignar un valor monetario s�lo a unas cuantas de las
cosas buenas que hay en su vida, amigo lector, para que pueda darse cuenta de lo rico que es
usted realmente y de cu�ntas cosas buenas tiene en su favor, aunque haya olvidado esto en
su lucha diaria por sobrevivir.
�Cu�nto vale vivir en este gran pa�s? Responda usted, lo reto a que le ponga precio a eso.
�En d�nde preferir�a vivir?
�Cu�nto vale ser empleado de la buena compa��a en la que trabaja si esta ma�ana usted
estuviera de pie en una fila de desempleados?
�Cu�nto vale su carrera si se da cuenta de que probablemente el 95 por ciento de la
poblaci�n mundial gustosamente dar�a diez a�os de su vida, o m�s por tener la oportunidad
que tiene?
�Cuanto vale su libertad?
�Y que tal con sus seres queridos y los que aman a usted? �Cu�nto pedir�a por ellos?
�Por los ojos? �Aceptar�a un mill�n de d�lares por sus ojos?
�Y en el caso de las manos y los pies? �Cinco millones? �Diez?
Es usted realmente un ejemplar muy preciado, �verdad? En el caso de una confrontaci�n
definitiva probablemente usted no cambiar�a lo que tiene en este preciso momento por todo
el oro de Fort Knox, �no es verdad? Y con tantas cosas buenas a su favor, d�game, por
favor, �por qu� anda por all� sinti�ndose triste, golpeado, derrotado y rechazado? �Por qu�?
�Ya basta! Hay una mejor manera de vivir para usted y empieza hoy...


REGLA NUMERO DOS

Hoy, y todos los d�as, uno debe dar m�s de lo que le pagan por hacer. La
victoria del �xito se habr� ganado a la mitad cuando uno aprenda el secreto
de dar m�s de lo que se espera en todo lo que uno hace. Hay que hacerse
tan valioso en su trabajo que m�s adelante uno se vuelva indispensable. Uno
debe ejercer su derecho de recorrer ese kil�metro adicional y disfrutar de
todos los beneficios que recibir�. �Bien se los merece!
Me encanta curiosear todas las tarjetas de felicitaci�n de car�cter humor�stico que parecen
estar ocupando cada vez m�s espacio en los anaqueles de la mayor parte de las tiendas
donde se venden tarjetas, y probablemente env�o m�s de las que deber�a. Mi favorita de
todos los tiempos fue la tarjeta de tama�o exagerado que llevaba un borde grabado que la
hac�a parecerse a un t�tulo accionario y dentro del cual estaban impresas las palabras "C�mo
hacer dinero". Al abrir la tarjeta, se le�an s�lo tres palabras impresas en una tinta de color
naranja brillante: � P�NGASE A TRABAJAR!
En la vida todo tiene su precio y a menos que usted, lector, pertenezca a esa reducida �lite
que ha tenido todo resuelto desde la cuna, me temo que la �nica forma en que puede usted
pagar las cosas que desea, necesita y con la que sue�a es con la compensaci�n que recibe
por el trabajo que desempe�a.
Aunque est� asintiendo con la cabeza, no parece feliz, amigo lector. �Est� luchando por
ganarle la delantera a las cuentas? �No est� progresando ni creciendo mucho en ese empleo
en el cual ya lleva demasiado tiempo sin lograr ning�n avance? �Le gustar�a adquirir una
casa nueva pero no le alcanza? �Lo mismo con la carcacha que tiene por autom�vil? La vida
de usted parece estar empantanada; �c�mo salir del atolladero?
Hay una respuesta, una soluci�n, una regla, y apuesto que nunca le ha fallado a quienes la
han aplicado realmente. En lo tocante a mejorar el �mbito profesional de su vida, amigo
lector, el mayor secreto del �xito nos fue entregado desde la cima de una monta�a, hace
aproximadamente dos mil a�os, cuando Jesucristo nos dijo que cuando nos vi�ramos
obligados a recorrer un kil�metro con alguien, deber�amos recorrer el doble siempre. El
Kil�metro adicional.
Si, a partir de ma�ana, se propone usted aportar m�s en su trabajo de lo que le pagan por
hacer, comenzar�n a ocurrir milagros en su vida. No importa a qu� se dedique usted para
ganarse la vida, sea que venda productos, pinte casas, maneje computadoras o barra pisos -
s� cada d�a hace m�s de los que le pagan por hacer, en poco tiempo su patr�n de vida
cambiar� para mejorar.
La manera m�s segura de condenarse uno mismo a una vida de fracaso y l�grimas consiste
en hacer �nicamente el trabajo por el que le pagan. Claro que aportar m�s de lo que se
espera que uno d� no har� que uno sea muy popular con algunos de sus compa�eros de
trabajo que parecen dedicados a hacer lo menos posible por lo que les pagan... pero �se es
su problema, no el de uno. Usted, lector, viva su vida. Hay personas que dependen de usted.
Cuando usted da m�s de lo que le pagan por dar, cada d�a, no s�lo se promueve usted
mismo, sino que, al ser indispensable, descubrir�, para su sorpresa, que a todo su alrededor
hay nuevas oportunidades, y m�s adelante podr� asignarse su propio precio. Es una regla
muy sencilla. �Recorra otro kil�metro! No le costar� ni un centavo y, sin embargo, es una
regla tan poderosa que, cuando la siga, su vida cambiar� para siempre.
Andrew Carnegie dijo que hab�a dos tipos de personas que nunca lograban mucho en la vida.
Una es la persona que no quiere hacer lo que le dicen que haga, y la otra es la persona que
s�lo hace lo que le dicen que haga. Y cuando se le pregunt� a Walter Chrysler qu� era lo
que m�s necesitaba su planta, repuso: - Diez buenos hombres que no est�n atentos al
silbatazo ni se la pasen pendientes de la hora en la car�tula del reloj.
Hay que sorprender a todos. Cambie sus h�bitos de trabajo. �Recorra ese kil�metro
adicional! Esto no significa que sacrifique a su familia ni su salud en una compulsi�n insana
por el �xito, pero es un m�todo maravilloso para que usted extraiga todo lo que la vida
puede ofrecer y todo lo que usted se merece. Hay que trabajar como si uno fuera a vivir
eternamente, y vivir como si uno fuera a morirse hoy mismo. � Recorra otro kil�metro!


REGLA NUMERO TRES

Cada vez que se cometa un error o se haya sido abatido por la vida, no hay
que quedarse demasiado tiempo pensando en ello. Los errores son la forma
en que la vida le ense�a a uno. La capacidad de cometer errores
ocasionalmente es inseparable de la capacidad de lograr las propias metas.
Nadie gana de todas, todos, y las fallas que se tienen, cuando ocurren, son
simplemente parte del propio crecimiento. Hay que sacudirse los errores.
�C�mo podr�a uno conocer sus l�mites sin una falla ocasional? Nunca hay
que rendirse.
Ya llegar� el turno de uno.
A lo largo de los siglos ha resonado una de las grandes verdades menos entendida y, sin
embargo, s�lo los sabios toman en cuenta su consejo. Si se quiere tener �xito, hay que
aprender a vivir con el fracaso. El fracaso nos proporciona m�s sabidur�a que el �xito. Si
usted me muestra una persona que nunca ha tropezado, que nunca ha tenido dificultades
en su empleo y nunca ha cometido un error, yo le mostrar� que es una persona con un
futuro muy sombr�o.
Los errores, los desaciertos, las derrotas, son inevitables en esta vida rudimentaria pero
efectiva; sin embargo, si dejamos que eso nos vuelva miedosos, de tal manera que cuando
nos abaten dudamos en volver a intentarlo, nos estamos condenando a una vida de
arrepentimiento. Las mejores lecciones que podemos llegar a aprender provienen de
nuestros errores y fracasos.
Derrota. �Qu� es eso? Nada m�s, un poco de educaci�n, nada m�s el primer paso hacia algo
mejor. Las �nicas personas que nunca fracasan son quienes nunca, pero nunca, intentan.
En una ocasi�n, Mark Twain cont� la historia de un gato que un d�a salt� para subirse a una
estufa caliente y se quem� la panza. Ese gato nunca m�s volvi� a saltar para subirse a una
estufa caliente - pero ese mismo gato �nunca salt� para subirse a una estufa fr�a, tampoco!
Con mucha frecuencia, se sobrestima el valor de la experiencia... y eso puede ser muy
da�ino si impide que uno vuelva a intentar algo despu�s de haberse lastimado. Hay un
antiguo proverbio escandinavo que es una maravilla: "El viento del norte hizo al los
vikingos". El viento del norte puede hacer maravillas por usted tambi�n, amigo lector.
Hay que recordar que hasta las vidas de m�s �xito contienen cap�tulos de fracaso,
exactamente como ocurre en toda buena novela, pero la forma en que termine el libro
depende de nosotros. Somos los autores de nuestros a�os, y nuestros fracasos y derrotas
s�lo son pasos hacia algo mejor. All� por 1974, cuando Hank Aaron estaba a punto de
alcanzar la marca del mayor n�mero de cuadrangulares de todos los tiempos, impuesta por
Babe Ruth, una ma�ana llam� por tel�fono a su club de b�isbol, los Bravos de Atlanta.
Finalmente me comunicaron con su departamento de relaciones p�blicas, y plante� mi
pregunta:
- S� que Hank lleva setecientos diez cuadrangulares y que s�lo necesita cinco m�s para
romper la marca de Ruth, pero me surgi� una duda, �cu�ntas abanicadas lleva en su carrera?
-�Abanicadas, dice usted? - me pregunt� titubeante al joven que estaba al tel�fono.
- S�, �cu�ntas abanicadas?
- Disc�lpeme, pero tendr� que aguardar mientras averiguo ese dato, se�or.
As� lo hizo y pasaron varios minutos antes de que regresara al tel�fono. - Se�or Mandino,
hasta anoche, Hank llevaba setecientos diez cuadrangulares y, como usted sabe, s�lo
necesita cinco m�s para romper la marca del mayor n�mero de cuadrangulares de todos los
tiempos, impuesta por Babe Ruth...
- S�, ya s�...
-...y ...en todos su carrera, lleva mil doscientos sesenta y dos abanicadas.
Le di las gracias, colgu� y luego me qued� sentado sopesando la cifra que acababa de o�r.
Qu� gran ejemplo para usarlo en el futuro cada vez que tratara de precisar la idea de no
dejar nunca que los fracasos pasados impidan que uno vuelva a intentar. All� estaba el mejor
bateador de cuadrangulares que haya habido... e incluso �l, incluso Hank Aaron, �tuvo que
abanicar casi dos veces por cada batazo que sacaba la pelota del parque! es cierto que la
vida es un juego con reglas que deben seguirse para triunfar, pero uno no tiene que batear
de cuadrangular cada vez que es su turno al bat para tener �xito en este mundo. Preg�ntele
a Hank, amigo lector.


REGLA NUMERO CUATRO

Uno debe premiar siempre sus largas horas de trabajo y af�n de la mejor
manera, rodeado de su familia. Hay que alimentar su amor con todo
cuidado y recordar que los hijos necesitan modelos, no cr�ticas, y el propio
progreso se intensificar� cuando uno se esfuerce constantemente por
presentar el mejor aspecto de uno mismo a los hijos. e incluso si uno ha
fallado en todo lo dem�s a los ojos del mundo, si se tiene una familia que lo
ame, uno es un triunfador.
Frecuentemente se me pregunta sobre mis hijos, actualmente mayores de edad, y c�mo los
educamos, como si, debido a los libros que he escrito, debi�ramos tener una f�rmula m�gica
especial con la garant�a de lograr el �xito en todo... incluso en la formaci�n de ciudadanos
del ma�ana brillantes, bien adaptados y felices. Sin olvidar jam�s que el "otro Og Mandino"
de hace muchos a�os perdi� a su primera familia por su desconsideraci�n y negligencia,
actualmente siempre doy la misma respuesta...
Lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos es dedicarnos conscientemente a ser
modelos de comportamiento para ellos. si uno les ense�a una manera y luego act�a de
manera contraria a sus palabras, pierde a sus hijos. Aparte de guiarlos con el ejemplo, no es
mucho lo que podemos hacer por ellos excepto estar cerca para levantarlos cuando se
caigan. No es demasiado pedir �verdad?
En la pared frente al escritorio hay un breve poema escrito en caligraf�a sobre pergamino
blanco y enmarcado. Debajo de las palabras "Autor desconocido". Pegu�, inmediatamente
despu�s de que naci�, una peque�a foto de Matt. Tal vez el lector querr�a doblar esta p�gina
par volverla a leer en otras ocasiones.
Para cualquier padre que tenga un hijo peque�o
Son ojitos dirigidos a ti que te observan noche y d�a,
son orejitas que captan r�pidamente todo lo que dices,
son manitas ansiosas por hacer todo lo que haces,
y es un ni�ito que sue�a con el d�a en que se parecer� a ti.
Eres el �dolo del muchachito, el mayor de los sabios,
en su peque�a mente nunca surge la menor sospecha sobre ti,
cree en ti con devoci�n, sostiene que todo lo que dices y haces,
�l lo har� y lo dir� a tu manera, cuando crezca,
al igual que t�, nada m�s.
Es un muchachito de grandes ojos
que crees que siempre tienes raz�n,
y sus o�dos est�n siempre atentos
y te observa noche y d�a.
Cada d�a, en todo lo que haces,
sirves de ejemplo para el ni�ito
que espera con ansias crecer
para parecerse a ti.
Hace varios a�os, justo antes de emprender un largo viaje para hacer promoci�n de uno de
mis libros, hab�a vivido la terrible agon�a de ayudar a nuestro hijo menor a empacar sus
cosas antes de ponerme afuera de la puerta principal, con su madre, y despedirlo cuando se
fue en su autom�vil a iniciar su propia vida en una residencia estudiantil de la Universidad
Estatal de Arizona.
Despu�s de que se march�, recuerdo que camin� por el pasillo y me sent� en su cuarto, a
oscuras, orando porque Bette y yo hubi�ramos proporcionado a Matt y a Dana, nuestro hijo
mayor, la orientaci�n que necesitar�an para enfrentar las m�ltiples adversidades de la vida
con que seguramente se topar�an.
Mi viaje de promoci�n iba bien hasta una ocasi�n en que particip� en un programa matutino
de charlas de una radiodifusora de Los �ngeles. en este programa en vivo participaba
tambi�n una novelista muy famosa cuyo nombre me reservo. De alguna manera, la
conversaci�n hab�a derivado al tema de nuestras familia, y de nuestros hijos en particular.
R�pidamente, la novelista se apoder� del micr�fono y comenz� una larga perorata
desagradable en contra de sus dos hijos adolescentes. Admiti� que no pod�a manejarlos, que
con el padre no se pod�a contar porque nunca estaba en casa y que estos muchachos la
estaban volviendo loca. Nunca llegaban a tiempo a comer, sus cuartos siempre eran un
desorden y siempre pon�an sus aparatos de sonido a un volumen tan alto, y en diferentes
estaciones, por supuesto, que el ruido tambi�n la estaba volviendo loca. Despu�s de o�r tal
vez unas doce veces esa fea expresi�n de "volverse loca", mientras que esta c�lebre autora
rebajaba a su hijos ante un auditorio bastante grande, finalmente me exasper� y la
interrump�. No puede evitarlo
- Sabe usted - le dije -, va a llegar el d�a en que est� usted caminando por el pasillo de su
casa y pase dos cuartos muy vac�os y silenciosos... y entonces se preguntar� "�A d�nde se
fueron?" �Por qu� no se va a su casa, en cuanto termine este programa, abraza a sus hijos y
simplemente les dice que los ama?


REGLA NUMERO CINCO

Hay que levantar este d�a sobre una base de pensamientos agradables. Uno
no debe preocuparse nunca por ninguna imperfecci�n que uno tema que
pueda impedir su progreso. Hay que recordar, tan seguido como sea
necesario que uno es hijo de Dios y que tiene el poder de alcanzar cualquier
sue�o si eleva sus pensamientos. Es posible velar cuando uno decide que
puede hacerlo. No hay que volver a considerarse derrotado. Hay que dejar
que lo que el coraz�n ambiciona sea el proyecto de la propia vida. �Hay que
sonre�r!
Desde el principio de los tiempos, los hombres sabios nos han estado diciendo que todo lo
que logramos, o no logramos, es consecuencia directa de lo que esperamos de nuestras
capacidades, nuestro valor y nuestro potencial.
James Allen nos dijo que los pensamientos dan buenos frutos y los malos pensamientos dan
malos frutos.
Marco Aurelio, ese sabio emperador y fil�sofo de la antigua Roma, nos dijo que nuestra vida
es lo que de ella hacen nuestros pensamientos. Buena o mala. Desdichada o feliz. Triunfante
o desesperada.
Buda lo dijo de una manera todav�a m�s en�rgica: �Todo lo que conocemos es consecuencia
de lo que hemos pensado. La mente es todo. Nos convertiremos en lo que pensamos.
No importa como se quiera llamarlo, los pensamientos positivos son productivos, los
pensamientos negativos estorban y destruyen.
Si uno les cree a esos hombres tan sabios, sabe que si uno se humilla a s� mismo y
menosprecia su talento, est� condenado al fracaso. Cuando uno menosprecia su capacidad,
sus antecedentes o sus conocimientos, al poco tiempo el mundo estar� de acuerdo con esa
evaluaci�n y enfrentar� un triste futuro que no se merece. �Basta! Ya no m�s actitudes
negativas en la manera de pensar o de actuar. Esc�cheme bien, amigo lector. �Usted
simplemente no sabe lo bueno que es! S�, usted, el que est� sentado all� compadeci�ndose...
se parece usted mucho a un pato que tenemos en nuestro patio.
Cuando Matt estaba apenas en secundaria, una tarde regreso a casa cargando una caja de
zapatos con agujeros en la tapa. Lo que m�s me tem�a resulto ser cierto cuando removi� la
tapa. En su interior hab�a un patito amarillo vivaracho y ruidoso. En la clase de biolog�a, mi
hijo y sus condisc�pulos hab�an incubado el huevo y cuando el patito rompi� el cascar�n, lo
cuidaron y alimentaron durante varias semanas, luego lo rifaron y mi hijo se gan� el pato -
que, coincidimos Bette y yo, era precisamente lo que necesit�bamos.
Un padre reacio y un hijo impaciente fueron a la maderer�a y compraron unos tablones y, all�
en una esquina de nuestro patio cercado, Matt construy� para el pato una bonita casa que
pint� de blanco. Luego, sobre el arco de la entrada, escribi� a mano, en color rojo DISCO.
�El pato se llamaba Disco! A continuaci�n, en la ferreter�a compramos un rollo de alambre
de gallinero de medio metro de ancho y armamos una especie de corral alrededor de la
caseta para que el nuevo miembro de nuestra familia no anduviera vagando por all� y se
perdiera.
Actualmente Disco lleva m�s de doce a�os con nosotros. Al crecer se convirti� en un
ejemplar muy grande y hermoso y, por supuesto, como ahora Matt est� casado y vive en
otra parte, estoy seguro de que el lector ya se imaginar� qui�n se encarga de cuidar y
alimentar al animal.
Uno de los errores que cometimos, dentro de todo este asunto de Disco, fue construir su
peque�a residencia y patio de juegos precisamente afuera de nuestra rec�mara. �ltimamente,
Disco se ha estado despertando antes de la salida del sol, comienza a graznar y no para,
excepto unas cuantas veces, durante todo el santo d�a. �Y vaya que grazna fuerte! como
antes nunca hab�a actuado as�, excepto para ahuyentar al gato del vecino, tanto Bette como
yo concluimos que algo est� molest�ndolo verdaderamente. El caso es que ya no es feliz.
Puede ser que la comida que le estoy dando no le guste, o quiz� no le cambio con la
suficiente frecuencia el agua de su peque�o chapoteador, o tal vez est� h�meda la paja de su
caseta y haya que cambiarla o quitarla. �Qui�n sabe? He intentado todo para hacer que se
sienta seguro y contento de nuevo, pero sigue graznando �spera y continuamente.
Como puede ver, amigo lector, Disco s� tiene un problema, y le apuesto que es el mimo que
tiene usted. �S� usted! Ni Disco ni usted tienen un sentido adecuado de su propia val�a Disco
no tiene la menor idea de que, si no est� contento con las condiciones que hay en su vida,
puede hacer m�s que s�lo sentir l�stima de s� mismo; tiene el poder de cambiar esas
condiciones en vez de quejarse de ellas nada m�s.
Si realmente Disco quiere cambiar las condiciones de su vida, puede hacerlo en el momento
que lo decida. Es sencillo. Todo lo que tiene que hacer es levantar sus bellas alas, moverlas
de arriba hacia abajo... e irse. Pero ya ve usted, el pobre Disco no sabe lo bueno que es. No
sabe que puede volar... �y usted tampoco!


REGLA NUMERO SEIS

Siempre hay que dejar que las propias acciones hablen por uno, aunque
todo el tiempo hay que estar en guardia contra las terribles trampas del falso
orgullo y la vanidad que pueden detener el propio avance. La pr�xima vez
que uno se sienta tentado a vanagloriarse, tendr�a primero que meter la
mano en una cubeta llena de agua y, cuando la saque, el agujero que queda
har� que uno se d� una idea correcta de la medida de su importancia.
A ninguno de nosotros nos decepciona m�s otra persona de lo que nos decepcionamos de
nosotros mismos. Un obst�culo peligroso para nuestro progreso continuo es la terrible
pantalla de orgullo complaciente que es responsable de cegar nuestro avance una vez que
hemos experimentado un poco de �xito. Es cierto, es posible que hayamos trabajado muy
duro y hayamos dedicado todos nuestros talentos y esfuerzos en avanzar, y esa es realmente
la raz�n por la cual usted y yo estamos juntos; sin embargo, es f�cil caer en la trampa de
creer, despu�s de unas cuantas victorias, que uno posee algunas cualidades especiales y
�nicas, y cuando uno refleja esa actitud en su comportamiento con los dem�s, eso puede
da�ar seriamente su progreso. De hecho, nada puede lastimarlo m�s a uno que la arrogancia
y el orgullo que piden que alguien les ponga un alto.
Todos somos hijos de Dios, pero si tan s�lo pudi�ramos ver qu� tan poco hueco dejar�a
nuestra muerte en este mundo, dejar�amos de tomar tan en cuenta el espacio que ocupamos
y pensar�amos m�s en ayudar a los dem�s.
Constantemente estoy librando mi batalla personal contra la tentaci�n del falso orgullo.
Cuando uno escribe un nuevo libro cada dos a�os, como yo, y luego recorre todo el pa�s
para promocionarlo en la prensa, la radio y la televisi�n, por no mencionar la serie de
discursos de inauguraci�n que pronuncio al a�o, es f�cil caer en la trampa de comenzar a
creer todas las cosas buenas que se dicen y se escriben en los medios de comunicaci�n - por
no mencionar todas las atenciones, las limosinas con chofer y las fiestas par firmar
aut�grafos con lo cual se le malacostumbra a uno.
Nunca olvidar� el d�a en que Dios decidi� reducirme considerablemente la opini�n de m�
mismo, algo que indudablemente me merec�a en ese tiempo. Estaba en mi habitaci�n del
hotel en espera de que llamaran a la puerta como se�al de que era el momento para que
hiciera mi aparici�n en el sal�n de baile all� abajo, donde iba a pronunciar el discurso de
inauguraci�n de una gran convenci�n nacional de varios miles. Cuando lleg� por fin el
mensajero de la compa��a, un hombre de edad, me puse el saco y lo segu� por el pasillo hacia
el elevador.
Hab�a mucho ruido y gente en el vest�bulo y no hab�amos avanzados mucho cuando sent�
que alguien me tocaba con decisi�n el hombro y me volv� par ver a un hombre joven con
ojos de asombro, con un distintivo con el nombre de su compa��a pegado al bolsillo de su
saco, que aferraba una bolsa de papel y me apuntaba a la cara con el dedo.
-�Es usted Og Mandino? - me pregunt� sin aliento.
Asent� con la cabeza y segu� caminando.
-�Me concede un minuto, se�or? pregunt� el joven mientras se desplazaba hacia una mesita
junto a una ventana, lejos del movimiento de la gente. Interrogu� con la mirada a mi gu�a
ce�udo, quien finalmente asinti� moviendo la cabeza con cierta reticencia.
- Se�or - me espet� el joven mientras colocaba la bolsa de papel sobre la mesa -, quiero que
sepa que mi esposa es una fan�tica de Og Mandino. Le juro que se ha le�do todo lo que
usted ha escrito. Como en maestra en el peque�o pueblo donde vivimos, no hubo manera de
que pudiera venir conmigo y se qued� muy afligida Ten�a tantas ganas de escucharlo a
usted.
-�Que pena!
- Pues bien, se�or, pens� que deb�a hacer algo especial por Louise, y creo que estuve en
todas las librer�a que hay en un radio de ochenta kil�metros alrededor de nuestro pueblo y
me las ingeni� para conseguir cinco de sus libros en edici�n empastada. Por favor... se lo
suplico... �me har�a usted el gran honor de autografiar estos libros para mi esposa? Se los
quiero dar como regalo de cumplea�os, el jueves pr�ximo.
- Con todo gusto - le dije, saqu� la pluma del bolsillo interior de mi saco y escrib� en los
cinco libros, la siguiente dedicatoria: Para Louise, con afecto: Feliz Cumplea�os, Og
Mandino.
Cuando hube terminado, el joven volvi� a meter cuidadosamente todos los libros en su bolsa
de papel, me dio un abrazo nervioso y apresurado, me dio las gracias y se alej�... y a m� se
me olvid� mantener la boca cerrada, pero qu� bueno que se me haya olvidado.
Ya se hab�a alejado unos tres metros, cuando dirigi�ndome a �l le grit�:
- D�game, �esto va a ser una sorpresa para Louise?
Se volvi� y con una t�mida sonrisa de oreja a oreja, me repuso gritando:
-�Por supuesto que s�, se�or, ella est� esperando un nuevo Toyota Corolla!


REGLA NUMERO SIETE

Cada d�a es un don especial de Dios, y si bien es posible que la vida no
siempre sea justa, uno  no debe dejar nunca que las penas, las dificultades y
las desventajas del momento envenenen la actitud y los planes que uno tiene
para s� mismo y su futuro. No se puede ganar si se lleva puesta la fea capa
de la autocompasi�n con toda seguridad ahuyentar� cualquier oportunidad
de �xito. Nunca m�s. Hay una mejor manera.
La vida no es justa... y probablemente nunca ser� as�. Habr� ocasiones en que uno hace la
mayor parte del trabajo y, sin embargo otro se lleva el cr�dito. Es posible que uno trabaje el
doble de lo que trabaja su vecino, y uno se sabe el doble de listo... y sin embargo, uno s�lo
gana la mitad de lo que gana el otro.
Hay muchas ocasiones en que la vida nos reparte una mala mano. �C�mo juega uno esas
malas manos cuando le toca una? �Se aferra, se niega a rendirse, aunque no se tenga la
garant�a de lograr el triunfo... o se lamenta y se compadece de s� mismo porque uno est�
seguro de que sus dificultades y problemas son mucho m�s terribles que las desgracias de
cualquiera otra persona? �Pobre nene!
Hace casi dos d�cadas, recib� una peque�a tarjeta amarilla con un poema escrito con tinta
verde, de parte de Wilton Hall, quien publicaba Quote Magazine en Anderson, Carolina del
Sur. El poema ha tenido un sitio especial en mi vida a lo largo de todos estos a�os. Durante
mis discursos, no solo lo comparto con todos mis p�blicos, sino que lo mantengo a mano
para mi propio bienestar. Cuando las cosas no est�n yendo muy de acuerdo con la forma en
que las plane�, o los d�as comienzan con el pie izquierdo, o empiezo a irritarme un poco con
los dem�s y tal vez a sentir l�stima de m� mismo, saco mi poema, lo leo y luego prosigo con
mi vida, agradecido y s�lo hago una pausa suficientemente larga para volver la vista a los
cielos y decir: �Gracias!
S�, rec�rguese en el sill�n, amigo lector, y perm�tame que le d� el gastado original. Es un
tesoro, y le apuesto que tambi�n usted, al igual que yo, lo releer� con frecuencia en el futuro
y lo compartir� igualmente con sus amigos.
�Se�or, perd�name cuando me lamento!
Hoy, en el autob�s, vi a una bella muchacha de cabello rubio, la envidi�... parec�a tan
alegre... y dese� ser as� de bonita. De pronto, cuando se puso de pie par irse, la vi cojear por
el pasillo. Ten�a una sola pierna y usaba muleta; sin embargo, al pasar... �qu� sonrisa! �Oh,
Dios, perd�name cuando me lamento! Tengo dos piernas. �El mundo es m�o!
Me detuve a comprar unos dulces. El muchacho que los vend�a era tan encantador.
Convers� con �l. Se ve�a tan contento. Si me retrasaba no habr�a problema. y cuando me iba,
me dijo: "Se lo agradezco, ha sido usted muy amable. Es grato conversar con gente como
usted. Sabe - dijo -. soy ciego". �Oh, Dios, perd�name cuando me lamento! Tengo dos ojos.
El mundo es m�o.
Despu�s al ir caminado por la calle, vi a un ni�o con los ojos de cielo. Estaba de pie y
observaba a otros ni�os que jugaban. Parec�a indeciso. Me detuve un momento y le dije:
"�Por qu� no vas a jugar con ellos, primor?" Sigui� viendo hacia enfrente sin decir nada y
entonces me di cuenta de que no pod�a o�r. �Oh, Dios, perd�name cuando me lamento!
Tengo dos o�dos. El mundo es m�o.
Con pies que me lleven a donde quiero ir, con ojos para ver los colores del atardecer, con
o�dos par escuchar lo que quiera saber... �Oh, Dios, perd�name cuando me lamento. En
realidad soy una afortunada. El mundo es m�o
Autora An�nima


REGLA NUMERO OCHO

Uno nunca debe llenar sus d�as ni sus noches con tantas nimiedades y cosas
insignificantes como para no tener tiempo de aceptar un verdadero reto
cuando �ste se presente. Esto es v�lido tanto para el juego como para el
trabajo. Un d�a meramente sobrevivido no es ocasi�n de festejo. Uno no est�
aqu� para desperdiciar sus preciosas horas, Cuando tiene la capacidad de
lograr tanto si hace una peque�a modificaci�n en su rutina. Ya no hay que
ocuparse en nimiedades. Ya no hay que volverle la cara al �xito. Hay que
darse tiempo y espacio para crecer. Ahora, �Ahora mismo! �No ma�ana!
Es posible que usted, lector, conozca a este tipo de persona. Tal vez hasta sea usted as�. Si
es as�, me da gusto que haya acudido a m�. Esa persona est� siempre ocupada, siempre tiene
m�s proyectos, reuniones y diligencias de los que se pueden manejar, y siempre est� en una
loca carrera de un lado a otro en un intento - intento, nada m�s - por adelantarse a los
acontecimientos. Lo que este tipo de gente hace constituye un esfuerzo, inconsciente pero
muy eficaz, para evitar el �xito. Claro que est�n ocupadas - en cualquiera de esas faenas y
tareas insignificantes que pueden encontrar para hacer, de tal manera que si alguna vez se
les presenta un verdadero reto, algo que en verdad pudieras significar mucho para sus
vidas y su bienestar, les es muy f�cil responder siempre que lo lamentan pero est�n
demasiado ocupadas en este preciso momento y no pueden atender otra cosa.
�Le suena conocido? Espero que usted, amigo lector, no haya estado esforz�ndose
inconscientemente por fracasar manteni�ndose "muy ocupado" en cosas que de nada le
servir�n, aparte de que lo mantengan en ese largo camino trillado. Si le sirve de consuelo,
hay muchos que est�n en esa situaci�n. Sabe usted que se necesita tanta energ�a para
fracasar como la que se necesita para triunfar, y por eso es que tenemos tanta gente activa y
ocupada que no logra entender por qu� no est� ocurri�ndole nada en su vida.
En el caso de que usted piense que podr�a estar en esa categor�a, tal vez est� usted haciendo
lo que hace porque alguien oprimi� su "interruptor de eliminaci�n" hace a�os. S�, su
"interruptor de eliminaci�n". Hacer a�os iba a hacer un libro sobre este tema, pero �sta es la
primera vez que lo menciono en letras impresas.
Una vez adquir� un convertible muy costoso, y obviamente el vendedor me persuadi� de que
no deb�a sacar ese veh�culo tan caro a la calle ni estacionarlo en ning�n estacionamiento
p�blico sin instalarle antes una alarma contra robos que inmediatamente har�a sonar una
fuerte y penetrante sirena si alguien trataba de abrir por la fuerza mi joya, conectar el
encendido y llevarse el convertible. Por su puesto que acced�.
Una ma�ana, retrasado por una cita, entr� como un rayo a la cochera, puse la llave de
encendido, la gir�... pero no pas� nada. Ni siquiera un quejido. Nada. �Estar�a totalmente
descargado el acumulador? No era cre�ble. Encend� la radio. Funcion� a todo volumen. Puse
una cinta en la grabadora. Ella Fitzgerald en "Mack the Knife". Excelente fidelidad. Encend�
los limpiaparabrisas. Dos chorros de agua saltaron desde aperturas ocultas y los limpiadores
se movieron de un lado para otro en perfecta sincron�a. Frustrado y molesto, entr� a toda
prisa en la casa y llam� a mi amigo el vendedor de autom�viles.
- Instalamos una alarma en esa joya, � verdad?, Og?
-�Y me cost� trescientos d�lares!
- Entonces probablemente oprimiste por accidente el "interruptor de eliminaci�n".
-�El "interruptor de eliminaci�n?
- Si, es un aditamento de los sistemas de alarma contra robos m�s complejos. �No te lo
explicaron cuando hicieron la instalaci�n?
Cada vez me enfurec�a m�s. - Con toda seguridad recordar�a si alguien hubiera hablado de
poner un "interruptor de seguridad" en mi autom�vil. �Qu� es y d�nde est�?
- Es parte del sistema de alarma. Una vez que te bajas del autom�vil y lo cierras con llave,
pones otra llave en la cerradura que instalaron en el guardafangos y le das vueltas, �verdad?
Ese pone en funcionamiento la alarma, de tal manera que si alguien intenta forzar una puerta
o rompe una de las ventanas se dispara la alarma.
- As� es.
- Pues bien, el "interruptor de eliminaci�n" es un grado adicional de protecci�n. En alg�n
lado del interior del autom�vil, generalmente abajo del tablero o debajo de la alfombra, se
instal� otro peque�o interruptor. Si antes de salir del autom�vil lo oprimes y luego cierras
con llave y pones a funcionar la alarma, est�s verdaderamente protegido contra el robo.
Incluso si alguien logra abrirlo y es lo suficientemente tonto como para intentar ponerlo en
marcha mientras la alarma est� sonando, no lo lograr� porque una vez que oprimiste el
"interruptor de eliminaci�n", se corta toda corriente del acumulador al arranque. El
autom�vil no puede moverse.
Regres� a la cochera, pero no pude localizar mi "interruptor de eliminaci�n", y en menos de
una hora, el vendedor estaba en mi casa. Por supuesto que lo encontr� casi inmediatamente,
debajo de la alfombra delantera del lado del conductor. S�, el interruptor estaba oprimido.
Probablemente lo hab�a hecho yo con el pie, por accidente, pero no pude seguir molesto, no
conmigo mismo, ya que el incidente me proporcion� una invaluable analog�a que se
relacionaba con muchos seres humanos que conoc�a y me ha sido de gran valor cuando trato
de convencer a alguien de que est� desperdiciando mucho tiempo en un trabajo en el que se
"ocupa" mucho pero sin consecuencia para su vida.
Como puede usted ver, realmente mi autom�vil actu� de manera bastante normal cuando di
vuelta la llave de encendido. Se encendieron las luces, funcion� la radio, los limpiaparabrisas
se movieron de un lado a otro. Un autom�vil muy pero muy ocupado. Como mucha gente
que conozco. S�lo hubo un problema. Esa m�quina no pudo moverse ni siquiera un
cent�metro hacia adelante a pesar de toda su actividad, porque yo hab�a oprimido sin darme
cuenta su "interruptor de eliminaci�n".
Todos tenemos nuestros propios "interruptores de eliminaci�n" . Tal vez cuando �ramos
peque�os, alguien, incluso uno de los padres u otro adulto a quien respet�bamos, o el
c�nyuge cuando ya �ramos mayores, nos haya dicho un d�a, en un arranque de ira, que
nunca valdr�amos gran cosa. �Zas! �Eso bast�! Sin darse cuenta y sin pensarlo, oprimieron
nuestro interruptor, y nos hemos pasado todos estos a�os trabajando muy duro con el fin de
que su profec�a se cumpliera, sin comprender siquiera la motivaci�n de nuestras acciones.
Claro que estamos "ocupados", pero al igual que mi convertible, no vamos a ninguna parte.
Y no entendemos por qu�. �Qu� l�stima!
Hay que agacharse a desconectar ese "interruptor de eliminaci�n ahora que usted, amigo
lector, sabe que tiene uno. Ya no hay que "ocuparse" en cosas sin importancia. Hay que
dejar de ocultarse detr�s de todas esas tareas intranscendentes. Hay una mejor forma de
vivir.


REGLA NUMERO NUEVE

Hay que vivir este d�a como si fuera el �ltimo de su vida. Hay que recordar
que s�lo se encontrar� la expresi�n "ma�ana" en el calendario de los
tontos. Hay que olvidar las derrotas del ayer y no tomar en cuenta los
problemas del ma�ana. Eso es todo. El d�a del Juicio Final. Es todo lo que
se tiene. Uno debe hacer de este d�a el mejor de su a�o. Las palabras m�s
tristes que uno podr�a pronunciar son: "Si pudiera volver a vivir mi vida..."
Hay que tomar la batuta ahora. �Y dirigir con ella! �Este es su d�a!
La mayor�a de los fracasados act�an siempre como si les quedaran mil a�os de vida. �Por
qu�? Sencillamente porque no tienen la menor confianza de poder manejar los retos de la
actualidad. �Y c�mo evitan el tener alguna vez que poner a prueba su potencial? De cien
manera diferentes. Algunos beben demasiado o se dedican en exceso a festejar. Muchos
duermen dos o tres horas m�s de las que necesitan cada noche. Otros se pasan las horas
resolviendo crucigramas o armando rompecabezas, o echados frente al televisor.
"No hay que preocuparse - siempre le aseguran a uno -. Todo se resolver�... ma�ana".
�Ma�ana? Llevo muchos a�os en este mundo y en todo ese tiempo he visto miles de
calendarios, pero nunca... nunca he visto uno con un "ma�ana" en �l.
No hay que tratar el tiempo como si uno tuviera de eso un surtido interminable. Uno no
tiene ning�n contrato con la vida. Si el ayer es ya un cheque cancelado, el ma�ana es s�lo un
pagar�. Todo lo que uno tiene en efectivo es el hoy, y si uno no lo gasta prudentemente, la
culpa es solo de uno. El Padre Tiempo no hace viajes redondos en beneficio nuestro.
Ninguno de nosotros ha aprendido mucho a menos que aprenda a dar a cada d�a el trato de
una vida separada. Los millones de personas afortunadas que se han salvado mediante
Alcoh�licos An�nimos conocen muy bien el poder de la expresi�n "un d�a a la vez". En una
ocasi�n, Robert Louis Stevenson escribi�: "Cualquiera puede llevar su carga, no importa
qu� tan pesada sea, hasta el anochecer. Cualquiera puede hacer su trabajo, no importa que
tan dif�cil sea, durante el d�a. Cualquiera puede vivir una vida dulce, paciente, amorosa y
pura hasta la puesta del sol. Y esto es todo lo que la vida significa realmente".
Independientemente de lo dif�cil que sea, uno puede manejar la carga de este d�a, una tarea a
la vez, y avanzar en direcci�n a sus metas. S�lo cuando uno se pasa horas innumerables y
pla�ideras rememorando sus errores pasados, o preocup�ndose de las cosas terribles que
podr�an suceder ma�ana, es cuando uno deja de escurrir este d�a precioso, que es todo lo
que uno tiene.
Hoy es su d�a, el �nico d�a de que dispone, el d�a en que puede mostrar al mundo que puede
hacer una contribuci�n significativa. Tal vez nunca logre entender cu�l puede ser el
significado de su papel en ese gran todo que es la vida, pero usted sigue estando aqu� para
desempe�arlo, y ahora es el momento. No importa que tan llenas est�n las horas, hay que
recordar que s�lo pueden entrar en la vida de uno en forma de un momento a la vez,
�nicamente. Usted puede manejar cualquier momento, no importa qu� tan dif�cil sea, cuando
le llega en fila india.
Cuando uno concluye su d�a, debe darlo por concluido. Nunca debe llevar parte de la carga
al d�a siguiente. Uno hizo lo mejor que pudo y si en ello hubo algunos desaciertos y errores,
hay que olvidarlos. Hay que vivir ese d�a, y todos los d�as, como si todo fuera a terminar con
la puesta del sol, y cuando ponga la cabeza en la almohada, debe descansar con la seguridad
de haber hecho lo mejor que pudo.


REGLA NUMERO DIEZ

A partir de hoy, uno debe tratar a todas las personas que encuentre, sean
amigas o enemigas, conocidas o extra�as, como si fueran a morirse a
medianoche. No importa qu� tan trivial sea el contacto, Hay que brindar a
cada persona toda la atenci�n, amabilidad comprensi�n y afecto que uno
pueda mostrar, y hay que hacerlo sin pensar en ninguna recompensa. Su
vida nunca volver� a ser igual.
Al igual que las reglas de cualquier juego, todas las reglas de la vida se relacionan entre s�.
Cuando se siguen las indicaciones de una regla, �sta lo llevar� a la siguiente y as�
sucesivamente, pero ahora uno est� comenzando a jugar el juego de la vida como debe
jugarse. Vivir cada d�a como si fuera el �nico que uno va a tener es, de hecho, uno de los
principios supremos para una existencia dichosa y con �xito. Sin embargo, he aqu� una regla
asociada que es exactamente igual de poderosa y productiva pero que, a diferencia de la
otra, muy poca gente la conoce.
Mientras se vive cada d�a como si fuera el �nico que se va a tener, hay que comenzar a tratar
a todos los que encuentre - su familia, vecinos, compa�eros de trabajo, los desconocidos,
los clientes, incluso los enemigos, si se tienen - como si de cada una de esas personas se
conociera un secreto profundo y oscuro: �que todos est�n viviendo tambi�n su �ltimo d�a
en este mundo y morir�n a media noche!
Ahora bien, amigo lector, �c�mo se imagina que tratar�a a todos los que encuentre el d�a de
hoy si supiera que se van a ir para siempre cuando acabe el d�a? Usted lo sabe. Con m�s
consideraci�n, atenci�n, ternura y afecto de lo que nunca antes les haya brindado. �Y c�mo
se imagina que reaccionar� ante su amabilidad? Por supuesto. Con m�s consideraci�n,
amabilidad, cooperaci�n y afecto de lo que usted haya recibido de otras personas en el
pasado. Siga haciendo lo mismo, d�a tras d�a, �Y c�mo se imagina que ser� su futuro, si lo
llen� con ese tipo de amor desinteresado? Ya est� sonriendo. Usted conoce la respuesta,
amigo lector.
Hace a�os, cuando se enviaba a los autores a un recorrido publicitario para hacer la
promoci�n de sus libros en la radio, la televisi�n y la prensa, lo hac�an m�s por su cuenta, a
diferencia de lo que ocurre hoy en d�a cuando literalmente son llevados de la mano de ciudad
en ciudad y de entrevista en entrevista, por representantes de la editorial en cada ciudad. En
esos "viejos tiempos", nuestros editores nos enviaban por correo boletos de avi�n m�s las
reservaciones de hotel y un programa de nuestras presentaciones de cada ciudad. Era
entonces responsabilidad del autor trasladarse a los aeropuertos y hoteles y tomar taxis para
ir de una entrevista a la siguiente. Si uno ten�a siete u ocho compromisos al d�a, lo cual no
era desusado, y las entrevistas se repart�an en el tiempo y la distancia, como ocurr�a en Los
�ngeles, se volv�a un desaf�o supero a la propia resistencia y agilidad el simple hecho de
llegar a tiempo de una cita a la siguiente.
Este d�a memorable sucedi� en Nashville hace varios a�os, cuando realizaba un recorrido.
Un joven chofer negro me llev� desde mi hotel hasta la estaci�n de televisi�n WSM donde
me iba a presentar en The Noon Show. Como el viaje tomaba algo de tiempo, comenzamos
a conversar, y el conductor, cuyo nombre me lo aprend�, era Raymond Bright, parec�a
fascinado por el hecho de que su pasajero iba a salir en televisi�n.
Mi programa impreso tan detallado me informaba que este programa se transmit�a en vivo,
con p�blico en el estudio, y que ten�a un formato muy similar al de The Tonight Show,
incluso contaba, con su propia banda y tal vez uno o dos cantantes. Mientras nos
aproxim�bamos al hermoso edificio, mi taxista dejo en voz alta:
-�Esa de all� es la mejor estaci�n del Nashville!
Tal vez se debi� a que la regla de tratar a los dem�s con afecto y atenci�n como si fueran a
morir a medianoche, segu�a estando fresca en mi mente ya que la hab�a mencionado
extensamente en varios programas el d�a anterior, el hecho es que, cuando le estaba pagando
a Ray, le pregunt� impulsivamente:
-�Alguna vez ha visto como se hace un programa de televisi�n?
- No, se�or.
- Pues bien... si dispone usted de una hora o algo as�, y est� bien que me cobre la espera,
�por qu� no entra conmigo para que me vea hacer el tonto?
Me mir� con ojos de asombro: -�De veras?
- Claro, y luego que termine, me puede llevar al centro, a la librer�a Cokesbury, donde voy a
firmar aut�grafos a la una y media.
De un salto, Raymond subi� de nuevo en su taxi, levant� la banderilla amarilla de tax�metro,
lo que significaba que no me estaba cobrando nada, y volvi� a salir. Dentro de la estaci�n, le
present� mi nuevo amigo a un sorprendido Teddy Bart, el conductor del programa y a
Elaine Ganick, la productora, quienes nos condujeron al estudio iluminado donde la banda
ya estaba afinando. Ray fue llevado a un asiento en primera fila, y mientras yo sal�a a
ponerme de acuerdo con Teddy y Elaine sobre qu� era lo que �bamos a conversar, el taxista
ve�a admirado a la banda que repasaba sus n�meros mientras las c�maras de televisi�n y los
micr�fonos pasaban de un lado a otro en un ensayo final.
Cuando termin� el programa, nos fuimos a toda prisa a la librer�a del centro. Despu�s de
esto, le dije a Ray que me estaba muriendo de hambre y me llev� a almorzar a lo que
denomin� "mi secci�n de la ciudad", y aunque yo era el �nico blanco en ese sitio, las
hamburguesas fueron las mejores que he comido. Cuando lleg� el momento de pagar,
empec� a buscar mi cartera pero un brazo fuerte me lo impidi�. Ray iba a pagar, y no hab�a
m�s que decir. Nada de discusi�n. Me llev� a otros dos programas de radio, me esper�, me
llev� de regreso al hotel a recoger mis cosas y luego me transport� al aeropuerto.
En el camino, mientras comenzaba a dormitarme en el asiento trasero, escuch� su voz
profunda:
- Se�or Og (para entonces me llamaba como me hab�an estado llamado antes los
conductores de los programas de radio)... Se�or Og, nunca voy a olvidar este d�a mientras
viva.
- Por qu�, Ray?
- Porque hoy, por primera vez en mi vida, me siento importante.
En todo el camino al aeropuerto, una que otra vez ve�a esos grandes ojos marr�n que se me
quedaban viendo por el espejo retrovisor y lo o�a repetir, una y otra vez: �Usted me hizo
sentir importante!
En el aeropuerto, Ray salt� del taxi y llev� mis maletas al sitio donde se registra el equipaje.
Luego le pagu� y se me acerc� y me abraz� - lo que sorprendi� a unos cuantos mirones -
mientras gruesas l�grimas le corr�an por las mejillas.
- Lo amo, se�or Og - murmur�.
- Y yo a usted tambi�n, Ray - repuse con voz ronca.
Muerto a media noche. Una visi�n que procede a una nueva forma de tratar a todos los que
uno encuentra. Realmente es f�cil de hacer y lo que uno recibe en retribuci�n puede cambiar
su vida para siempre �Int�ntelo, amigo lector!


REGLA NUMERO ONCE

Hay que re�rse de s� mismo y de la vida. No con el �nimo de burlarse ni de
autocompasi�n pla�idera, sino como un remedio, como un medicamento
milagroso, que le mitigar� a uno el dolor, le curar� la depresi�n y le
ayudar� a poner en perspectiva la derrota aparentemente terrible del
momento. Uno debe borrar la tensi�n y las preocupaciones ri�ndose de sus
predicamentos, con lo que liberar� su mente para pensar con claridad en la
soluci�n que seguramente llegar�. Nunca hay que tomarse demasiado en
serio.
Los d�as m�s desolados son aquellos en que no se ha o�do el sonido de la risa. Una buena
sonrisa es un rayo de sol en cualquier hogar, as� es que no hay que dejar pase un d�a sin
exteriorizar el lado feliz de uno, aunque est� luchando con el caos. Cada vez que sonr�e, y
m�s cuando r�e, se a�aden momentos preciosos a la propia vida.
El hombre es la �nica criatura dotada con el poder de la risa, y tal vez es la �nica criatura
que merece que se r�an de ella. Sin embargo, la mejor de las risas es la de aquella persona
que tiene suficiente confianza en s� misma. Esto demuestra la rara capacidad de mirarse con
objetividad, y si uno puede hacer eso, todas sus preocupaciones se encoger�n.
Claro que hay reglas para jugar bien este dif�cil juego de la vida, pero uno no debe olvidar
nunca que se sigue tratando de un juego - un juego que nadie debe tomar jam�s demasiado
en serio. Si no nos las ingeniamos para extraer un poco de gozo de este d�a, �qu� caso
tiene? Re�rme de m� mismo y, por supuesto, no tomarme demasiado en serio es una regla
del juego que debo seguir aprendiendo una y otra vez. Cada vez que comienzo a actuar un
tanto demasiado profesional o pomposo o que asumo el papel del "autor famoso", Dios
siempre me preparara para otra merecida ca�da que me enderece... hasta la pr�xima vez.
Acababa de estar varios d�as visitando estaciones de radio y televisi�n en la zona de Atlanta,
y ahora me llevaban en una limosina negra a firmar aut�grafos en un centro comercial
aproximadamente a dos horas de la ciudad. Mi programa me indicaba que iba a visitar una
peque�a estaci�n cristiana de radio donde iba a conversar en vivo con un caballero conocido
como "el Reverendo John".
A su debido tiempo, nos estacionamos frente a una casita de campo cuya pintura blanca
comenzaba a descascararse. Mi conductor se volvi� y me dijo, casi en tono de disculpa.
- Esta es Se�or. La radiodifusora.
Antes de haber subido el �ltimo escal�n, se abri� la puerta del frente y all� estaba el
Reverendo John. Supe que era �l porque llevaba un letrero bordado en hilo rojo con ese
nombre por encima del bolsillo superior de su atuendo blanco de una pieza.
-�Bienvenido a nuestra humilde estaci�n, se�or! - exclam� mientras me abrazaba - Es un
gran honor.
Atravesamos lo que alguna vez probablemente hab�a sido una estancia pero ahora estaba
lleno de equipos electr�nicos y tableros de discos y cintas. Pude o�r salmos mientras el
reverendo me conduc�a a su "estudio" en la parte de atr�s.
- Saldremos al aire en s�lo unos cuantos minutos - dijo mi anfitri�n - Si�ntese all� y p�ngase
c�modo.
El reverendo John se�alaba con un gesto de la cabeza en direcci�n a una mesa sin pintura
sobre la cual se apoyaba precariamente un micr�fono, unido con varios clavos a los tableros.
Me deslic� para sentarme en la tosca banca, y me pregunt� si los editores, all� en sus
elegantes oficinas de la Quinta Avenida, ten�an idea de las cosas por las que ten�an que pasar
los autores. Luego, para mi gran sorpresa, el Reverendo John se acomod� a mi lado en la
banca, y de pronto comprend� que le micr�fono que hab�a sobre la mesa era el �nico y que
�bamos a compartirlo. Vaya cambio despu�s de pasarme d�as entre el brillo y el cristal de las
radiodifusoras de Atlanta. Sin embargo, me dije a m� mismo que pod�a soportar cualquier
cosa durante treinta minutos.
En ese viaje estaba promocionando Operaci�n Jesucristo, y a diferencia de tantos
entrevistadores, que nunca leen el libro de uno antes de la entrevista, el Reverendo John
no s�lo lo hab�a le�do, sino que hab�a preparado una larga lista de preguntas muy
perceptivas, en un cuaderno de notas, a la cual constantemente se refiri� una vez que
estuvimos en el aire.
Realmente estaba disfrutando nuestra conversaci�n cuando, aproximadamente a la mitad de
la entrevista, son� con fuerza el timbre de un tel�fono que hab�a en el otro cuarto. Por
supuesto que este "estudio" no estaba insonorizado, como lo est� la mayor parte, as� es que
el fuerte ruido del tel�fono, que lleg� a mitad de mi respuesta a una de sus preguntas, me
descontrol� completamente y casi pierdo el hilo de mis pensamientos mientras trataba de
recobrar la compostura.
El maldito tel�fono sigui� sonando y sonando. Finalmente, un molesto Reverendo John ech�
un vistazo a su cuaderno de notas, me hizo la pregunta siguiente de su lista y luego, ante mis
horrorizados ojos, se volvi�, pas� las piernas por encima de la banca, se puso de pie y
desapareci� en el otro cuarto, me imagino que para atender el tel�fono. Heme aqu� ahora
respondiendo ante una banca vac�a - y un micr�fono funcionando - y hable... muy... muy
despacio, demor�ndome, sin saber qu� har�a si completaba mi respuesta antes de que mi
amigo hubiera regresado.
Finalmente, agot� el tema y el Reverendo John no aparec�a por ning�n lado. Y entonces, por
primera vez en mi vida, se me ocurri� una brillante idea. Estir� el brazo y acerqu� su
cuaderno de notas, lo puse frente a m�, y recorr� con el dedo su lista de preguntas, encontr�
la que segu�a y dije: "Reverendo John, me imagino que usted se ha de preguntar de d�nde
saqu� la idea de Operaci�n Jesucristo.
...y durante los siguientes catorce minutos, !me entrevist� yo s�lo!
Finalmente, sent� que alguien me tocaba el hombro. Estaba tan concentrado en mi doble
papel de entrevistador y entrevistado, que ni siquiera me di cuenta de que mi anfitri�n hab�a
regresado. Se�alo el enorme reloj que hab�a en la pared, se inclin� y dijo frente a nuestro
micr�fono: "Se�or Mandino, fue un gran honor tenerlo con nosotros el d�a de hoy. Le deseo
un gran �xito con este libro maravilloso y que viaje seguro durante el resto de su recorrido.
�Dios lo bendiga!
Al decir eso, oprimi� un bot�n y el himno "Never My God to Thee" se difundi� pro las
ondas hertzianas, mientras que yo me incorporaba sec�ndome la frente. Fue entonces
cuando record�, una vez m�s, esa regla tan importante de la vida que nos dice que hay que
re�rnos de nosotros mismos. El Reverendo John me mostraba una tarjeta y se ve�a
complacido.
- Se�or Mandino, siento haber tenido que hacerle pasar ese apuro, aunque se las arregl�
usted con gran maestr�a. La llamada era de mi madre de ochenta y dos a�os que vive en San
Diego, y la �ltima vez que hablamos me prometi� que la siguiente vez que me llamara me
dar�a nuestra vieja receta familiar par preparar el pan de zanahoria.
Hay que re�rse del mundo. Y lo m�s importante, hay que re�rse de uno mismo. Si en la
farmacia de su preferencia se vendiera la risa, el doctor familiar le recetar�a algo de risa al
d�a. Es una forma mucho mejor de vivir.


REGLA NUMERO DOCE

Nunca deben descuidarse los detalles, ni escatimarse ese esfuerzo adicional,
esos cuantos minutos de m�s, esa palabra suave de alabanza o
agradecimiento, esa entrega de lo mejor que uno puede hacer. No importa
lo que los dem�s piensen, pero s� es de primordial importancia lo que uno
piensa de s� mismo. Usted nunca podr� hacer lo mejor, que deber�a ser
siempre su rasgo distintivo, si est� tomando atajos y evadiendo
responsabilidades. Usted es alguien especial. Debe actuar como tal. �Nunca
deben descuidarse los detalles!
Maestro, estudiante obrero de una f�brica, vendedor, administrador, padre de familia,
entrenador, atleta, conductor de taxi, elevadorista, m�dico, abogado - no importa qu� retos
se acepten en esta vida, qu� tareas deban desempe�arse para ganarse el pan de cada d�a...
nunca deben descuidarse los detalles.
En efecto, estamos viviendo en una era que parece ir m�s r�pido que la velocidad de la luz, y
en nuestro mundo apresurado es f�cil caer en el h�bito de tomar atajos, de pasar por alto
algunas de nuestras obligaciones, cuando pensamos que nos puede resultar. Olvidamos las
lecciones de la historia y las advertencias de los hombres sabios. Descuidar los detalles, en
cualquier cosa que uno est� haciendo, puede resultar desastroso.
Edison perdi� una valiosa patente porque inadvertidamente coloc� mal un solo punto
decimal. Roberto de Vicenzo perdi� un Torneo Maestro porque firm�, sin tomarse el tiempo
de verificarla, su tarjeta de puntos en la que hab�a un puntaje incorrecto. Y estoy seguro que
usted, lector, alguna vez recibi� el adagio de Benjam�n Franklin: "Por falta de un clavo, la
herradura se perdi�, y por falta de un jinete la guerra se perdi�".
Evidentemente, el sue�o de todos es encontrar algo que hacer en este mundo, un trabajo que
le guste tanto a uno que estar�a dispuesto a hacerlo gratis. Desafortunadamente, esto no le
sucede a muchos y por eso la mayor�a de nosotros aburri�ndose cada vez m�s de su tarea en
la vida, gradualmente deja de hacer su mejor esfuerzo y realiza un trabajo chapucero cada
vez que se puede. Por no mencionar lo que esta manera de vivir le har� a la imagen que uno
tiene de s� mismo, los detalles pasados por alto o manejados sin cuidado, a menudo pueden
provocar problemas mayores que con toda seguridad impedir�n que uno avance. Somos una
creaci�n de Dios. Nunca hay que dejar que nada de lo que surge de uno, actos, objetos,
esfuerzo o amabilidad, sea menos de lo mejor que uno puede dar. S�lo los fracasados y los
mediocres descuidan los detalles.
Un ejemplo muy bueno de esta verdad tan sencilla pero poderosa, de esta residente regla de
la vida, se yergue en lo alto de la Isla de la Libertad en la bah�a de Nueva York. Si alguna
vez va usted, amigo lector, a la ciudad de Nueva York y dispone de unas cuantas horas para
disfrutarlas, le recomiendo que realice uno de los varios viajes en helic�ptero que salen del
pie de la calle Treinta y Cuatro Este en East River. Cuando llegue finalmente a la hermosa
Estatua de la Libertad que se levanta orgullosa en medio de la bah�a, le pido que preste
especial atenci�n.
La mole de cobre con estructura de acero de la Dama Libertad destaca m�s de noventa
metros sobre el nivel del mar. Mientras un helic�ptero da vueltas cada vez m�s cerca, le
recomiendo que mire la parte superior de la cabeza de la estatua para que observe cada
mech�n de cabello se elabor� esmeradamente hasta el m�nimo detalle y, al igual que todas
las dem�s partes de su bata y de su cuerpo. Ese delicado peinado met�lico en la parte
superior de la cabeza indudablemente requiri� de muchas semanas adicionales en el taller
parisino de Auguste Barholdi, semanas que el gran escultor pod�a haberse ahorrado pues,
hasta donde pod�a saber, nadie ver�a nunca la parte superior de la cabeza de la estatua.
La estatua fue inaugurada el 28 de octubre de 1886 por el presidente Grover Cleveland. �En
1886 no hab�a aeroplanos! �Los hermanos Wrigh ni siquiera lograron su primer despegue
primitivo del suelo en Kitty Hawk sino diecisiete a�os m�s tarde! Bartholdi estaba bien
consciente de que s�lo unas cuantas gaviotas valientes podr�an alguna vez mirar a la estatua
desde arriba, y con toda seguridad nadie hubiera sabido nunca si los mechones de pelo no
hab�an sido modelados y pulidos meticulosamente. Sin embargo, el maestro artesano no
tom� ning�n atajo. �Cada mech�n de cabello, cada rizo, est� en su sitio!


REGLA NUMERO TRECE

Hay que recibir cada ma�ana con una sonrisa. Uno debe considerar el
nuevo d�a como otro regalo especial de su Creador, otra oportunidad dorada
para completar lo que uno no pudo concluir ayer. Hay que motivarse uno
mismo. Hay que dejar que la primera hora establezca el tema del �xito y la
acci�n positiva que con toda seguridad resonar� durante todo el d�a. El d�a
de hoy nunca volver� a ocurrir. No hay que desperdiciarlo con un inicio
falso o completamente nulo. Usted no naci� para fallar.
Uno debe ser automotivador. Debe recibir el amanecer de cada nuevo d�a con una sonrisa de
gratitud al Creador por otra oportunidad de mejorar lo que se hizo ayer. Somos tantos los
que abandonamos agachados y temerosos nuestro lugar de descanso con miedo a lo que
cada d�a pueda traernos, sin darnos cuenta nunca de que la forma en que actuemos durante
esas primeras horas marcar� su huella durante todo el d�a, y nos prepara para ma�ana y
todos los ma�anas que vienen a continuaci�n.
Que terrible es despertar y enfrentar un d�a tan desolado, doloroso y aburrido que todo lo
que podemos esperar es el sue�o misericordioso que nos aguarda despu�s de la puesta del
sol.
Hay una mejor manera de vivir. Enfrentar cada ma�ana con un brillo de esperanza en los
ojos, recibir el d�a con reverencia por las oportunidades que contiene, saludar a todos los
que uno encuentre con risas y afecto, ser bueno, amable y cort�s con amigos y enemigos, y
disfrutar la satisfacci�n de un trabajo bien hecho durante horas preciosas que nunca
regresar�n - �sta es la forma de que uno deje su huella.
Sobre todo, hay que recibir la ma�ana con una sonrisa. �Verdad que es f�cil? Ahora bien, si
este sencillo acto representa un problema para usted, amigo lector, si se despierta y siente
que no tiene nada por qu� sonre�r, no se desespere. A todos nos pasa. Hay muchos d�as en
que hasta los individuos m�s positivos preferir�an permanecer en la soledad de sus cuartos en
vez de enfrentar un mundo que a veces puede ser hostil y desatento. Todos tenemos d�as
"deprimentes" incluso los personajes mundiales m�s poderosos, las grandes estrellas de los
deportes y los presidentes de las grandes corporaciones. Una que otra vez, todo el mundo
despierta con la sensaci�n de que m�s le convendr�a esconder la cabeza debajo de la mullida
almohada, en vez de avanzar a paso de tortuga por los embotellamientos o hacer esa primera
visita de ventas o verle la cara a ese jefe desagradable.
Ahora bien, la pr�xima vez que despierte usted, lector, sinti�ndose muy mal por toda la
irritaci�n y la escasa recompensa que le espera, he aqu� la receta perfecta que lo enviar� al
mundo con una actitud tan positiva que no podr� dejar de tener un gran d�a. Este sencillo
truco, o t�cnica, o como lo quiera llamar, nunca ha fallado, no le costar� ni un centavo y sin
embargo, har� m�s por usted que su jugo de tocino, caf� o cualquier cinta de motivaci�n
que laguna vez se haya grabado - lo enviar� al mundo con una actitud positiva, poderosa,
productiva y.. agradecida.
Todo lo que tiene usted que hacer para que le brille el sol y le suene la m�sica cada vez que
se despierte sintiendo l�stima de usted mismo es simplemente tomar el peri�dico matutino.
Nunca mire la primera p�gina en las primeras horas de la ma�ana, a menos que realmente
quisiera arrastrarse hasta el s�tano para esconderse. En vez de esto, abra el diario en la
secci�n de... �obituarios!
En esa secci�n, amigo lector, encontrar� una larga lista de nombres de personas que se
sentir�an absolutamente encantadas de cambiar de lugar con usted, �incluso con todas sus
irritaciones, dudas, temores y problemas! Le recomiendo que lo intente cada vez que se
sienta deprimido en la ma�ana. Me lo agradecer�.
�Ahora s� escucha el canto de los p�jaros?


REGLA NUMERO CATORCE

Uno lograr� su gran sue�o, un d�a a la vez, as� es que hay que fijar metas
para cada d�a - no proyectos largos y dif�ciles, sino tareas que lo llevar�n a
uno, paso a paso, hacia su arcoiris. Debe anotarlas, si as� le parece, pero
hay que limitar la lista de manera que no se tengan que arrastrar las
cuestiones inconclusas de hoy hacia el ma�ana. Hay que recordar que uno
no puede construir su pir�mide en veinticuatro horas. Hay que ser paciente.
Nunca debe dejar que su d�a est� tan lleno de actividades que se descuide la
meta m�s importante - hacer lo mejor que pueda, disfrutar este d�a y
mantenerse satisfecho con lo que ha logrado.
Fijar metas es f�cil. Al igual que ocurre con las resoluciones de A�o Nuevo, cualquiera de
nosotros puede hacer una larga lista de las cosas que espera lograr en el futuro.... pero luego
seguimos viviendo exactamente como el pasado.
Abordemos una vez m�s ese proyecto elusivo pero necesario, y perm�tame que le ayude,
amigo lector. Primero, una advertencia. Cualquier meta que lo obligue a trabajar d�a tras d�a
y a�o tras a�o, durante tanto tiempo y con tanto esfuerzo que nunca tenga tiempo para usted
mismo ni para sus seres queridos, no es una meta sino una condena... una condena a toda
una vida de infelicidad, no importa cu�nta riqueza y �xito logre.
A menudo se nos dice que la "ida es un viaje" Los supuestos expertos en la motivaci�n
utilizan la expresi�n incesantemente, las solapas de los libros la proclaman y uno la puede o�r
en una gran cantidad de cintas: "la vida es un viaje" Suena tan elocuente que deber�a ser
cierta. Esta gran sabidur�a deber�a ir acompa�ada, por lo menos, de m�sica de �rgano.
Lo que esa expresi�n boba nos est� diciendo es que uno debe combatir, luchar y trabajar
horas interminables para alcanzar la primera meseta del �xito. Pero, un momento, eso no es
suficiente. La vida es un viaje. As� que tome aliento, p�dale a sus seres queridos que se hagan
a un lado y contin�e afan�ndose y luchando, d�as y noches, hasta que en alg�n momento
llegue a su segunda meseta. �Fabuloso! �Que si ahora puede descansar? �Qu� l�stima! Es un
viaje, amigo m�o, as� que tome alimento y siga luchando y sudando y agonizando hasta que
llegue a la siguiente meseta y luego a la siguiente.
Y luego, un d�a...
Tolstoi, el brillante novelista ruso, no dej� una valiosa alegor�a sobre c�mo el hombre
siempre ha fracasado en la consecuci�n de metas que tienen muy poca relaci�n con nuestra
felicidad y con el disfrute del breve lapso que pasamos en la tierra. Un campesino de nombre
Pakhom est� seguro de que tendr� un gran �xito cuando finalmente tenga un terreno tan
grande como los terrenos que no tienen las vastas propiedades de la �lite de la nobleza rusa.
Esa es una meta. Llega el d�a en que le hacen una oferta sorprendente - se le conceder�, sin
costo, todo el terreno que �l mismo pueda rodear corriendo desde el amanecer hasta el
ocaso.
Pakhom vende todo lo que tiene con el fin de trasladarse al lejano lugar donde se le hizo esta
oferta. Despu�s de muchas penalidades, llega all� y se pone de acuerdo para aprovechar su
gran oportunidad al d�a siguiente.
Al amanecer, Pakhom comienza a correr a una velocidad vertiginosa. Pasa corriendo bajo el
brillante sol matinal, con la meta fija ante los ojos, sigue corriendo bajo el intenso calor, sin
ver a diestra o siniestra. Todo el d�a contin�a al mismo ritmo, sin detenerse si a comer, ni a
tomar agua, ni a descansar; su propiedad aumenta a cada zancada. Finalmente cuando el sol
se pone m�s all� del p�ramo y las sombras envuelven la tierra, Pakhom avanza titubeante
hacia la meta. �Victoria! Logr� su objetivo. ��xito!
Y entonces... al dar su �ltimo paso, Pakhom cae muerto de agotamiento. Toda la tierra que
ahora necesita... son dos metros.
El �xito no es un viaje. Este d�a, al igual que todos los dem�s, es un don especial de Dios.
Uno debe fijarse metas de modo que cumpla su potencial para el d�a, incluso corriendo ese
kil�metro adicional, pero hay que dejar que algunas de esas metas le den a uno gozo,
sonrisas y paz. Y uno debe planear esas metas diarias de tal manera que no sean sino pasos a
lo largo del camino hacia los grandes sue�os que uno guarda secretamente en su coraz�n.
Hay que darse todas las oportunidades de triunfar, y si se fracasa, que haya sido despu�s de
intentar el triunfo.
Habr�a que escuchar a S�neca, ese sabio de la Antigua Roma: "La verdadera felicidad
consiste en disfrutar del presente, sin depender ansiosamente del futuro, sin entretenernos ni
en esperanzas ni en temores, sino descansando satisfechos de lo que tenemos, lo cual es
suficiente, pues quien es feliz no desea nada. Las grandes bendiciones de la humanidad est�n
dentro de nosotros y a nuestro alcance. El sabio se contenta con su suerte, sea cual sea, sin
desear lo que no tiene".
A pesar de una larga e ilustre carrera, recompensada tanto con reconocimiento del p�blico
como con bienes materiales, un gran c�mico estadounidense admiti� recientemente en una
entrevista que nunca se hab�a sentido seguro de su �xito. Dijo: "Tengo la sensaci�n, a veces,
de que una ma�ana voy a despertarme y todo se habr� ido. Alguien va a decir: "Esto es
todo, muchacho, se acab� todo par ti"". Y as�, aunque tiene mas de sesenta a�os, este
hombre tan talentoso como Pakhom, hace interminables apariciones en teatros, centros
nocturnos, en pel�culas y en televisi�n. Sus seguidores est�n encantados de que lo haga, pero
yo desear�a que tambi�n se detuviera a aspirar el perfume de esas rosas una que otra vez,
antes de que todos los p�talos se caigan.
Todos estamos atrapados en el remolino del cambio, como nos lo advirti� Schopenhauer,
donde la persona, si quiere por lo menos mantenerse erguida, debe siempre avanzar y
moverse, como un acr�bata en la cuerda floja. Hay una mejor manera de vivir.


REGLA NUMERO QUINCE

Uno no debe permitir nunca que nadie le eche a perder su desfile y de esa
manera arroje una sombra de tristeza y derrota en todo el d�a. Hay que
recordar que no se requiere nada de talento, ni abnegaci�n, ni inteligencia,
ni car�cter, para estar en el equipo de los que encuentran fallas. Nada
externo puede tener poder sobre una a menos que uno lo permita. El tiempo
es demasiado precioso para sacrificarlo en d�as desperdiciados combatiendo
las fuerzas rastreras del odio, los celos y la envidia. Usted debe proteger
cuidadosamente su fr�gil vida. �nicamente Dios puede crear la forma de
una flor, pero cualquier ni�o puede hacerla pedazos.
La vida, seg�n nos dijo Montaigne, es algo tierno que puede lastimarse con facilidad.
Siempre hay algo que puede marchar mal. A menudo, los contratiempos m�s ligeros y
peque�os son los m�s inquietantes y, al igual que las letras peque�as son las que m�s nos
cansan los ojos, estas peque�as vejaciones son las que m�s nos perturban y ensombrecen
nuestro d�a, si lo permitimos.
Los humanos somos animales extremadamente fr�giles. Podemos despertar con una canci�n
en los labios y una gozosa anticipaci�n de las horas por venir en nuestros corazones, y luego
permitimos que palabra severas de otro humano o el embotellamiento del tr�nsito, o el
derrame de una taza de caf� nos arruinen todo el d�a.
Uno no debe permitir nunca que nadie, ni nada, le arruine su desfile. Siempre habr�
detractores, cr�ticos o c�nicos que sienten envidia de uno, de sus habilidades, de su trabajo y
de su manera de vivir. No hay que tomarlos en cuenta. Son como una campana en un paso
elevado, que ta�e con durezas y en vano mientras pasa rugiendo el tren. Las horas y los d�as
de uno son demasiado valiosos para molestarse con este grupo de envidiosos que nunca ven
una buena cualidad en ning�n ser humano pero que nunca dejan de ver una mala cualidad.
Son b�hos humanos, vigilantes en la oscuridad y ciegos en la luz, al acecho de sabandijas
pero incapaces de ver una buena presa.
Nadie puede nunca distraernos de ser felices o hacer lo mejor que podemos hacer... a menos
que le demos permiso para ello. Hay que recordar que quien puede reprimir una ira
moment�nea puede impedir todo un d�a de tristeza.
Las peque�as aventuras y los comentarios hirientes de cada d�a, si se les toma mucho en
cuenta y se les magnifica, pueden hacerle un gran da�o a uno, pero si uno los pasa por alto y
los saca de su mente, gradualmente pierden toda su fuerza. Los detractores est�n en todas
partes. Hay que recordar que la envidia, al igual que el gusano, siempre se siente atra�da por
la mejor manzana. Franklin dijo una vez que quienes se desesperan por alcanzar la distinci�n
con sus propios esfuerzos, se sienten felices cuando es posible rebajar a otros a su nivel.
Uno no puede progresar en la vida si vive como ermita�o, as� es que hay que entrar en
contacto con el mundo y su desfile de desventuras y cr�ticas, pero sin permitir nunca que le
echen a perder su desfile. Hay que alejarse de los envidiosos.
Nunca debe responderse a su envidia y veneno con la misma moneda. Debe tenerse presente
que incitar el fuego para el enemigo equivale a quemar toda la casa para deshacerse de una
rata. No hay que rebajarse nunca a su nivel. Boooker T. Washington, quien se elev� desde la
situaci�n degradante y desesperada de la esclavitud, nos dio a todos una lecci�n especial
sobre c�mo vivir una vida mejor cuando escribi�: "No permitir� que nadie rebaje mi alma
haci�ndome odiarlo". Piense usted, amigo lector, en estas palabras la pr�xima vez que
alguien trate de rebajarlo hasta su nivel.
Nada externo puede tener poder sobre m�. Deje que este sea su lema, al igual que fue el de
Walt Whitman, y con �l se mantendr� tranquilo a lo largo de cualquier d�a.
Hace muchos a�os, un domingo muy temprano, estaba sentado en una cafeter�a tejana
precisamente en las afueras de El Paso; disfrutaba mi desayuno y tambi�n me divert�a con
una camarera vivaz animada de rubia cabellera que sonre�a y bromeaba con todos los
clientes mientras corr�a de mesa en mesa con las �rdenes. Era alguien que evidentemente
disfrutaba su trabajo y su vida, y su actitud era contagiosa. Esa ma�ana, todos nos sentimos
un poco mejor gracias a ella.
Mientras me tomaba mi segunda taza de caf�, pensando en el largo viaje que me esperaba,
un hombre de edad con un portafolios abultado se dej� caer en el siguiente banquillo, ech�
un r�pido vistazo a la carta e hizo se�as a nuestra peque�a camarera. Ella se le acerc�
contone�ndose, le lanz� su mejor sonrisa tejana y le dijo:
- Lindo d�a, �verdad?
El viejo caballero torci� la boca y le contest� con un gru�ido:
- �Qu� tiene de lindo?
La sonrisa de la bella rubia no se inmut�:
- Vaya, se�or, nada m�s intente perderse algo de un d�a como �ste, �y ya ver�!
Uno controla su vida. Si alguien le echa a perder su desfile y le arruina el d�a, es �nicamente
porque uno lo permiti�. Nunca m�s, �de acuerdo?


REGLA NUMERO DIECIS�IS

Hay que buscar la semilla del bien en todas las adversidades. Cuando uno
domina ese principio, posee un valioso escudo que lo proteger� bien a trav�s
de todos los oscuros valles por donde tenga que pasar. Es posible ver las
estrellas desde el fondo de un pozo profundo, en tanto que no pueden
distinguirse desde la cima de una monta�a. De la misma manera, usted
aprender� de la adversidad cosas que uno no habr�a descubierto jam�s sin
dificultades. Siempre hay una semilla del bien. Uno debe encontrarla para
prosperar.
Aproximadamente un a�o despu�s de que me ascendieran a la presidencia de la revista �xito
Ilimitado de W. Clement Stone, y con la ayuda de los comerciales de Paul Harvey por la
radio de todo el pa�s, nuestra circulaci�n estaba alcanzando alturas inexploradas en la
gr�fica de ventas que hab�a en mi oficina. Y entonces comet� un terrible error de
apreciaci�n, error que con toda seguridad no s�lo iba a retrasar nuestro progreso, sino
que le costar�a una fortuna a la compa��a.
Apenas me di cuenta de los que hab�a hecho, telefone� a W. Clement Stone y le solicit� una
entrevista, durante la cual cuidadosamente le relat�, sin quitar ni poner nada, c�mo me las
hab�a ingeniado para enredar las cosas. Stone escuch� atentamente mis palabras, s�lo me
interrumpi� unas cuantas veces para aclarar determinados hechos, y al terminar, me qued�
sentado all� nada m�s, con la sensaci�n de haberle fallado y en espera de que cayera la
cuchilla. Estaba seguro de que mi carrera como editor hab�a terminado.
Stone segu�a viendo el techo, chup� varias veces el humo de su largo habano antes de
volverse por fin hacia m�, sonriente, para decirme: �Magn�fico, Og!
�Magn�fico? �Se habr�a vuelto loco? Le acababa de hacer gastar una peque�a fortuna y a la
vez le hab�a puesto en entredicho su querida revista, y me estaba diciendo que magn�fico. No
dije nada, probablemente porque estaba en un estado de conmoci�n parcial. Luego Stone se
inclin� hacia adelante, me toc� el brazo y me dijo suavemente: "Realmente es magnifico,.
Og. Deja que te explique por qu�".
A continuaci�n, el gran hombre se puso a ense�arme una regla para vivir que me ha sido
invaluable durante m�s de un cuarto de siglo. Con todo cuidado me explic� que aunque se
daba cuenta de que lo que hab�a ocurrido a la revista era una adversidad terrible, estaba
seguro de que, si consider�bamos largo y tendido nuestro problema, podr�amos encontrar
una semilla de bien en toda esa dificultad, una semilla que podr�amos utilizar en nuestro
provecho. Me record� que cada vez que Dios cerraba una puerta, siempre se abr�a otra, y
durante varias de las horas siguientes examinamos nuestro problema desde todos los �ngulos
posibles. Finalmente, mientras yo anotaba p�gina tras p�gina, ideamos un plan que no s�lo
sirvi� para recuperar nuestra cuantiosa p�rdida, sino que agreg� mucho a nuestros ingresos
por publicidad durante muchos a�os. Esas horas especiales constituyeron la mayor
experiencia de aprendizaje en mi vida.
Uno debe sembrar siempre la semilla del bien, en cualquier adversidad. No hay una regla
para vivir que sea m�s exigente que �sta, pero, una vez que uno ha aprendido a reaccionar
ante cualquier problema con la palabra "Magn�fico" y luego se toma el tiempo para descubrir
qu� podr�a haber de bueno en el serio problema que uno tiene, se sorprender� al ver con
cu�nta frecuencia se puede cambiar una derrota segura en una victoria.
Samuel Smiles, autor del primer libro sobre el �xito intitulado Autoayuda a finales del siglo
XIX, dijo que siempre aprendemos m�s de nuestros fracasos que de nuestros �xitos. Con
frecuencia descubrimos lo que s� funciona al descubrir lo que no funciona, y quien nunca
haya cometido un error nunca ha experimentado la emoci�n de hacer que una p�rdida
aparente se vuelva un triunfo.
El principio de transformar los debes en haberes es tan antiguo como el hombre. Por
ejemplo los amigos de Santa Claus, los esquimales, que se las han arreglado para sobrevivir
durante milenios extrayendo la semilla del bien de su mayor adversidad; convierten las �nicas
materias primas de que disponen, el hielo y la nieve, en igl�es para guarecerse del fr�o. Un
viejo amigo con quien juego al golf dice que la verdadera prueba da la vida, al igual que
ocurre en el golf, no es el hecho caer en las trampas, sino el poder salir de ellas, como
cuando la pelota ha ca�do entre pasto muy crecido. En los juegos y en la vida, quienes han
aprendido a enfrentar la adversidad son quienes ganan los campeonatos.


REGLA NUMERO DIECISIETE

Uno debe darse cuenta que la verdadera felicidad radica dentro de uno
m�nimo. No hay que desperdiciar tiempo ni esfuerzo en buscar la paz, la
alegr�a y el gozo en el mundo externo. Hay que tener presente que no hay
felicidad en tener u obtener, sino �nicamente en dar. Hay que dar.
Compartir. Sonre�r. La felicidad es un perfume que no se puede escanciar
en los dem�s sin que unas cuantas gotas caigan en uno mismo.
Nathaniel Hawthorne nos advirti�, hace mucho, que era mucho m�s f�cil atrapar una
mariposa que el sentimiento esquivo llamado felicidad. Seg�n escribi�, la felicidad, cuando
se presenta en este mundo, ocurre incidentalmente. Si hacemos de ella el objeto de nuestra
b�squeda, eso nos llevar� a una persecuci�n infructuosa y nunca la alcanzaremos. Sin
embargo, como Arist�teles declar� ante el mundo: "La felicidad constituye el significado y el
prop�sito de la vida, el �nico objetivo y fin de la existencia humana".
Veamos por ejemplo las hordas que todas las noches se re�nen en las ciudades en busca de
unas cuantas horas de felicidad. �Cu�ntos millones de d�lares anuales gastamos en adquirir
placer de todo tipo? �Funciona? �Somos felices? recientemente llev� a cabo un experimento
que hab�a estado diciendo que har�a durante a�os. Una tarde soleada, me instal� en una
esquina de la calle Cincuenta y Cuatro y de la Quinta Avenida en la ciudad de Nueva York y
me puse a observar a las siguientes doscientas personas que pasaron frente a m� en direcci�n
al sur. De acuerdo con mi expectativa, menos de diez iban sonrientes, o por lo menos que
parecieran felices. �Por qu�? Si la felicidad es una condici�n normal, como la buena salud,
�por qu� no somos m�s los que la disfrutamos?
Probablemente no lo estamos disfrutando porque ni siquiera estamos seguros de saber que
es. La mayor�a de nosotros supone que si se tiene una gran riqueza o un gran poder,
deber�amos ser felices con toda seguridad; sin embargo, conozco a muchos millonarios que
son muy atormentados y solitarios. Hace poco, en un fascinante crucero por el Canal de
Panam� en el Royal Princess, me qued� sorprendido de ver cu�n pocas caras felices hab�a a
bordo de este elegante transatl�ntico de lujo, Ser mimado, atendido y malacostumbrado
parec�a no significar nada para la mayor�a de los pasajeros. No deber�a haberme sorprendido.
Si los ingredientes de la felicidad no est�n dentro de la persona, ning�n logro material,
ninguna diversi�n ni ninguna tarjeta de cr�dito "Dorada" puede hacer sonre�r a esa persona.
Thoreau, mi viejo amigo, ten�a mucho que pod�a decir al respecto, entre otras cosas: "Estoy
convencido, a partir de la experiencia, de que permanecer en este mundo no es un trabajo
arduo sino una diversi�n cuando vivimos con sencillez y sabidur�a. La mayor parte de los
lujos, y muchas de las as� llamadas comodidades de la vida, no solo son completamente
prescindibles, sino verdaderos, obst�culos para la elevaci�n de la humanidad"
�Recuerda usted, amigo lector, al Caballero Blanco de A trav�s del espejo de Lewis Carroll?
Cuando Alicia lo conoci�, el tipo iba cargado de lujos - una colmena para atrapar las abejas
que pudieran acerc�rsele, una trampa para protegerse de los roedores, brazaletes alrededor
de las patas de su caballo para protegerlo de las mordidas de tiburones, e incluso un plato en
anticipaci�n del bud�n de ciruela que alg�n alma caritativa le podr�a ofrecer. Cargado de
estos admin�culos, el caballero es un s�mbolo perfecto de quienes buscan la felicidad
juntando dinero, objetos y bienes ra�ces.
�La felicidad... es una mariposa? Tal vez no. "Muy poco se necesita para hacer una vida
feliz", escribi� Marco Aurelio, "todo se halla dentro de uno mismo, en su manera de pensar".
Uno buscar� la felicidad eterna y fracasar�, a menos que la busque dentro de s� mismo, en su
coraz�n y en su alma, y luego comparta lo que posee sin pensar en ninguna recompensa.
Hay que o�r lo que dice George Eliot: "Es s�lo un tipo empobrecido de felicidad el que
podr�a derivarse de una preocupaci�n muy grande por nuestros propios placeres estrechos.
S�lo podemos tener la felicidad mayor como la que acompa�a a la verdadera grandeza, si
tenemos una gran consideraci�n y muchos sentimientos hacia el resto del mundo, as� como
los tenemos hacia nosotros mismos. Este tipo especial de felicidad a menudo trae consigo
tanto dolor que s�lo podemos diferenciarlo del dolor porque es lo que eligir�amos sobre
todo lo dem�s, porque nuestras almas ven que eso es bueno"
Es bueno tener dinero y las cosas que el dinero puede comprar, pero tambi�n es bueno
ponerse una que otra vez a reflexionar para estar seguro de no haber perdido las cosas que
el dinero no puede comprar.
Hay que comunicarse con los dem�s. La felicidad no es sino el producto secundario de la
manera en que uno trata a sus semejantes. Ahora es el momento de ser feliz. Aqu� es el lugar
para ser feliz. Hay que aprender y comenzar a vivir seg�n las reglas que se le han entregado
a usted, reglas que se le han entregado a usted, reglas que se le presentaron con mucho
amor, y compartir su mensaje con otros que piden su apoyo. S�lo entonces aparecer� la
mariposa y se posar� ligeramente en su hombro mientras suena la cajita de m�sica. Nunca
hubo, ni habr� una mejor manera de vivir.

volver a antolog�a
Og Mandino

 

NEWSLETTER GRATUITO: Descubra Cómo Llevar al Máximo su Poder de Influencia Personal.  ¿Cómo explotar las Leyes de la Persuasión?, ¿Cómo lograr pedidos MÁS grandes?, ¿Cómo lograr que los demás quieran beneficiarlo?, ¿Cómo torcer el brazo de un negociador inflexible?, ¿Cómo conseguir que le digan SI a su propuesta?. Ahora usted también puede convertir su poder de persuasión en una VENTAJA que será decisiva para su vida personal y sus negocios.

�C�mo Pulverizar las Objeciones?
Reg�strese GRATIS y reciba de REGALO el libro digital

"Estrategias Comprobadas Para que las Objeciones
de Sus Clientes Trabajen Para Usted".

S�lo ingrese su nombre y su e-mail, y descargue el libro en el acto

SU NOMBRE:SU E-MAIL:  ES GRATIS

GARANT�A DE PRIVACIDAD: SUS DATOS Y DIRECCI�N DE E-MAIL JAM�S SALDR�N DE NUESTRA ORGANIZACI�N

SI PODEMOS AYUDARLO, LL�MENOS:  TEL/FAX +(54)(341) 493-3504  - ARGENTINA
Nos agradar� mucho recibir su e-mail [email protected]

Haga click aqu� para recomendar este sitio a sus amigos


�Qu� hacemos?
     Art�culos      Variedades     Negociar Para Ganar�  
ZONA de OPCIONES con Patricio Peker
 David Allen    Curso Online Negociaci�n    Curso Online Marketing
Cont�ctenos
    Principal     B�squeda     Foro

Google
 
Web www.GanarOpciones.com

Este sitio se visualiza mejor  con resoluci�n 800x600
copyright Ganar Opciones - todos los derechos reservados acerca de, concepto, dise�o, y contenido